miércoles, 7 de octubre de 2015

¿Cuánto tiempo ahorramos viviendo siempre de prisa? Miguel A. Terán

¿Cuánto tiempo ahorramos viviendo siempre de prisa?
Miguel A. Terán

He llegado a concluir que la gente hace locuras para ahorrar tiempo, más como un acto reflejo que como un acto consciente. Esta conclusión me permite seguir considerando que las personas son inteligentes, pero que el ritmo de vida las desenfoca, haciéndoles perder contacto con las circunstancias y el ambiente. 
Esta conclusión me ha servido de justificación, para tratar de explicar –a mí mismo-  la razón, por la cual alguien puede “decidir” quedar con su vehículo atravesado en un cruce o intersección de vías,  cuando adelante no había espacio para avanzar y, por ello, impide el paso y circulación de otros conductores y peatones. 
Creo que sería un ejercicio válido considerar cuánto tiempo podríamos ahorrarnos en un día,  gracias a  esos brotes enloquecedores de prisa que nos llevan a intentar cruzar una luz de tránsito en amarillo, para quedar atravesados en un cruce de vías –como ya referimos- , montarnos en un ascensor repleto de personas,  no esperar el próximo vagón del metro o del tren, y otros similares que hacemos a diario. 
Con toda seguridad ahorraríamos solo algunos minutos insignificantes, que no harán diferencia alguna en nuestra vida ni en nuestros logros. Mayor efecto haría levantarnos 10 minutos antes, para evitar tanta carrera sin sentido, tratando de recuperar –durante todo el día- esos diez minutos que dormimos de más. 
“Entramos-saliendo”, porque es cierto que físicamente entramos a cualquier lugar, pero mentalmente estamos saliendo de inmediato. La tecnología vende velocidad, por lo cual nos desesperamos –literalmente- por nanosegundos de espera para que abra un programa o aplicación en la computadora.
La cultura de la velocidad y la urgencia, nos ha programado de manera tal que todo lo que represente no estar haciendo nada, es considerado vagancia o tiempo perdido. Unos minutos de reflexión, de mirar al techo, de disfrutar un café, atentan contra la cultura de estos tiempos. Comer para muchos es una actividad puramente fisiológica, pero no un disfrute.    
Al final del día no ahorramos nada de tiempo, solo logramos quedar más agotados con el estrés que produce este estilo de auto-presionada vida, dejamos de disfrutar momentos, crecemos en problemas y  así pasamos la vida cuando hacemos de ella una permanente carrera.

08 de Octubre de 2015.

Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.

Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.


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