jueves, 1 de octubre de 2015

Desconéctate de lo virtual y conéctate a lo real. Miguel A. Terán

Desconéctate de lo virtual y conéctate a lo real.
Miguel A. Terán

El gran absurdo de estos tiempos es que la tecnología, a través de equipos celulares, computadoras, tabletas y redes sociales, nos ha permitido acercarnos a los lejanos, pero nos ha alejado de los cercanos. Ahora estamos más conectados y en contacto que nunca, pero también más lejanos que nunca. Más informados, más saturados y más confundidos. 
Sería igualmente absurdo, colocarnos solo en el lado o perspectiva negativa de la tecnología en general, considerando los problemas que ésta trae. Porque, desde el otro ángulo, la verdad es que el desarrollo tecnológico ha permitido a la humanidad avances inconcebibles en diversos campos. El problema es que ese desarrollo tecnológico ha avanzado y continúa avanzando a una velocidad espantosa, mientras que el desarrollo humano y social evoluciona a un ritmo enormemente más lento.
Basta que dediquemos algún a tiempo a leer lo expresado por reconocidos filósofos de diferentes épocas, para reconocer que en esencia los seres humanos seguimos siendo –más o menos- iguales que hace muchos siglos atrás. Para ejemplo, será suficiente citar un par de frases del brillante filósofo chino Confucio, quien vivió hace dos mil quinientos años,  y afirmaba: “Saber que se sabe lo que se sabe y que no se sabe lo que no se sabe; he aquí el verdadero saber”, sencillo mensaje, pero aún no lo entendemos ni respetamos. “Donde hay educación no hay distinción de clases”, básico y elemental, pero aún no lo hemos comprendido, y seguimos luchando con las consecuencias. 
Entonces, el avance de la tecnología ha dejado al descubierto las limitaciones de la raza humana. La tecnología avanza más rápido que nuestra madurez y, esta es la razón por la cual,  sus encantos nos embelesan y aíslan, deteriorando y destruyendo  aspectos básicos de  nuestra condición humana, entre ellos la real comunicación y el auténtico contacto. Aparecen nuevas y silentes adiciones a lo tecnológico, tan dañinas como cualquiera otra adicción.   
Esa tecnología que nos ha llenado la vida de equipos, aparatos o dispositivos de información, comunicación, trabajo y diversión, solo funciona cuando le dedicamos tiempo. Y es en el consumo de tiempo, para utilizarla,  donde precisamente su efecto desequilibra nuestra vida.  Como su uso es virtual, excluyente o incompatible con el contacto real, termina aislándonos de la vida real, de nuestra familia, pareja, amistades, vecinos, compañeros de trabajo y sociedad en general. 
Es un hecho, que la tecnología puede, limitada y temporalmente, contribuir a mejorar nuestro nivel  y calidad de vida, pero más allá de cierto límite nos arriesgamos a perder lo alcanzado, especialmente en la auténtica y genuina calidad de nuestra vida. Hemos venido llenándonos de virtualidad, mientras  nos vaciamos de realidad.  Cada vez más, estamos ensimismados o absorbidos por la tecnología, dejamos de vivir momentos; sin reconocer, que la vida está hecha precisamente de momentos, por lo cual estamos desperdiciando y perdiendo vida. Enfocados  en una cámara y un teclado, olvidamos disfrutar las emociones del momento. 
En el futuro, nuestros archivos, estarán llenos de infinitos álbumes virtuales de fotografías,  que no tendremos tiempo suficiente para revisarlos, pero que recurriremos a ellos intentando recuperar –quizá en vano- a través de alguna fotografía, el recuerdo de un momento real,  que no tuvimos tiempo de grabar en nuestra mente y corazón, porque lo convertimos en virtual.  
No podemos permitir que la tecnología domine y dirija nuestras vidas, porque ella es una simple herramienta, y será nuestro error y culpa convertirnos en sus esclavos o ciber-esclavos. Es importante tener presente, que la tecnología es un excelente esclavo, pero un pésimo y terrible amo, que nos engaña ofreciéndonos lo virtual, mientras nos hurta lo  real.
Las líneas anteriores pretender concientizarnos a utilizar de manera racional, crítica y cuidadosa la tecnología, evitando perder la armonía y el balance que requerimos para conservar el equilibrio en los diferentes aspectos de nuestra vida, de manera de seguir mereciendo el calificativo de seres humanos y sociales, evitando contribuir a que surja en el tiempo una sociedad virtual.

02 de Octubre de 2015.

Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.

Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.


No hay comentarios:

Publicar un comentario