La manera más común de perder la paz es perder la
referencia o fronteras del límite, de ese sano límite de lo suficiente, en cualquier aspecto, porque en el momento que omitimos y rebasamos ese límite comenzaremos a perder la necesaria armonía y el balance requerido para llevar una vida personal equilibrada,
sana y feliz.
Adicionalmente, como somos parte activa de un ambiente, entorno o contexto, la perdida de nuestros límites personales impacta o afecta negativamente a la sociedad o entorno del cual formamos parte.
Hoy día, en un mundo de presiones sociales por lograr más y más, establecer límites al crecimiento y desarrollo sería fácilmente asociado con mediocridad o atraso, pero es el tiempo quien dirá la última palabra en esa carrera sin límites. Es por ello, que cada vez más individuos rebasan esos límites, sin aparentes consecuencias, pero con seguridad estas consecuencias harán acto de presencia poco a poco. La droga y los suicidios se han convertido en escapes para esos individuos que perdieron el límite. El fallecido actor y comediante estadounidense Robin Williams expresó que "La cocaína es la manera que tiene Dios de decirte que estás ganando demasiado dinero".
El éxito, el progreso, la prosperidad, la
felicidad y muchos otros proyectos de vida “sin límite”, terminaran
convirtiéndose en una utopía, en algo inalcanzable e irrealizable, que
podríamos intentar perseguir hasta el final de nuestros días. El físico y empresario
japonés, Akio Morita, Co-fundador de la Corporación Sony, afirmaba “Saber
cuándo detenerse o continuar es la clave del éxito”.
Es cierto que en el transcurso de nuestra vida
tenemos la posibilidad de alcanzar logros profesionales y económicos,
éxito, fama y prestigio; pero al llevar su búsqueda, más allá del sano límite,
nos arriesgamos a perder espacios y tiempos que pertenecen al otro lado
de nuestra vida, al lado humano.
La pareja, la familia, los hijos, la salud, las auténticas amistades, los valores y la espiritualidad, son irrecuperables una vez perdidos, y nuestra paz se esfuma con ellos. Si bien es cierto que debemos esforzarnos en buscar lo mejor que puede ofrecernos la vida, también es cierto que requerimos definir –previamente- o hacer un alto en el camino, para precisar hasta dónde pretendemos llegar, porque es ese sano límite quien nos permitirá detenernos a tiempo, evitando la tentación de seguir en busca de “un poco más”, que nos llevará a un camino sin fin.
La pareja, la familia, los hijos, la salud, las auténticas amistades, los valores y la espiritualidad, son irrecuperables una vez perdidos, y nuestra paz se esfuma con ellos. Si bien es cierto que debemos esforzarnos en buscar lo mejor que puede ofrecernos la vida, también es cierto que requerimos definir –previamente- o hacer un alto en el camino, para precisar hasta dónde pretendemos llegar, porque es ese sano límite quien nos permitirá detenernos a tiempo, evitando la tentación de seguir en busca de “un poco más”, que nos llevará a un camino sin fin.
El tema de las expectativas es importante dosificarlo adecuadamente para vivir en paz y felices. Existen quienes creen en
las expectativas como una guía de vida, éstas –sin duda- podrían convencernos
que “el cielo es el límite”, pero tal vez haciéndonos perder contacto con la
tierra, con la realidad y con el aquí y ahora. Llegamos a estar preocupados y enfocados por conseguir más, pero "sin tiempo" para disfrutar lo que ya hemos conseguido, tonta forma de perder la vida.
El tiempo dedicado a aclarar las expectativas, representará –sin lugar a dudas- un significativo ahorro de tiempo, problemas y malestares. Con adecuados límites conduciremos nuestra vida respetando principios y valores. Cuando –por lo contrario- perdemos los límites, estaremos enfocados en buscar lo que “creemos” nos falta o en cuidar de manera enfermiza lo que ya poseemos, sin respeto a esos principios y valores, y olvidando dejar tiempo y espacio para el disfrute. El escritor y pensador social ruso Leon Tolstoi, reconocía de manera interesante como perdemos el disfrute, expresando: “Hay quien cruza el bosque y solo ve leña para el fuego”.
El tiempo dedicado a aclarar las expectativas, representará –sin lugar a dudas- un significativo ahorro de tiempo, problemas y malestares. Con adecuados límites conduciremos nuestra vida respetando principios y valores. Cuando –por lo contrario- perdemos los límites, estaremos enfocados en buscar lo que “creemos” nos falta o en cuidar de manera enfermiza lo que ya poseemos, sin respeto a esos principios y valores, y olvidando dejar tiempo y espacio para el disfrute. El escritor y pensador social ruso Leon Tolstoi, reconocía de manera interesante como perdemos el disfrute, expresando: “Hay quien cruza el bosque y solo ve leña para el fuego”.
Después de cierto límite, debemos reconocer y tomar conciencia que ha llegado la hora de detenernos, cuando sentimos que nos
invade el desasosiego, la intranquilidad y la falta de serenidad, porque a partir de allí -e incluso tiempo antes- habremos comenzado
a perder nuestros más importantes logros, que no son precisamente los materiales, y con ellos se escapará la paz de nuestra vida.
Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE
(Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.
No hay comentarios:
Publicar un comentario