miércoles, 16 de septiembre de 2015

Establezcamos con tiempo una buena relación con la soledad, porque algún día será nuestra compañera. Miguel A. Terán

Establezcamos con tiempo una buena relación con la soledad, porque algún día será nuestra compañera.
Miguel A. Terán

No debemos atribuir a la soledad cualidades o características perversas, porque es parte del buen y sano vivir.  El diccionario define a la soledad como la carencia voluntaria o involuntaria de compañía. Pero, en realidad, sentirse solo es más un tema de percepción personal. 
El pensador francés Marqués de Vauvenargues, decía siglos atrás, que la soledad es para el espíritu lo que la dieta es para el cuerpo. La soledad es una oportunidad para crecer espiritual, psicológica y emocionalmente, mientras dialogamos con nosotros mismos. Es necesario ubicar en nuestro diario trajinar espacios y momentos para escucharnos y reflexionar. 
Es igualmente necesario ese diálogo –con nosotros- antes de expresarnos hacia los otros. Las ideas y palabras podrían madurar con nuestro previo diálogo  interno. Sin embargo, el escritor italiano Carlo Dossi se preguntaba “¿Por qué, en general, las personas rehúyen a la soledad?”, para responderse: “Porque son muy pocos quienes encuentran compañía consigo mismos”. 
Un refrán popular dice: “Más vale estar solo que mal acompañado”. Andar en desesperada búsqueda de compañía,  para evitar la soledad, puede acercarnos a individuos tóxicos.  El actor y comediante estadounidense, Robin Williams, expresó: “Solía pensar que la peor cosa era terminar solo en la vida. No lo es. Lo peor en la vida es terminar con alguien que te hace sentir solo”. 
Estar siempre acompañado no es sano para nuestra mente ni espíritu, porque impide ese contacto con nosotros y nos ata a una referencia externa. 
Tampoco es sano estar siempre solos de manera voluntaria, porque  también hace falta compartir en compañía de otros, al fin y al cabo somos seres sociales. 
La tecnología de estos tiempos nos quita espacios que deben ser para la soledad, pero no los sustituye por una verdadera compañía. Nuestros espacios y momentos parecen cada vez más escasos, al transcurrir nuestras horas entre la televisión, internet, el celular y las personas que nos rodean, muchas de las cuales nos roban espacios y momentos de soledad. Aunque es importante tener claro que cualquiera puede invadirnos si nosotros no establecemos adecuados y firmes límites. 
Quien no es compañía para sí mismo, corre el riesgo de dejarse acompañar por cualquiera o deprimirse en su soledad. Dominar el arte de aprender a vivir requiere que seamos buena compañía para nosotros mismos, sin sentir que estamos solos. “El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad”, expresaba el escritor colombiano y Premio Nobel de Literatura  Gabriel García Márquez. 
Aprender a hacernos compañía requiere años de contacto con nosotros mismos, por lo cual no podemos llegar  a la vejez sin ser nuestros buenos amigos. De esta manera la soledad no será motivo de tristeza, sino de compañía y reflexión.

17 de Septiembre 2015.

Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.

Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española


No hay comentarios:

Publicar un comentario