Establezcamos con tiempo una buena relación con la
soledad, porque algún día será nuestra compañera.
Miguel A. Terán
No debemos atribuir a la soledad cualidades o
características perversas, porque es parte del buen y sano vivir. El
diccionario define a la soledad como la carencia voluntaria o involuntaria de
compañía. Pero, en realidad, sentirse solo es más un tema de percepción
personal.
El pensador francés Marqués de Vauvenargues, decía
siglos atrás, que la soledad es para el espíritu lo que la dieta es para el
cuerpo. La soledad es una oportunidad para crecer espiritual, psicológica y
emocionalmente, mientras dialogamos con nosotros mismos. Es necesario ubicar en
nuestro diario trajinar espacios y momentos para escucharnos y reflexionar.
Es igualmente necesario ese diálogo –con nosotros-
antes de expresarnos hacia los otros. Las ideas y palabras podrían madurar con
nuestro previo diálogo interno. Sin embargo, el escritor italiano Carlo
Dossi se preguntaba “¿Por qué, en general, las personas rehúyen a la soledad?”,
para responderse: “Porque son muy pocos quienes encuentran compañía consigo
mismos”.
Un refrán popular dice: “Más vale estar solo que
mal acompañado”. Andar en desesperada búsqueda de compañía, para evitar
la soledad, puede acercarnos a individuos tóxicos. El actor y comediante
estadounidense, Robin Williams, expresó: “Solía pensar que la peor cosa era
terminar solo en la vida. No lo es. Lo peor en la vida es terminar con alguien
que te hace sentir solo”.
Estar siempre acompañado no es sano para nuestra
mente ni espíritu, porque impide ese contacto con nosotros y nos ata a una
referencia externa.
Tampoco es sano estar siempre solos de manera
voluntaria, porque también hace falta compartir en compañía de otros, al
fin y al cabo somos seres sociales.
La tecnología de estos tiempos nos quita espacios
que deben ser para la soledad, pero no los sustituye por una verdadera
compañía. Nuestros espacios y momentos parecen cada vez más escasos, al
transcurrir nuestras horas entre la televisión, internet, el celular y las
personas que nos rodean, muchas de las cuales nos roban espacios y momentos de
soledad. Aunque es importante tener claro que cualquiera puede invadirnos si
nosotros no establecemos adecuados y firmes límites.
Quien no es compañía para sí mismo, corre el
riesgo de dejarse acompañar por cualquiera o deprimirse en su soledad. Dominar
el arte de aprender a vivir requiere que seamos buena compañía para nosotros
mismos, sin sentir que estamos solos. “El secreto de una buena vejez no es otra
cosa que un pacto honrado con la soledad”, expresaba el escritor colombiano y
Premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez.
Aprender a hacernos compañía requiere años de
contacto con nosotros mismos, por lo cual no podemos llegar a la vejez
sin ser nuestros buenos amigos. De esta manera la soledad no será motivo de
tristeza, sino de compañía y reflexión.
17 de Septiembre 2015.
Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.
Blog: www. miguelterancoach.blogspot.com
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE
(Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española
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