martes, 8 de septiembre de 2015

El riesgo de transitar por la vida caminando solo en los extremos. Miguel A. Terán

El riesgo de transitar por la vida caminando solo en los extremos.
Miguel A. Terán

Muchas personas son fanáticas de los extremos,  blanco o negro, amor u odio, amigos o enemigos, y así sucesivamente. Ni se diga de los extremos e inflexibilidades en las ideas, posiciones y convicciones referentes a lo social, económico, político y religioso. 
Cuando reconocemos solo extremos y nos ubicamos o alineamos en alguno de éstos, sin aceptar ni reconocer otras alternativas, podemos llegar a negar en muchos aspectos al otro extremo. Por supuesto, parece estar de más aclarar que  no existirá la sana aceptación ni competencia, pero con toda seguridad si habrá enfrentamiento y rivalidad. 
Para muchos esta filosofía se traduce en “Estás conmigo o estás contra mí”. Los extremos también se caracterizan por mantener posiciones inflexibles, donde considerar puntos medios no es una opción. El aporte del punto medio  al sano equilibrio entre extremos desaparece. 
Entonces, este vivir en extremos nos coarta o limita la posibilidad de reconocer la existencia de la otra parte, como una alternativa real y válida. Al no escuchar  ni considerar posiciones, paradigmas o puntos de vista diferentes, terminamos escuchándonos solo a nosotros mismos o a quien –únicamente- dice lo que queremos escuchar. 
De esa negación del otro, de lo otro y de lo diferente, surge el fanatismo. Somos fanáticos cuando defendemos de manera incondicional, apasionada, irrefutable y desmedida creencias, opiniones, ideas, causas o perspectivas. Al respecto expresaba el político y estadista británico Sir Winston Churchill, que  “Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema”. 
Tratamos de imponer –a como dé lugar- nuestras ideas o las ideas que hemos aceptado de otros como verdaderas. Luego en búsqueda de seguidores a nuestra causa, intentamos convencer y hasta adoctrinar a otros. La capacidad de auto-crítica se pierde eliminando cualquier tipo de  tonalidad o matiz, y viendo solo en blanco o negro. 
Muchas veces ésta posición extrema y fanática se acompaña de desprecio u odio por lo contrario o por cualquier idea diferente a las nuestras ideas. Garantizando una visión limitada o miope del tema. En los extremos aparece la  irracionalidad, el radicalismo y la intransigencia. El político y expresidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, afirmaba que “Un radical es alguien con los pies firmemente plantados en el aire”. 
Es bueno tener presente que la respuesta correcta puede estar en cualquier de las alternativas disponibles, no necesariamente en los extremos.  El filósofo, escritor y profesor español José Ortega y Gasset afirmaba que "Hay tantas realidades como puntos de vista. El punto de vista crea el panorama".   
Reconocía el empresario estadounidense Henry Ford “Si hay un secreto del buen éxito reside en la capacidad para apreciar el punto de vista del prójimo y ver las cosas desde ese punto de vista así como del propio”. Sin embargo, quizá lo único válido y respetable para no someterlo a consideraciones ni cuestionamientos son nuestros principios y valores más básicos, en conciencia que cambiarlos implicaría dejar de ser quien somos.

Septiembre 08 de 2015.

Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.

Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).


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