lunes, 28 de septiembre de 2015

Cuando individuos, sociedades, ambiente y cosas se van deteriorando, el desorden y el caos comienzan a hacerse parte del paisaje. Miguel A. Terán


Comencemos por aclarar que la expresión “se van deteriorando” es solo referencial, ya que la correcta debe ser “los vamos deteriorando”, porque somos nosotros como individuos o sociedad quienes causamos el deterioro. El paso del tiempo y la ocurrencia de algunos eventos, pueden resultar en avances y retrocesos en lo humano, social o material, incluyendo –en esa combinación anterior- lo espiritual y moral. 

Pero la realidad es que todo sucede de manera tan lenta, que “no lo vemos” y nos vamos adaptando a un progresivo deterioro que nos llevará, con el paso del tiempo al caos. 

Cuando hablamos de caos –en términos simples- nos referimos al extremo de la confusión o desorden, donde se ha perdido la secuencia de eventos y se hacen impredecibles los resultados y consecuencias. Si bien es cierto que existe una relación de causa-efecto entre algo que ha venido ocurriendo, como origen del desorden,  también es cierto que ese desorden puede avanzar y crecer hasta explotar y convertirse en caos, su punto extremo.
   
No obstante, son múltiples las variables que interactúan en el proceso de deterioro y caos, por lo cual encontrar y determinar relaciones directas de influencia no siempre es fácil. Muchos elementos han sido parte de procesos continuos de deterioro, hasta llegar al caos, luego de transcurridos algunos o muchos años. 

En oportunidades, avances -parciales o temporales- pueden concluir en retrocesos, cuando son rebasados ciertos límites, tal cual lo refiere el economista, ambientalista, político y autor chileno Artur Manfred Max Neef, afirmando que  “En toda sociedad parece haber un período en el cual el crecimiento económico, convencionalmente entendido, genera un mejoramiento de la calidad de vida. Ello solo hasta un punto umbral, cruzado el cual el crecimiento económico genera un deterioro en la calidad de vida”.

Una de las nombradas víctimas del deterioro, con posiciones a favor y en contra por diversos motivos e intereses, es nuestro Medio Ambiente. La denominada encíclica verde del Papa Francisco constituye un llamado de atención importante a individuos, gobiernos, empresas y organizaciones para adquirir un compromiso integral con el desarrollo sustentable; no se trata únicamente de un documento sobre el medio ambiente, sino de la forma en que hombres y mujeres nos relacionamos con nuestro entorno y cómo esta relación impacta también la calidad de vida de la familia humana. Debemos preocuparnos por dejar un ambiente mejor a las generaciones venideras.

En lo social, al ser miembros de una sociedad o comunidad, podemos disfrutar los derechos que nos corresponden, pero debemos ser cuidadosos de cumplir estrictamente con nuestros deberes ciudadanos. Alejandro Magno, quizá el más grande conquistador de todos los tiempos, expresaba “Recuerda que de la conducta de cada uno depende el destino de todos”. Al ser parte de una sociedad disfrutamos de sus beneficios, pero tendremos que aceptar sus exigencias y de alguna manera debemos sacrificar parte de nuestras "libertades" individuales en beneficio de la paz y el bienestar colectivo.

Para construir sobre este último punto, me permito utilizar las palabras del filósofo francés y miembro del Comité de Ética de Francia, André Comte-Sponville (1952), quien expresó  “¿Quieres saber si tal o cual acción es buena o condenable? Pregúntate ¿Qué ocurriría si todos se comportaran como tú?”. Y podemos concluir que en una sociedad debemos tener comportamientos que no afecten a los otros. Hacernos estas preguntas de Comte-Sponville antes de decidir o actuar pueden darnos una idea de si es correcto hacerlo. Si cada quien hiciera lo que le provoque hacer, por las razones o convicciones que sea, válidas o no, desde su punto de vista, la sociedad terminaría convertida en un completo caos.  

En el plano personal podemos hacer mención a aquellos individuos que viven una vida personal desordenada, llena de malestares, reproches, desdichas, ansiedades, expectativas y más, a quienes les es imposible pensar en un real orden y respeto por lo externo y por lo otros, cuando no han logrado el necesario balance y equilibrio para ordenar su vida interna. Ello afecta y deteriora relaciones familiares, de pareja, amistad, crianza de hijos, de comportamiento social, etcétera, pudiendo llevarlas al caos y arrastrando a otros en su proceso de deterioro. 

Es común pedir libertades y concesiones para ampliar la participación y libertad en la vida externa, pero es imposible llevar una sana, nutritiva y respetuosa vida externa cuando estamos desnutridos internamente. Son muchos quienes niegan o restan importancia al deterioro y al caos, cuando sus acciones del día-día los han convertido en promotores y parte activa de ese deterioro y caos. Tengamos presente que "Recogemos lo que sembramos". 

Lo importante es tener presente como nuestro entorno -en general- puede irse deteriorando, haciéndose realidad ese deterioro en individuos, parejas, familias, empresas, sociedades y países, así como en el medio ambiente, en las relaciones de trabajo, y en realidad en todo. Prestar atención a pequeños desvíos para corregir a tiempo es clave, respetar los acuerdos y normas colectivas para evitar que lo malo se vuelva parte del paisaje y lo anormal lo aceptemos como normal, para encontrarnos –más adelante- con problemas difíciles de manejar y resolver debido a las dimensiones que han adquirido. No obstante, también es cierto que las crisis representan excelentes oportunidades de reflexión para alcanzar cambios, transformar y evolucionar como seres humanos y sociales. 

29 de Septiembre 2015.

Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.

Web: www.lidervoice.com
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. 


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