Los problemas se van gestando poco a poco, algunas
veces de manera casi imperceptible.
Miguel A. Terán
Por lo antes expuesto, algunas veces los llamados
problemas parecen insignificantes en esas primeras etapas, tanto así, que les
restamos toda importancia. El Maestro Zen vietnamita Thich Nhat Hanh, plantea
que “al pensar solo en nosotros mismos, solo conocemos nuestras propias
necesidades y haremos caso omiso a la necesidades de otras personas”.
Lo común, al considerar opciones, para resolver
problemas es buscar soluciones. Pero las soluciones tienen sus raíces en el
mismo problema, de manera tal que quedamos girando en círculos sobre el
problema, sin entenderlo ni atacar sus raíces. Es común intentar resolver los
síntomas, sin atender la causa. Es como disminuir una fiebre con algún
medicamento, sin acabar con la infección, la fiebre será recurrente luego del
intervalo del efecto del fármaco.
“Pocos sospechan al percibir la primera fisura en
una pieza de porcelana que esa delgada línea basta para hacerla estallar”,
expresa la escritora española Nuria Barrios.
Lo que realmente debemos resolver es la necesidad
que motiva la inquietud y el malestar, generando lo que denominamos problema.
En la reconocida escala de necesidades humanas desarrollada por el psicólogo
estadounidense Abraham Maslow, éste las jerarquiza, planteando una pirámide de
necesidades en la cual conforme se satisfacen las necesidades más básicas o
simples, las de orden fisiológico, van apareciendo otras de orden
superior.
Todo se va sucediendo como un proceso, en el
tiempo. Aunque buena parte de las veces cometemos el error de intentar
resolverlo de inmediato, sin entender que “algo que se deteriora como un
proceso debe resolverse como un proceso” o sea requerirá tiempo y esfuerzo.
Negarnos a comprender la gradualidad del deterioro puede hacernos pensar
erróneamente que fracasos en negocios, finanzas, pareja y familia, e
inclusive en lo político, económico y social, ocurren de repente. En otras
palabras, considerar que “hasta apenas ayer todo estaba bien” o “de repente te
das cuenta que todo ha terminado”.
Las enfermedades son un ejemplo de ese lento desarrollo del "problema" que por falta de atención y cuidados, dentro de un particular estilo de vida, avanzan hasta complicarnos la existencia.
Las enfermedades son un ejemplo de ese lento desarrollo del "problema" que por falta de atención y cuidados, dentro de un particular estilo de vida, avanzan hasta complicarnos la existencia.
Debemos ser perceptivos para detectar pequeños
cambios, que buscan satisfacer necesidades, pudiendo transformarse –si
dejamos que crezcan- en motivadores de situaciones complicadas, algunas veces
inmanejables. Buscar la causa sin perdernos en el efecto es clave, para
avocarnos a satisfacer las necesidades que generaron esa causa y evitar
consecuencias.
Agosto 27, 2015.
Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.
Blog: www. miguelterancoach.blogspot.com
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario
de la Real Academia de la Lengua Española).
No hay comentarios:
Publicar un comentario