martes, 25 de agosto de 2015

Las adversidades y dificultades deben contribuir a transformarnos en individuos sensibles y agradecidos. Miguel A. Terán

Las adversidades y dificultades deben contribuir a transformarnos en individuos sensibles y agradecidos.
Miguel A. Terán 

Son muchas las oportunidades en que vivimos experiencias –que podríamos definir como – difíciles; pero algunas veces, apenas breve tiempo después las repetimos,  cumpliendo la vieja frase: "La vida es tan buena maestra, que sino aprendes una lección te la repite". Volvemos a vivirlas, tantas veces como las necesitemos, mientras nos falte algo por aprender. 
Ocurre con frecuencia que, al atravesar adversidades y dificultades, prometemos o auto-prometemos cambios, en nuestra forma de pensar, decidir, actuar y ser, pero una vez las superamos nos olvidamos de la experiencia y las promesas, entre estas últimas estaban algunos agradecimientos que quedaron pendientes u olvidados. 
Una estrofa de la canción Maestra Vida, interpretada por el cantautor panameño Rubén Blades, expresa una gran verdad, cuando dice: “Y en Dios me acuerdo primero solo en trance de morirme o a veces cuando estoy triste, más nunca si estoy contento.  No dura agradecimiento para aquel que nos da la mano,  tan pronto nos sale el clavo se olvida todo el sufrimiento”. 
La compasión, solidaridad, humanidad, respeto y ternura son expresiones de la sensibilidad, pero requerimos “ponernos” literalmente en el lugar del otro, ser empáticos, para comprender a esa otra persona desde su perspectiva, puntos de vista y expectativas, no simplemente para sentir lástima o ser caritativo con ella.    
El político, orador y religioso francés Henri Lacordaire expresó que “La adversidad descubre al alma luces que la prosperidad no llega a percibir”. Parece que aprendemos más de los momentos y épocas difíciles, que de las buenas épocas, a pesar que algunas veces la vida debe repetirnos la lección.   
“Quien sabe de dolor, todo lo sabe”, decía el escritor y filósofo italiano Dante Alighieri. ¡Bienvenido sea el dolor si es causa de arrepentimiento!, expresaba el filósofo alemán Friedrich Hegel. Mientras el historiador italiano Cesare Cantù consideraba que “El dolor tiene un gran poder educativo; nos hace mejores, más misericordiosos, nos vuelve hacia nosotros mismos”. Lo expresado por Alighieri, Hegel y Cantù, coincide en que aprendemos de las experiencias difíciles, pero también el efecto de ese aprendizaje –muchas veces- se diluye con el tiempo.   
Sin embargo, en una perspectiva distinta, afirmaba San Gregorio, teólogo de la Iglesia Griega “No hay adversidad que pueda derribar a aquel que la prosperidad no ha logrado engañar”. En otras palabras, si la prosperidad no logro hacernos sus víctimas, superaremos cualquier adversidad. “Una mirada hacia atrás vale más que una hacia adelante”, expresaba Arquímedes, el famoso físico, ingeniero, inventor, astrónomo y matemático griego.  La razón para esa mirada hacia atrás, quizá la explicaba el filósofo holandés Baruch Benedict Spinoza, diciendo: “Si no quieres repetir el pasado, estúdialo”. 
Es difícil enseñar a alguien a sentir, porque sentir proviene del interior de cada uno de nosotros, por tanto es nuestro reto aprender a sentir. La sensibilidad da sus primeros pasos en el hogar, allí debemos aprender a respetar otros pronombres, distintos a la primera persona del singular “Yo” y, en los posesivos, otros distintos a “Mío”.  Las dificultades que nos presenta la vida son valiosas oportunidades para sensibilizar nuestra  mente, corazón y espíritu, abriendo espacios para nutrirnos y convertirnos en mejores seres humanos.

Agosto 26, 2015.

Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.

Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).


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