miércoles, 22 de julio de 2015

Evitemos tomar a los demás como referencia para ser felices. Miguel A. Terán

Evitemos tomar a los demás como referencia para ser felices.
Miguel A. Terán

Expresaba el escritor y aviador estadounidense, Richard Bach, “Si tu felicidad depende de lo que hagan los demás, supongo que estarás en aprietos”. La felicidad propia con referencia a la felicidad de otros no es posible alcanzarla, porque siempre imaginamos a los otros más felices de lo que en realidad son, nos decía el escritor y político francés Barón de Montesquieu. 
Por su parte, el poeta italiano del siglo XVIII, Pietro Metastasio, afirmaba que “Si las íntimas preocupaciones de cada cual se leyeran escritas sobre su frente !Cuántos que causan envidia nos generarían lástima!”. Vemos lo superficial, pero no es fácil ver los sufrimientos y esfuerzos. Podemos llegar a envidiar a alguien, simplemente por desconocimiento de lo que ese alguien enfrenta a diario, para hacer y tener lo que envidiamos. 
Las comparaciones siempre son incompletas, porque es imposible verificar todos los detalles y variables, para hacerlo de manera justa y equilibrada. Es fácil ver o entrarse de algunos logros de alguien, las noticias y el rumor corren rápido, pero no es fácil conocer y comprender los esfuerzos y sacrificios de esa persona para alcanzar tales logros. 
También es muy común que atribuyamos los logros de otros a la suerte, a sus relaciones o contactos, pero en realidad muchos de esos logros –por supuesto con excepciones-  corresponden más al resultado de los pequeños y grandes esfuerzos y sacrificios de cada día. 
La felicidad parece radicar dentro de nosotros; consciente de ello, cientos de años atrás el poeta romano  Publio Siro reconocía que “Ninguna persona es feliz a menos que crea serlo”. En similar orden de ideas, unos cuantos siglos después, el político estadounidense Abraham Lincoln afirmó “Casi todas las personas son tan felices como deciden serlo”. 
“Mi felicidad consiste en que sé apreciar lo que tengo y no deseo con exceso lo que no tengo”, expresaba el escritor ruso León Tolstoi. Compararnos con los demás para concluir cuán felices somos, hará que siempre estemos incompletos, porque cualquier cambio en el otro –objeto de nuestra comparación- nos llevará  a considerar  la necesidad de hacer algo para imitarlo, y así perdemos nuestra paz y con ella nuestra felicidad.    
El hermoso poema Desiderata del estadounidense Max Ehrmann, publicado en 1948,  expresa en una de sus estofas “Si te comparas con los demás, te volverás vano y amargado, pues siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú”. En realidad, el reto en nuestras vidas es compararnos y superarnos a nosotros mismos, para lograr ser lo que deseamos y podemos llegar a ser.

Julio 23, 2015. 

Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.

Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).


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