martes, 21 de julio de 2015

Eliminemos el dañino hábito de generalizar. Miguel A. Terán

Eliminemos el dañino hábito de generalizar.
Miguel A. Terán

Cuando generalizamos extendemos a lo particular las características de lo general, olvidando considerar otras variables involucradas, para verificar la certeza de la apreciación.  Muchas veces una simple experiencia u observación, es suficiente para que alguien intente emitir un juicio general sobre algo o alguien en particular, dejando fuera el necesario razonamiento para validarlo.   
La rigidez de nuestras creencias mezclada con la información equivocada, sesgada o inadecuadamente interpretada, contribuye a que hagamos deducciones erróneas y concluyamos generalizando lo –supuestamente- bueno o malo. 
Llegar a conclusiones teniendo pocas evidencias, es un insano ejemplo de generalizar. Es necesario evaluar y considerar múltiples evidencias antes de sacar conclusiones y emitir juicios. En épocas como la presente, donde existe abundante información, disponemos de innumerables opciones para verificar antes de emitir juicios o tomar posición, con respecto a variados temas. 
Generalizar tiene como compañera a la subjetividad, porque al  utilizar la información de que disponemos, independientemente que la misma sea incompleta, sesgada, distorsionada o irrelevante, al mezclarla con un toque de emocionalidad y creencias personales, producimos la dañina generalización. 
Para conservar nuestra salud mental debemos reconocer que las cosas no son todo o nada, que existen matices, puntos y caminos medios. Es necesario entender que algunas veces nos va bien y otras no tanto. Es un hecho, que a nadie le va bien ni mal todo el tiempo. 
Es común la lectura de titulares, con generalizaciones, en la prensa y otros medios de comunicación, que dejan entrever intereses editoriales o ligereza de quien la escribe o la publica. Decía el escritor francés Alejandro Dumas (Hijo) que “Todas las generalizaciones son peligrosas, incluida ésta”. 
En el lenguaje común, las palabras siempre, todo, nada o nunca, corresponden usualmente a generalizaciones de diferente tipo, sean éstas positivas o negativas. La polaridad de la generalización, positiva o negativa, no quita su posible carácter erróneo. 
Aunque para el bienestar de nuestra autoestima, no es lo mismo decir “A veces me equivoco” que “Siempre me equivoco”. La palabra Siempre es una generalización, que la persona la concluye y asume como cierta, quizá habiendo cometido solo un par de errores o equivocaciones. 
Generalizar  un problema también es complicado, porque cada persona tiene su propia perspectiva, circunstancias, creencias  y paradigmas; por tanto, el referido problema no nos afecta a todos de igual manera. Tengamos presente que no siempre son las situaciones o hechos los causantes de nuestras generalizaciones, sino  nuestra interpretación de las mismas. 
La generalización nos ha llevado a etiquetar personas, con solo observar e incluso inferir en ellas algún rasgo, que subjetivamente se convierte en fuente de nuestra generalización y discriminación. Muchos problemas sociales se han desarrollado en ilógicas e irracionales generalizaciones atribuidas a alguna raza, tendencia política, religiosa, etcétera. 
En el día a día, debemos vigilar la forma en que utilizamos las palabras siempre, todo, nada o nunca, porque nos llevan a pensamientos absolutos acerca de algo o alguien.  Generalizar, en negativo, más allá de la inexactitud, es una injusticia con el objeto, situación o persona que recibe la generalización. Generalizar, en positivo,  tiene el riesgo de asumir verdades también absolutas, que no necesariamente son ciertas.  Las generalizaciones, en cualquier polaridad, han sido, son y seguirán siendo causa de problemas en la relación entre los seres humanos, aunque esta afirmación y otras, de líneas anteriores, también podrían ser consideradas generalizaciones de mi parte.  


Julio 22, 2015. 

Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.

Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).


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