miércoles, 8 de julio de 2015

En nuestro transitar por la vida es importante no olvidar nuestras raíces. Miguel A. Terán

En nuestro transitar por la vida es importante no olvidar nuestras raíces.
Miguel A. Terán

Es fácil que la diaria lucha por seguir adelante y las angustias que ésta trae, nos lleven a olvidar de dónde venimos, a no recordar nuestros orígenes. El riesgo es que al perder esa referencia del pasado, perdamos con ella la firmeza de principios y valores, dejando abierta la posibilidad de tomar rumbos en el presente que afecten nuestro futuro. 
A  nuestros hijos debemos dejar dos legados, raíces y alas, refería el periodista y escritor estadounidense Hodding Carter. Raíces para sostenerse firmes, en sus principios y valores; y alas, para tomar vuelo hacia nuevos horizontes en busca de sus sueños. Afirmaba Roy E. Disney, uno de los accionistas y ejecutivos de la Corporación Disney, que “No es difícil tomar decisiones cuando sabes cuáles son tus valores”. 
Nuestras raíces están impregnadas de la cultura del hogar y la sociedad donde crecimos, ambas impregnadas de valores que guían u orientan nuestro modo de sentir, pensar, decidir y vivir; por ello, perder u olvidar las raíces implica aceptar nuevas formas de ser y actuar. 
En ese transitar por la vida cambiamos de lugares en los cuales vivimos, haciéndonos parte de otras culturas, lo cual no  necesariamente es algo negativo, salvo que olvidemos nuestra cultura de origen. Este esfuerzo para conservar nuestra cultura debemos hacerlo parte de nuestros hogares y procurar llevarlo hasta nuestros hijos. Uno de los mayores esfuerzos debe ser conservar el lenguaje de origen. 
El lenguaje es en sí mismo un hecho cultural, en el radica parte importante de la transmisión de nuestras raíces a las posteriores generaciones. Al lenguaje no basta con aprenderlo solo desde el punto de vista lingüístico y gramatical, requerimos asociarlo con la cultura del lugar para poder comprenderlo debidamente. Permitir que las nuevas generaciones pierdan el lenguaje de origen, por el hecho de vivir en otros lugares con lenguaje diferente, es dejar morir nuestra cultura y valores, además de limitarles su crecimiento personal, profesional y económico. 
Existen posiciones encontradas en cuanto a adaptarse o no a nuevas culturas. La clave parece ser conservar el adecuado equilibrio, en consideración a que los extremos tienen sus puntos negativos. Adaptarse totalmente a una nueva cultura olvidando las raíces y la cultura de origen, podría no ser del todo sano; pero tampoco es sano, pretender vivir en otro lugar conservando toda la carga cultural del lugar de origen, porque el proceso de adaptación se hace muy difícil y doloroso.  Sería como vivir en dos mundos.  
Un adecuado equilibrio entre las dos culturas es una razonable decisión, que permitirá tomar -de alguna manera- lo mejor de ambas,  conservando los principios que por su universalidad no son sustituibles, ni deben ser negociables, a pesar de estar en un mundo donde todo cambia a diario.  

Julio 09, 2015.

Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.

Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).


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