En nuestro
transitar por la vida es importante no olvidar nuestras raíces.
Miguel A.
Terán
Es fácil que
la diaria lucha por seguir adelante y las angustias que ésta trae, nos lleven a
olvidar de dónde venimos, a no recordar nuestros orígenes. El riesgo es que al
perder esa referencia del pasado, perdamos con ella la firmeza de principios y
valores, dejando abierta la posibilidad de tomar rumbos en el presente que
afecten nuestro futuro.
A
nuestros hijos debemos dejar dos legados, raíces y alas, refería el periodista
y escritor estadounidense Hodding Carter. Raíces para sostenerse firmes, en sus
principios y valores; y alas, para tomar vuelo hacia nuevos horizontes en busca
de sus sueños. Afirmaba Roy E. Disney, uno de los accionistas y ejecutivos de
la Corporación Disney, que “No es difícil tomar decisiones cuando sabes cuáles
son tus valores”.
Nuestras
raíces están impregnadas de la cultura del hogar y la sociedad donde crecimos,
ambas impregnadas de valores que guían u orientan nuestro modo de sentir,
pensar, decidir y vivir; por ello, perder u olvidar las raíces implica aceptar
nuevas formas de ser y actuar.
En ese
transitar por la vida cambiamos de lugares en los cuales vivimos, haciéndonos
parte de otras culturas, lo cual no necesariamente es algo negativo,
salvo que olvidemos nuestra cultura de origen. Este esfuerzo para conservar
nuestra cultura debemos hacerlo parte de nuestros hogares y procurar llevarlo
hasta nuestros hijos. Uno de los mayores esfuerzos debe ser conservar el
lenguaje de origen.
El lenguaje es
en sí mismo un hecho cultural, en el radica parte importante de la transmisión
de nuestras raíces a las posteriores generaciones. Al lenguaje no basta con
aprenderlo solo desde el punto de vista lingüístico y gramatical, requerimos
asociarlo con la cultura del lugar para poder comprenderlo debidamente.
Permitir que las nuevas generaciones pierdan el lenguaje de origen, por el
hecho de vivir en otros lugares con lenguaje diferente, es dejar morir nuestra
cultura y valores, además de limitarles su crecimiento personal, profesional y
económico.
Existen
posiciones encontradas en cuanto a adaptarse o no a nuevas culturas. La clave
parece ser conservar el adecuado equilibrio, en consideración a que los
extremos tienen sus puntos negativos. Adaptarse totalmente a una nueva cultura
olvidando las raíces y la cultura de origen, podría no ser del todo sano; pero
tampoco es sano, pretender vivir en otro lugar conservando toda la carga
cultural del lugar de origen, porque el proceso de adaptación se hace muy
difícil y doloroso. Sería como vivir en dos mundos.
Un adecuado
equilibrio entre las dos culturas es una razonable decisión, que permitirá
tomar -de alguna manera- lo mejor de ambas, conservando los principios
que por su universalidad no son sustituibles, ni deben ser negociables, a pesar
de estar en un mundo donde todo cambia a diario.
Julio 09,
2015.
Miguel A.
Terán
Psicología,
filosofía y coaching.
Blog: www. miguelterancoach.blogspot.com
Twitter:
@MiguelATeranO
Nota: imagen
extraída de la web
Referencias:
Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua
Española).
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