La verdad está más cerca de la utopía que de la
realidad; ello, tal vez explica porque cada quien tiene la suya propia. Sin
embargo, también ocurre que algunos individuos atrapados en su ignorancia, han
tomado las “verdades” de otros como sus verdades, en muchos casos hasta con
fanatismo. Lo cierto parece ser que las verdades cambian, tal vez por ello,
el escritor y pensador político francés Barón de Montesquieu ratificaba
que “La verdad en un tiempo es error en otro”.
La confusión y el posterior problema con la verdad
radica en la intención, de quien cree poseerla, de universalizarla y hacerla
válida para todos. En oportunidades, hay quien expresa esa personal “verdad”
con fines proselitistas, para ganar adeptos, partidarios o seguidores de esa o
de otras “verdades”. En otros casos, simplemente para expresar su “verdad” a
otros, tal vez aplicable y válida para algunos en similares circunstancias,
pero no para todos.
No obstante, sería sano y válido, en muchas
situaciones u oportunidades preguntarse: ¿Es verdadero mi punto de vista? Y la
respuesta, podría ser afirmativa, la mayor parte de las veces única y
exclusivamente para mi ¡Propia verdad! Una verdad, que de alguna o de
muchas formas, ha sido configurada y determinada por mis vivencias, experiencias,
conocimientos, creencias, paradigmas, valores, cultura, prejuicios, intereses, prioridades
y más; y en este más, por mis circunstancias pasadas y presentes, así como la
interpretación que hago de las mismas.
“Solo hay una verdad absoluta: que la verdad es
relativa” nos decía el novelista y ensayista francés André Maurois. Los
hechos son los hechos, pero la experiencia que cada uno de nosotros ha “vivido”
con respecto a esos hechos es más un fenómeno perceptual que una realidad,
basado en todas esa variables expresadas en el párrafo anterior. Decía la
escritora de origen francés Anaïs Nin “No vemos las cosas como son, las vemos
como nosotros somos”.
En muchas oportunidades,
defendemos puntos de vista, sin ni siquiera haberlos evaluado, reflexionado ni
cuestionado. Innumerables creencias que desde temprana edad recibimos a través
de la cultura, desde la familia a la sociedad, han implantado en nosotros
verdades que las hacemos incuestionables, más allá de que “Los hechos son
muchos, pero la verdad es una”, tal cual, expresaba el filósofo y escritor
hindú Rabindranath Tagore.
El político y pensador hindú
Mahatma Gandhi, planteaba que era difícil responder a la pregunta ¿Qué es la
verdad?, pero manifestaba que la había resuelto considerando que la verdad es
lo que dice tu voz interior. En similar orden de ideas, algunos cuantos siglos
atrás, San Agustín afirmaba “En nuestro interior habita la verdad”.
El historiador romano Tácito
consideraba que “La verdad se robustece con la investigación y
con el paso del tiempo; mientras la falsedad, con el apresuramiento y la
incertidumbre”. Por su parte, el filósofo y estadista inglés Sir Francis Bacon afirmaba que “La verdad es hija del tiempo, no
de la autoridad”. Finalmente, el tiempo deja al descubierto las verdades,
independientemente, de todo el esfuerzo para ocultarla con falsedades y
mentiras.
En una realista afirmación, el
poeta, novelista y dramaturgo español Lope de Vega, dijo “Nadie puede apartarse
de la verdad sin dañarse a sí mismo”. Desvirtuar, tergiversar u ocultar
la verdad, más temprano que tarde, traerá consecuencias que también harán
daño a quien o quienes se encargaron de utilizarla para sus intereses.
Lo cierto parece ser que “Lo
verdadero es siempre sencillo, pero solemos llegar a ello por el camino más complicado”,
según palabras de George Sand, la escritora francesa. En un mundo de verdades
relativas y situacionales, global y multicultural como el actual, donde
han desaparecido las referencias del ayer para juzgar lo bueno y lo malo, lo
sano y lo insano, lo verdadero y lo falso, lo honesto y lo deshonesto, lo moral
y lo inmoral y paremos de contar; tristemente, parece haber cabida para
todo.
En resumen, ratificar lo
verdadero es complejo, porque los hechos pueden contener múltiples
interpretaciones. Aunque, por lo general, hasta las afirmaciones más extremas
no dejan de tener algo de verdad, aunque sea solo la verdad de quien las
afirma. El novelista británico Graham Greene, expresaba: “Intento
comprender la verdad, aunque esto comprometa mi ideología”, lo cual dejaba ver
su –envidiable- espíritu nada ortodoxo ni dogmático. Es un hecho que
debemos ser cuidadosos para no utilizar nuestra verdad como única unidad de
medida, pretendiendo evaluar y juzgar con ella las verdades de los demás.
¿Tu verdad? No, la Verdad,
y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela.
Antonio Machado
(1875-1939). Poeta y prosista español.
Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y
coaching.
Blog: www.miguelterancoach.blogspot.com
Web Page: www.lidervoice.com
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Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE
(Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).
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