jueves, 21 de mayo de 2020

¿Es posible convivir con lo mejor de ambos mundos? Miguel A. Terán



Utilizamos la expresión “lo mejor de ambos mundos” en sentido positivo o negativo, para referirnos a la posibilidad o imposibilidad de quedarnos con lo mejor de esos dos deseados extremos. La respuesta a este deseo puede ser “quizá sí o quizá no”, todo depende de que tan excluyentes, diferentes y distantes sean esos extremos.

El mundo espiritual y el mundo material están entre los extremos más conocidos. No es imposible mezclarlos, pero no siempre es fácil lograrlo conservando el justo y sano equilibrio. 

En realidad, podemos visualizar el tema como una balanza de peso, en la cual al bajar uno de sus platos por el peso que colocamos en éste, el otro plato sube al ser más ligero de peso. En otro ejemplo, para visualizar lo referido, podríamos mencionar al juego de parques infantiles, el balancín, subibaja o sube y baja.  

La verdad parece ser que “lo mejor de ambos mundos” está en el punto de equilibrio entre ambos, ni muy arriba ni muy abajo. Tratar de transitar o avanzar más allá de ese punto de equilibrio, en cualquiera de los aspectos, tiende a desbalancearlo. Parece necesario comprender que existe un punto y momento, a partir del cual lo que obtenemos de un lado representa una pérdida en el otro lado; en otras palabras, desbalanceamos el balancín.

Podemos tratar de explicar un poco mejor el tema, ejemplificando la relación entre nivel o estándar de vida y calidad de vida. Entendiendo, el nivel o estándar de vida como la capacidad y facilidad con la que podemos satisfacer nuestras necesidades y deseos, relacionados con lo material. Mientras que el concepto de calidad de vida es más complejo de describir, pero básicamente hace referencia a esa mezcla armónica, balanceada y equilibrada entre lo material, lo psicológico y lo espiritual.

Ese punto de equilibrio que referíamos, dos párrafos atrás, comenzamos a perderlo cuando priorizamos alguno de los aspectos, bien sea el material, el psicológico o el espiritual. Pretender subirlos o bajarlos todos de manera uniforme es literalmente imposible, porque más allá de cierto punto comienza a hacer efecto el desequilibrio. Entonces, es un hecho que al otorgar prioridad a alguno, esa prioridad consume tiempo y otros recursos limitados, que hasta el momento recibían los otros, creando un efecto multiplicador de pérdidas que resulta en un desbalance y sus consecuencias.

Subir el nivel o estándar de vida, sin duda que mejora la calidad de vida, pero hasta cierto punto, porque ese nivel o estándar está en continuo proceso de cambio, lo cual representa cada vez mayores exigencias y sacrificios para conservarlo, y es allí donde la calidad de vida comienza a deteriorarse.

Ejemplos simples –de la vida diaria- hay muchos, entre ellos podemos mencionar: querer conservar peso, mientras deseamos comer de todo y no hacer ejercicio; dormir en exceso y pretender disponer de tiempo para otras actividades importantes; trabajar en exceso y conservar una familia sin conflictos; gastar dinero en el día a día y disponer de un presupuesto para emergencias o vacaciones; entre muchas otras. Todos los anteriores ejemplos se reflejan en malestares, estrés, problemas de salud, problemas de relación y mucho más.

“El equilibrio entre vida y trabajo es sin duda una de las luchas más significativas encaradas por el individuo moderno”, afirmaba el consultor y autor Stephen Covey. Otros extremos, que tratamos de unir los encontramos entre lo urgente e importante, con muchos problemas y consecuencias al equivocarnos escogiendo. La política británica, Clare Short, menciona otros extremos, diciendo “Se debe encontrar el equilibrio adecuado entre rapidez y calidad”; porque es cierto, que la mayor parte de las veces la rapidez atenta contra la calidad o viceversa.  

Entendiendo que “lo mejor de ambos mundos” tiene un límite, parece razonable establecer mejor nuestras prioridades de vida y distribuir equilibradamente nuestro tiempo y otros recursos en satisfacerlas. Sin embargo, será siempre necesario revisarlas de manera periódica, para hacer los ajustes a que haya lugar, corregir rumbo y tratar de conserva la armonía, balance y equilibrio en los diferentes aspectos de nuestra vida.

La presentadora de televisión, actriz y productora estadounidense Oprah Winfrey, reconoce y afirma que “No puedes tener todo y hacer todo al mismo tiempo”. Mientras que la soprano afroamericana estadounidense Jessye Norman, considera que “Los problemas surgen cuando tienes que encontrar un equilibrio entre lo que las personas necesitan de ti y que necesitas tú para ti mismo”. Otro alguien, anónimo, acertadamente refirió la imposibilidad de soplar y absorber al mismo tiempo; simplemente,  no puede ser, debe haber un momento para cada actividad.

Un proverbio hindú refiere que “Incluso el néctar es venenoso si se toma en exceso”. Reiterando y resumiendo lo antes expresado, parece que el equilibrio está en el centro, no en los extremos, los cuales podemos tratar de unir, pero hasta cierto límite.  De manera tal, que es sano priorizar con equilibrado criterio, comprendiendo los beneficios y consecuencias futuras de nuestras decisiones y acciones presentes, pero luego de esa escogencia debemos disfrutar de lo que priorizamos.  

Miguel A. Terán

Psicología, filosofía y coaching.


Web Page: www.lidervoice.com



Twitter: @MiguelATeranO

Nota: imagen extraída de la web

Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española





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