miércoles, 13 de mayo de 2015

REFLEXIÓN DEL DÍA (Miércoles 13 de Mayo de 2015)‏

“Las personas no son malvadas, son –simplemente- desgraciadas”.
Abraham Maslow (1908-1970). Psicólogo estadounidense. Uno de los fundadores de la Psicología Humanista.

REFLEXIÓN: En esta cita la desgracia hace referencia a un suceso adverso, infeliz o triste, voluntario o no,  que puede sufrir un individuo, familia, amistad, pareja, sociedad o empresa.  La desgracia es en realidad la  percepción e interpretación de un suceso o evento, cuyo resultado –en base a nuestras creencias y paradigmas- fue contrario  a nuestra expectativa, a lo que convenía o esperábamos. 
Es válido aclarar que existe una diferencia entre la palabra desgracia y el verbo desgraciar; en la primera, “desgracia” –tal cual referimos – es ese evento o situación que podemos vivir o sufrir; en el segundo, “desgraciar” tiene un sentido del daño recibido o percibido, especialmente cuando sentimos que proviene de otro individuo o causa. Aunque también se puede decir –y de hecho se expresa así- al referir que alguien o algo le desgració la vida a otro alguien. 
Quien escoge o decide vivir en desgracia, puede ocultarla calladamente para su sufrimiento personal o puede hacerla pública para buscar apoyo o generar lástima. Pero quien evade, disfraza u oculta a sí mismo su propio malestar e infelicidad, negándose a enfrentarla, se maltrata internamente y termina convenciéndose y convirtiéndose en una persona desgraciada. Siendo la primera víctima de su propia desgracia. 
El autor de esta cita o pensamiento consideraba que una persona no era malvada, sino una pobre víctima de su propia desgracia, que lejos de reconocer las causas de la misma y esforzarse por superarla, se dedica a hacer maldades con el objetivo de desgraciar a otros al hacerles daño en diferente sentido, tal vez como una forma de “aliviar” o “escapar” su desgracia.  
Aunque haríamos justicia ratificando  que simplemente es un ser atormentado y víctima de su incapacidad para procesar y resolver sus propios conflictos. Ese individuo malvado –referido por Maslow- a través de su maldad o daño, oculta a un individuo lleno de temores, miedos, frustraciones, inseguridades, angustias  y –sobre todo- una pobre autoestima. 
Parece que las personas actúan como malvadas, buscando una vía de escape al sentirse desgraciadas. Esa percepción negativa de desgracia, que no necesariamente es realidad, porque tiene que ver con sus propias expectativas y creencias- es lo que podría servir de estímulo  a ese individuo para actuar de manera indebida. 
El sentimiento de la desgracia es tan interpretativo que el novelista y ensayista francés André Maurois planteaba “Si no quieres ser desgraciado trata a las catástrofes como  molestias, pero de ninguna manera a las molestias como  catástrofes”.  La  consideración de un evento o situación como desgracia, es algo que juzgamos y valoramos nosotros mismos. 
Al hablar de desgracias –generalmente- las más importantes son las nuestras, si es que nos atrevemos a contarlas; tal vez por ello,  el escritor estadounidense John Ernst Steinbeck afirmaba “Es curioso lo lejana que resulta una desgracia cuando no nos atañe o incumbe personalmente”. Pero como toda vivencia y experiencia en la vida, las “desgracias” si las entendemos como aprendizaje, permitirán comprender las palabras del escritor y economista español José Luis Sampedro,  quien dijo “Porque es tocando fondo, aunque sea en la amargura y la degradación, donde uno llega a saber quién es, y donde entonces empieza a pisar firme”. 
Debemos estar en paz con los demás, pero sobre todo en paz y satisfechos con nosotros mismos, para no tener necesidad de ocultar en la maldad o en el daño a otros nuestra propia desgracia.

Miguel A. Terán
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española). 

No hay comentarios:

Publicar un comentario