“Las personas no son malvadas, son –simplemente-
desgraciadas”.
Abraham Maslow (1908-1970). Psicólogo
estadounidense. Uno de los fundadores de la Psicología Humanista.
REFLEXIÓN: En esta cita la desgracia hace
referencia a un suceso adverso, infeliz o triste, voluntario o no, que
puede sufrir un individuo, familia, amistad, pareja, sociedad o empresa.
La desgracia es en realidad la percepción e interpretación de un suceso o
evento, cuyo resultado –en base a nuestras creencias y paradigmas- fue
contrario a nuestra expectativa, a lo que convenía o esperábamos.
Es válido aclarar que existe una diferencia entre
la palabra desgracia y el verbo desgraciar; en la primera, “desgracia” –tal
cual referimos – es ese evento o situación que podemos vivir o sufrir; en el
segundo, “desgraciar” tiene un sentido del daño recibido o percibido,
especialmente cuando sentimos que proviene de otro individuo o causa. Aunque
también se puede decir –y de hecho se expresa así- al referir que alguien o
algo le desgració la vida a otro alguien.
Quien escoge o decide vivir en desgracia, puede
ocultarla calladamente para su sufrimiento personal o puede hacerla pública
para buscar apoyo o generar lástima. Pero quien evade, disfraza u oculta a sí
mismo su propio malestar e infelicidad, negándose a enfrentarla, se maltrata
internamente y termina convenciéndose y convirtiéndose en una persona
desgraciada. Siendo la primera víctima de su propia desgracia.
El autor de esta cita o pensamiento consideraba
que una persona no era malvada, sino una pobre víctima de su propia desgracia,
que lejos de reconocer las causas de la misma y esforzarse por superarla, se
dedica a hacer maldades con el objetivo de desgraciar a otros al hacerles daño
en diferente sentido, tal vez como una forma de “aliviar” o “escapar” su
desgracia.
Aunque haríamos justicia ratificando que
simplemente es un ser atormentado y víctima de su incapacidad para procesar y
resolver sus propios conflictos. Ese individuo malvado –referido por Maslow- a
través de su maldad o daño, oculta a un individuo lleno de temores, miedos,
frustraciones, inseguridades, angustias y –sobre todo- una pobre
autoestima.
Parece que las personas actúan como malvadas,
buscando una vía de escape al sentirse desgraciadas. Esa percepción negativa de
desgracia, que no necesariamente es realidad, porque tiene que ver con sus
propias expectativas y creencias- es lo que podría servir de estímulo a
ese individuo para actuar de manera indebida.
El sentimiento de la desgracia es tan
interpretativo que el novelista y ensayista francés André Maurois planteaba “Si
no quieres ser desgraciado trata a las catástrofes como molestias, pero
de ninguna manera a las molestias como catástrofes”. La
consideración de un evento o situación como desgracia, es algo que
juzgamos y valoramos nosotros mismos.
Al hablar de desgracias –generalmente- las más
importantes son las nuestras, si es que nos atrevemos a contarlas; tal vez por
ello, el escritor estadounidense John Ernst Steinbeck afirmaba “Es
curioso lo lejana que resulta una desgracia cuando no nos atañe o incumbe
personalmente”. Pero como toda vivencia y experiencia en la vida, las
“desgracias” si las entendemos como aprendizaje, permitirán comprender las
palabras del escritor y economista español José Luis Sampedro, quien dijo
“Porque es tocando fondo, aunque sea en la amargura y la degradación, donde uno
llega a saber quién es, y donde entonces empieza a pisar firme”.
Debemos estar en paz con los demás, pero sobre
todo en paz y satisfechos con nosotros mismos, para no tener necesidad de
ocultar en la maldad o en el daño a otros nuestra propia desgracia.
Miguel A. Terán
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE
(Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).
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