“No prepares el camino para el niño, prepara el
niño para el camino”.
Autor anónimo.
REFLEXIÓN: Si pretendemos resolver la vida de
nuestros hijos en el corto plazo, dediquémonos a dar respuesta a sus
inquietudes y problemas; pero si queremos que ellos mismos puedan dirigir y
resolver sus vidas en el largo plazo, ayudémosles a reconocer su
necesidades, a manejar sus emociones, a vivir una vida basada en principios y
valores, a tomar conciencia de sus propias decisiones asumiendo la
responsabilidad de las mismas y a escoger su propio camino.
Nuestros hijos deben comprender desde pequeños que
la libertad está unida a la responsabilidad, y que recibiremos las
consecuencias –positivas o negativas- de nuestras acciones, porque en la vida
recogemos lo que sembramos. Ten presente que “Tus hijos no tendrán éxito
gracias a lo que hayas hecho por ellos, sino gracias a lo que les hayas
enseñado a hacer por sí mismos”, afirmaba la periodista estadounidense Ann
Landers.
Garantizar a nuestros hijos una infancia y
adolescencia de “espectáculo” o “burbuja”, sin problemas y con todo resuelto no
es garantía de una adultez feliz, una buena parte de las veces es lo contrario.
Porque darles todo no los prepara para la vida, sino que los deja –en muchos
casos- sin capacidad para sobrevivir a las frustraciones a que regularmente nos
somete la vida. El filósofo y sabio chino Confucio recomendaba “Cría a
tus Hijos con un poco de hambre y un poco de Frío”, evitando darles de todo y
hasta en exceso, así valorarán. Ellos deben entender –desde muy pequeños- que
no todo tiene una etiqueta de precio, por lo tanto, no todo se puede comprar.
La adversidad, los contratiempos, los infortunios
y otros elementos limitantes son parte de la dinámica de vida, y requeriremos
manejarlos adecuadamente para poder vivir en armonía y equilibrio. Al querer
dar a ellos una vida sin obstáculos, estaremos criándoles incompletos,
porque le cortaremos vivencias y experiencias necesarias para aprender y
desarrollar los conocimientos y habilidades que más adelante requerirán
para crecer e independizarse.
A nuestros hijos los preparamos no solo con lo que
les decimos que deben hacer, sino con nuestro diario ejemplo. Al respecto, bien
lo expresó la Madre Teresa de Calcuta, diciendo “No te preocupes porque tus
hijos no te escuchen: te observan todo el día”.
A diferencia del pasado, los padres de hoy día se
involucran –tal vez- demasiado en la vida de sus hijos. Erróneamente, muchos
padres han perdido el sentido y enfoque de sus propias vidas, inclusive
de pareja, desviándolas para girar alrededor de las vidas de sus hijos.
Podemos llegar a obsesionarnos tanto con ese
desvirtuado y patológico objetivo de vida, que consideramos a nuestros hijos
como lo más cercano a la perfección; llegando a la imposibilidad de considerar
–y mucho menos aceptar- algo negativo de ellos, algunas veces olvidamos que son
seres humanos y los convertimos en un proyecto, nuestro proyecto de vida. Al
negar, inclusive lo obvio, este tipo de progenitores se arriesgan a que
cualquier problema crezca en el tiempo, mientras se niegan a reconocerlo.
Todo en la vida tiene límites y es sano entender y
respetar esos límites. Cuando los padres transgreden o rebasan esos límites,
comienzan a asumir la responsabilidad de problemas que pertenecen a
sus hijos. En innumerables ocasiones los hijos se desentienden de su problema y
la responsabilidad de la solución es ahora de sus padres. “No les evitéis a
vuestros hijos las dificultades de la vida, enseñadles más bien a superarlas”,
decía el científico francés Louis Pasteur.
Es ilógico pretender corregir nuestros errores y
vivir la vida que no vivimos a través de las vidas de nuestros hijos. Alguien
dijo “Sí quiere un campeón en la familia: ¡Entrénese Usted!... y mientras tanto
deje que sus hijos jueguen felices”, permitiéndoles que sean niños.
Muchos padres son culpables de esa insana
competencia que tanto daño hace a la sociedad. En una vida con sentido,
contenido y conciencia nunca “El fin justificará los medios”. No debemos exigir
a nuestros hijos que logren sus metas a toda costa, hagámosle entender la importancia
de los límites y de ser felices transitando el camino de la vida, porque la
felicidad no está en un lugar al cual debemos llegar. Una vida de competencia
les mantendrá siempre alejados de la paz y la felicidad.
Miguel A. Terán
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la
Real Academia de la Lengua Española).
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