jueves, 21 de mayo de 2015

REFLEXIÓN DEL DÍA (Jueves 21 de Mayo de 2015)‏

“Si vas a jugar conmigo, procura que yo también me divierta”.
Autor Anónimo

REFLEXIÓN: En las relaciones humanas y, especialmente, en las relaciones de pareja, entran en juego la  honestidad y las expectativas. Son muchos los problemas que se evitarían, siendo honestos y aclarando –desde los inicios- las expectativas de cada uno  acerca del probable rumbo de la relación, porque está se consolidará o no en el tiempo. 
No es sano iniciar o establecer relaciones afectivas donde alguna de las partes pueda salir lastimada. Ser honestos y aclarar el tipo de relación, cuando se habla entre personas maduras, es válido para evitar esos malos entendidos.  Aunque tristemente, como decía la escritora francesa Amantine-Lucile-Aurore Dupin, quien escribía bajo el seudónimo de George Sand “Nada se parece más a un hombre honesto que un pícaro que conoce su oficio”.  Sin duda que, en la vida real,  también existe la versión femenina de este espécimen de la fauna humana. 
Cuando desde el inicio de la relación no se aclaran debidamente expectativas y  reglas del juego, corremos el riesgo de que esas expectativas, cargadas de interpretaciones, algunas de ellas subjetivas o –simplemente- sesgadas por el interés o apego a la otra persona, concluyan en malos entendidos y los consecuentes problemas.  Otras veces, ocurre que algunas de las partes no se atreve a exponer honestamente su interés inicial y, en la medida que la relación avanza, las cosas se complican y la probabilidad de salir –cuando menos- ilesos será realidad. 
En todo caso, es un hecho que ser honestos no es fácil y la mejor muestra de ello es que nos engañamos incluso a nosotros mismos. El inversionista y millonario estadounidense Warren Buffett afirma que  “La honestidad es un regalo muy caro, no la esperes de gente barata”. 
El problema, dice un autor anónimo, en una cita aplicable a este caso, es que “El gato juega con el ratón, pero el ratón sufre porque el gato está jugando con su comida”. En realidad, son nuestras propias expectativas las que nos hacen daño. Podríamos decir que a menos expectativas, más realidad y menor sufrimiento. No es positivismo ni negativismo, sino más bien un sano y equilibrado realismo. 
“La paz comienza cuando terminan las expectativas”, afirmaba el Maestro Espiritual bengalí Sri Chinmoy. La novelista estadounidense Jodi Picoult considera que “Hay dos formas de ser feliz: mejorar tu realidad o bajar tus expectativas”. Se dice que las apariencias no engañan,  lo que en realidad engaña son las expectativas. 
De ninguna manera pretendemos afirmar o sugerir que debemos bajar las expectativas y simplemente aceptar la relación en cualquier condición, porque eso no es sano para nuestra estima personal. Cada quien debe darse su valor y exigir lo que merece. Lo que pretendemos decir es que tratemos de comprender a tiempo las perspectivas de la relación, para no mal interpretarla y escoger eventos que afirmen lo que queremos que suceda, cuando en la realidad no es así. 
“Más traiciones se cometen por debilidad que por un propósito firme de hacer traición”, expresaba el escritor francés François de La Rochefoucauld. Mientras un proverbio árabe refiere que “La primera vez que me engañes, será culpa tuya; la segunda vez, la culpa será mía”. Aunque el engaño es simplemente una consecuencia o un síntoma de una relación débil o insana. 
El autoengaño que más adelante concluye en finales difíciles o traumáticos, puede ocurrir cuando tratamos como prioridad en nuestra vida a una persona para la cual apenas somos solo una opción, como expresa una frase de autoría anónima. El escritor, dramaturgo y periodista argentino Ernesto Mallo, nos invita a brindarnos la oportunidad de conseguir y luchar por ese amor que merecemos, planteando que  “No amar por temor a sufrir es como no vivir por temor a morir”. 
La idea es que ambos miembros de la pareja estén claros en sus expectativas acerca de la relación, que ambos estén jugando el mismo juego y pasándola bien, mientras la relación evoluciona en el tiempo, para consolidarse o finalizar. De manera honesta, ambos deben brindarse una oportunidad genuina de avanzar en un proyecto de experiencias y crecimiento que transitará el camino de la amistad, el afecto y el amor, ofreciéndoles  la posibilidad de una unión permanente en el tiempo, para felicidad de ambos.


Miguel A. Terán
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).


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