“Nuestro destino de viaje nunca es un lugar, sino
una nueva forma de ver las cosas”.
Henry Miller (1891 -1980). Novelista
estadounidense.
REFLEXIÓN: La vida consiste en transitar y crecer
a través de las diferentes etapas de nuestro desarrollo como seres
humanos. Además de ello, a lo largo de esas etapas realizamos muchos viajes,
trasladándonos de un lugar a otro, por razones de trabajo, estudio, placer o
mudanza. Esta movilidad ha incrementado con el tiempo. En un mundo menos
global, como hasta hace apenas algunas décadas, muchas personas nacían y morían
en su mismo lugar de origen. Esa posibilidad es mucho menor hoy día, porque
sabemos dónde nacemos, pero no dónde viviremos, ni mucho menos donde
concluiremos nuestro periplo de vida.
Con el paso del tiempo, los cambios en diferentes
aspectos y -sobre todo- el avance de la ciencia y tecnología, nos hemos
convertido más en ciudadanos del mundo. Emigrar y viajar por diversas razones
ya no es lo esporádico o extraordinario, sino más bien lo usual.
Lo interesante de esos cambios es que los mismos
nos brindan la oportunidad de conocer nuevos horizontes, ampliar perspectivas,
contemplar nuevas ideas, considerar diferentes caminos y mucho más, pero todo
depende de nuestra actitud. Decía el filósofo, crítico e historiador francés
Hipólito Taine “Viajamos para cambiar, no solo de lugar, sino de ideas”. En
similar consideración, expresaba el novelista y crítico francés Marcel Proust
que “El único verdadero viaje de descubrimiento consiste no en buscar nuevos
paisajes, sino en mirar con nuevos ojos”.
Pero poco logramos viajando con la mente cerrada,
negados a aceptar cambios, reacios a valorar las cosas buenas del lugar al que
llegamos y decididos solo a seguir viendo lo mismo. Viajar cargados de
creencias y paradigmas, negados al cambio y llenos de nostalgia hará nuestro
recorrido doloroso y poco productivo. De esta manera viajará solo nuestro
cuerpo, pero nunca nuestra mente y corazón.
Al llegar a ese nuevo lugar requeriremos dosificar
nuestras actitudes y conductas para adaptarnos y lograr que la estadía sea
viable, nutritiva, productiva y satisfactoria. Si requerimos tomar de nuevo
otro rumbo, será nuestro deber dejar el lugar en mejor condición que como lo
encontramos, en señal de agradecimiento y en bienestar de las nuevas
generaciones. El novelista, periodista y dramaturgo húngaro Sándor Márai
lo expresó acertadamente diciendo “El hombre hace suyo un lugar no solo con el
pico y la pala, sino también con lo que piensa al picar y palear”.
Algunas veces viajamos soñando con regresar a
nuestro lugar de origen, pero no siempre podemos lograrlo. Otras veces, sí
logramos regresar, será válido tener presente las palabras del político y
activista sudafricano Nelson Mandela “No hay nada como volver a un lugar que no
ha cambiado, para darte cuenta de cuanto has cambiado tu”. En oportunidades, ni
nosotros somos los mismos, ni el lugar es el mismo después de haber estado
lejos mucho tiempo, ambos somos extraños.
Para concluir la reflexión de hoy es válido tener
presente las palabras del filósofo y escritor suizo Henry F. Amiel,
útiles como compañeras de viaje: “Mira dos veces para ver lo justo. No mires
más que una vez para ver lo bello”. Una primera mirada puede ser muy
superficial para decidir; es necesaria otra mirada, para poder ver y
acercarnos a la realidad. Pero también es cierto lo afirmado por el literato
francés Jules de Gouncourt: “El más largo aprendizaje de todas las artes es
aprender a ver”, porque todos miramos y observamos, pero no siempre vemos.
Miguel A. Terán
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Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de
Wikipedia.
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