lunes, 2 de marzo de 2015

REFLEXIÓN DEL DÍA (Martes 03 de Marzo de 2015)‏

“Nuestras palabras son capaces de producir enormes incendios”.
Bernardo Stamateas. Psicólogo y escritor Argentino.

REFLEXIÓN. Nuestro lenguaje nos engrandece o empequeñece, nos convierte en constructores o destructores, en ángeles o demonios, en víctimas o depredadores, en sueños o pesadillas, dependiendo de su polaridad, positiva o negativa. Cuando lo utilizamos adecuadamente nos hace merecedores de credibilidad y respeto. Por el contrario,  utilizarlo de manera inadecuada, haciendo indebido, soez y grotesco uso del mismo, llenándolo de contenidos emocionales y poco racionales, nos coloca a un nivel muy bajo, alejándonos de nuestra condición de seres humanos.
Debemos ser muy cuidadosos, porque sin darnos cuenta cambiamos nuestro lenguaje  y conducta para defendernos de nuestros enemigos, pero tal cual expresó el destacado escritor argentino Jorge Luis Borges “Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos”, y algunas veces hasta superándolos.
Decía el también escritor británico George Orwell “Si el pensamiento corrompe el lenguaje, el lenguaje también puede corromper el pensamiento”. Una de las figuras literarias más importantes de Inglaterra, Samuel Johnson, consideraba que “El lenguaje es el vestido de los pensamientos”. 
Por su parte, el humanista y filósofo español Juan Luis Vives, afirmaba que  “No hay espejo que mejor refleje la imagen de una persona que sus palabras”. Es un hecho, que las palabras y el lenguaje de una persona son mejor referencia de ella que todos los adornos que lleve por fuera.   
El Clérigo Sudafricano y Premio Nobel de la Paz (1984), Desmond Tutu, refería que su padre le decía: “No levantes la voz, mejora tu argumento”. Disponer de buenos argumentos, resultado del análisis equilibrado del tema, permitirá alcanzar una responsable y honesta defensa de nuestro punto de vista,  que comprende entender los argumentos, puntos de vista, perspectivas  o discrepancias de la otra parte. 
Saber escuchar es un aspecto vital para una efectiva comunicación. Muchas veces escuchamos o vemos desde nuestras propias creencias y paradigmas, por lo cual la percepción del tema a tratar está sesgada o limitada. Los filtros de nuestra percepción, rechazan o descartan todo lo que no está en línea con nuestra opinión o creencia, cerrando la puerta a nuestros sentidos.  
Un lenguaje incendiario, hace efecto cuando a quien llega es de actitud o convicción inflamable, ignorante del tema o poco racional; en caso contrario, ese verbo no tiene capacidad de hacer combustión.  El escritor y clérigo inglés Robert Burton consideraba que “Una palabra hiere más profundamente que una espada”, pero también es cierto que no nos ofende quien quiere, sino a quien se lo permitimos, tal cual refería quien fue Primera Dama estadounidense Eleanor Roosevelt cuando dijo: “Nadie puede hacernos sentir inferiores sin nuestro consentimiento”. 
Debemos usar nuestro lenguaje para expresar y transmitir nuestras ideas, pensamientos y sueños, pero nunca para imponerlos. Recuerda que puedes acariciar a la gente con palabras, tal cual lo afirmó el filósofo francés Francis Scott Fitzgerald. Utilicemos siempre nuestras palabras para construir y nunca para destruir, porque tienen ambos poderes.


Miguel A. Terán
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia.

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“Sueña, vive, reflexiona, aprende, ayuda y ora”.


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