jueves, 5 de febrero de 2015

“Paciencia, un artículo escaso en nuestra cultura apresurada”. Carl Honoré (n. 1967). Periodista canadiense.

Para efectos de esta reflexión, entendamos la paciencia como la capacidad de saber esperar sin desesperar. No significa “cruzarse de brazos” a esperar que las cosas ocurran, porque eso sería falta de compromiso, desinterés o indolencia. Un antiguo refrán decía “A camino largo, paso corto”.
 En una sociedad donde la velocidad y la urgencia parecen ser importantes y valoradas, en exceso, la capacidad de tener paciencia está en extinción, pareciendo más un defecto. 

Nos dedicamos a estar “ocupados” o en “movimiento”, hasta en algo que no se justifica  y no comprendemos la razón de tal comportamiento. Detenernos a tomar un descanso o simplemente a reflexionar, parece un defecto social criticable. La falta de paciencia nos hace llevar un cronómetro en mano, pero transitar por la vida sin brújula o GPS.

Como dice el filósofo español Fernando Savater, parece que nos dan cuerda y tenemos pocos momentos de conciencia, porque generalmente hacemos lo que se espera de nosotros. Nos cuesta ser voces y nos convertimos en ecos. El mismo Savater, plantea que debemos estar preparados para ser protagonistas de nuestra vida y no miembros de una comparsa.

Por tal apuro y ninguna paciencia, la adolescencia nos secuestra la  infancia y la adultez hace lo mismo con la adolescencia, vamos "avanzando" antes de tiempo. Pretendemos madurar aceleradamente, en una cultura de microondas, todo debe ser rápido y las consecuencias se harán visibles más adelante. “No te apresures a responder hasta que no te acaben de preguntar”, expresaba, algunos siglos atrás,  el escritor, teólogo y astrónomo español Pedro Alfonso.

La tecnología nos ha convertido en insaciables con la disminución de las esperas y –literalmente- ha acabado con la paciencia, especialmente en los niños y jóvenes.  En estos tiempos, no responder a un adolescente una petición o pregunta, en los próximos dos segundos, cuando la respondemos tendremos garantizado un “olvídalo”, parece que pasó mucho tiempo y no hace falta la respuesta o solución de nuestra parte.

Todo tiene que ser ya, de inmediato. Se nos hace imposible dedicarnos unos minutos a nosotros mismos, en paz, para reflexionar sobre lo que hemos hecho o lo que estamos haciendo, así como para cuestionar si ese “hacer” nos lleva a donde queremos llegar, a donde –tal vez- en el pasado soñábamos estar. Esa supuesta “falta de tiempo” para dedicarnos a revisar y rectificar el rumbo de nuestra vida, es la causa por la cual al envejecer es cuando reconocemos que la carrera y las urgencias  nos han llevado al lugar equivocado. 

Hacemos muchas cosas a la vez, para –quizá- no disfrutar ninguna. El reconocido psicólogo y escritor Walter Riso afirma que “Antes del auge de la nueva tecnología, la espera estaba más cerca de la ensoñación que de la angustia”. La espera era un momento de ilusión y fantasía por lo que vendría, ahora la espera la consideramos angustia, ansiedad o incertidumbre, nada agradable. El escritor y sociólogo británico John Ruskin, reafirmaba lo anterior al decir “La misma esperanza deja de ser felicidad cuando va acompañada de la impaciencia”.

Nos quejamos de “falta de tiempo”, pero paradójicamente desperdiciamos enormes cantidades de este valioso recurso al equivocar o confundir lo importante y prioritario, con lo emocional y urgente.   El filósofo alemán  Immanuel Kant (1724-1804) planteaba que “La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte”.

Por su parte, dos grandes científicos Benjamin Franklin e Isaac Newton, coincidían en la importancia de la paciencia, reconociendo que ésta era uno de sus talentos y afirmando, que quien tiene paciencia, conseguirá lo que desea. Entonces, desarrollemos la necesaria paciencia para disfrutar cada paso de lo que hacemos y esperar sin ansiedad ni  angustias, el próximo paso. 

Miguel A. Terán
Blog: www.miguelterancoach.blogspot.com
wb: www.lidervoice.com
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia.

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