“No hay nada
repartido de modo más equitativo que la razón: todo el mundo está convencido de
tener suficiente”.
René Descartes
(1596-1650) Filósofo y matemático francés.
REFLEXIÓN: La
naturaleza repartió innumerables características a los seres humanos de manera
heterogénea, mujeres, hombres, altos, bajos, gordos, flacos, blancos, negros, y
otras muchas; pero la razón parece ser la única repartida de manera homogénea
entre todos, aunque cada uno de nosotros considera ser su único poseedor. El poeta, novelista, dramaturgo y científico
alemán Johann Wolfgang Goethe consideraba que “Somos todos tan limitados, que
creemos siempre tener razón”.
Mucho de lo
que aprendemos, razonamos o reflexionamos
nos sirve principalmente para argumentar nuestras razones. Algo peor aún
es argumentar razones sin ninguna base válida, porque eso es testarudez e
ignorancia pura. No obstante, llegar al extremo de vivir una vida absolutamente
razonada es una forma de locura; tal vez por ello, el pianista y compositor
alemán Robert Schumann consideraba que hay que escuchar a la razón, pero dejar
hablar al sentimiento.
La razón
ilumina pero enceguece, decía el escritor francés Romain Rolland, Premio Nobel
de Literatura 1915. En similar orden de
ideas, el escritor y filósofo español, Miguel de Unamuno decía que no existe
peor intolerancia que la de la razón. “La razón siempre ha existido, pero no
siempre en una forma razonable”, planteaba el filósofo, sociólogo, historiador,
economista y político Karl Marx.
Un autor
anónimo indicó que “La Tolerancia es esa sensación molesta de que al final el
otro pudiera tener razón”, en otras palabras, parece que somos tolerantes
cuando tenemos dudas acerca de nuestra propia razón, no queda otra opción sin
conflicto. El político y Canciller
alemán Konrad Adenauer afirmaba que “En política lo importante no es tener
razón sino que se la den a uno”.
La razón
también tiene sus limitaciones para expresarse; por ello, el escritor español
Francisco De Quevedo decía “Donde hay poca justicia es un peligro tener razón”.
Quizás, porque “el enemigo solo empieza a ser terrible cuando empieza a tener
razón”, planteaba el dramaturgo, director, guionista y productor de cine
español Jacinto Benavente, Premio Nobel de Literatura 1922.
El escritor,
periodista y filósofo español Eugenio d'Ors consideraba que “La razón es también una pasión”. Por su
parte, el escritor Oscar Wilde, en lo que fue su tradicional estilo de expresarse,
planteaba que “Se puede admitir la fuerza bruta, pero la razón bruta es
insoportable”. El síndrome de testarudez, un reflejo extremo y patológico de la
razón, ya ha sido reconocido como una nueva enfermedad mental. No obstante,
existe un punto de equilibrio entre testarudez y perseverancia.
Cuando la
razón indica decepción hay que darle paso a la razón para que no sufra el
corazón, dice Juan Guillermo Arenas Marín; parece que racionalizar para
conseguir razones de alguna manera nos protege, por su puesto cuando no la
llevamos a extremos. No obstante, para muchas personas la razón es su razón, y
no están dispuestos a ceder ningún espacio de su razón, ni menos aceptar
cambios ni recomendaciones. Lo importante, a tener en cuenta, es que nuestras ideas no sean obstinadas, al
extremo, que afecten la dinámica diaria de nuestras vidas y las de quienes nos
rodean. Entonces, aprendamos a escuchar
y considerar otras razones.
Miguel A.
Terán
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Nota: imagen
extraída de la web
Referencias:
Tomadas de Wikipedia.
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reflexiona, aprende, ayuda y ora”.
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