REFLEXIÓN: Es
casi un hábito hacer propósitos de cambios y mejoras para cada año que
comienza, costumbre que repetimos año tras año casi como un ritual, pero que no
siempre finaliza llena de logros una vez transcurridos los 365 días.
Una buena
parte de esos propósitos se quedan en sueños o buenas intenciones;
generalmente, porque nunca fueron puestos como objetivos, les faltó precisión,
metas y planificación, pero sobre todo convicción y compromiso, para lograr la
requerida y necesaria disciplina. El hábito de postergar que ya
tiene una palabra propia en español procrastinar, que significa diferir o
aplazar, así como posponer o postergar, es un reflejo del escaso compromiso y
la consiguiente falta de disciplina.
Son variadas las razones para que esto ocurra, comenzamos
equivocándonos al no evaluar ni reflexionar lo que hicimos durante el año que
recién concluye, para tomar como referencia y repetir las buenas experiencias y
resultados en el nuevo año, a la vez que evitamos lo improductivo y
desgastante.
También es vital ubicar o precisar el lugar donde nos
encontramos y tener muy claro el lugar a dónde queremos llegar. Es
absolutamente imposible dirigirnos a un lugar que no conocemos, ni sabemos
dónde queda y peor aún si desconocemos desde dónde estamos partiendo. La
condición actual y la condición deseada son vitales para trazar una ruta,
precisar los recursos necesarios y avanzar.
En otras palabras, es indispensable a la hora de
considerar objetivos, saber dónde estamos y a dónde queremos llegar, porque de
lo contrario giraremos en círculos o tomaremos cualquier rumbo. Decía Lucio
Séneca, el filósofo, político,
orador y escritor romano, que: “Ningún viento es favorable para quien no
conoce el puerto al que quiere arribar”. En la misma dirección el Profesor y
escritor canadiense Laurence J. Peter, reconocido por haber formulado el
Principio de Peter, afirmaba: “Si no sabes dónde vas, acabarás en otra parte”.
Esto es tan cierto, que un pasaje de Las Aventuras de
Alicia en el país de las Maravillas, la famosa obra del escritor británico
Charles Lutwidge Dodgson, conocido bajo el seudónimo de Lewis Carroll.
Alicia pregunta al gato Minino de Cheshire:
“- ¿Quieres decirme el camino que debo tomar para salir
de aquí?”
- “Eso depende mucho del lugar al que quieras ir”, dijo
el gato.
- “Poco me preocupa a dónde ir”, dijo Alicia.
- “Entonces, poco importa el camino que tomes”, replicó
el gato.
El dramaturgo, crítico literario y pensador alemán
Gotthold Ephraim Lessing consideraba que “El hombre más lento, que no pierde de
vista el fin, va siempre más veloz que el que vaya sin perseguir un punto
fijo”. Absoluta verdad, siempre y cuando hayamos definido de manera armónica,
balanceada y equilibrada ese punto a seguir. Porque la idea no es
obsesionarse con un objetivo y dejar la vida a un lado, mientras nos dedicamos
de manera enfermiza a perseguirlo.
Este es el otro aspecto importante y básico a considerar,
la globalidad de los objetivos, para –como dijimos líneas atrás – armonizar,
balancear y equilibrar los diferentes aspectos de nuestra vida como individuos
y en nuestras relaciones de pareja, familia, hijos, trabajo, profesión,
finanzas, espiritualidad, salud, descanso y recreación, amistades, sociedad,
comunidad, etcétera.
Definir objetivos sesgados, incompletos y sin armonía ni
balance entre unos y otros, traerá como resultado desequilibrio en las
diferentes facetas y etapas de nuestra vida, lo cual hará mella en nuestra
ancianidad. Recordemos las palabras de filósofo y matemático Pitágoras de
Samos, cuando afirmó: “Una bella ancianidad es, ordinariamente, la recompensa
de una bella vida”.
Los objetivos deben estar alineados con nuestros
principios y valores de vida. Al respecto el empresario, autor y orador
motivacional estadounidense Jim Rohn, afirmó que “El valor
principal de la vida no está en lo que conseguimos. El valor principal de la
vida está en lo que logramos ser”. En otras palabras, debemos ser cuidadosos,
para no convertirnos en un individuo desconocido para nosotros mismos, mientras
transitamos en la desenfrenada búsqueda del éxito.
Y para concluir, los objetivos deben dividirse y
establecerse en corto, mediano y largo plazo, de manera tal que lo que hagamos
hoy tenga relación y planificada secuencia y consecuencia en nuestros objetivos
y resultados del mañana.
En resumen, precisar dónde estamos y a dónde queremos
llegar, es vital para evaluar nuestros logros, pero sobre todo debemos ser
honestos al considerar en quien nos hemos convertido durante el proceso, para
saber si fuimos o no exitosos. Nuestros objetivos nos enfocaran en la búsqueda
de nuestros logros, pero será el tiempo quien evaluará nuestro éxito.
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia.
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transmite a mayor número de personas. Si cada uno de nosotros reflexiona y
cambia para mejor, todo cambiará para mejor.
“Sueña, vive, reflexiona, aprende, ayuda y ora”.
Excelente!
ResponderEliminarMomentos para enfrentar realidades.