*Raymar Rodríguez , Profesor de Finanzas
en Miami- Dade College.
*Miguel
A. Terán, Psicólogo y Coach integral.
La
mayoría de los artículos escritos sobre finanzas personales enfocan su
mensaje en eliminar deudas, crear ahorros para el futuro o para cubrir un
evento imprevisto.
Un
excelente artículo escrito por Sally Fernández en la revista REDBOOK,
trataba algo diferente, relacionado con invertir algunos de nuestros
fondos, en pequeñas cantidades, para mejorar nuestro futuro e incrementar las
perspectivas de empleo. Ese artículo despertó la motivación para
escribir algo dirigido a la importancia de invertir en nosotros mismos, quizá
con fines más amplios que la sola búsqueda de empleo. La consideración base es
que «Tú eres tú más importante inversión»
El
presente artículo, fue escrito - principalmente- para aquellas personas
que, podríamos considerar, han logrado alcanzar cierta comodidad económica como
resultado de su trabajo, empresa, carrera o profesión, pero que aún conservan
deseos e interés en continuar desarrollándose y superándose. No
obstante, es también lectura válida para todos quienes con más o menos recursos
económicos estén dispuestos a invertir en sí mismos.
Es
aquí donde aparece el concepto de Fondos de Discreción, los cuales son montos
de dinero que están disponibles, pero que no requieren gastarse o consumirse,
porque son el remanente o sobrante de nuestro ingreso regular o eventual, después
de pagar todos los gastos y compromisos mensuales, inclusive habiendo reservado
ahorros, seguros y las alícuotas de pagos trimestrales, semestrales o anuales.
Son una reserva especial que vale la pena administrarla con prudencia y
sensatez, utilizándola en oportunidades también especiales.
El
principal enemigo de la creación de los fondos de discreción y de nuestro
presupuesto en general, es la costumbre o hábito de realizar diariamente gastos
de bajo monto, casi en goteo. El famoso “Efecto o Factor Latte” del autor de
bestsellers David Bach, representado en la compra diaria de café tipo Latte,
comida rápida, agua embotellada, cigarrillos, revistas y
otros; que no siempre se sienten en disfrute ni satisfacción, porque son parte
de una rutina, pero que nos dejan sin posibilidad de ese dinero extra para
crear estos fondos.
En
oposición a la sugerencia de fondos de discreción, es bastante común,
especialmente en los Estados Unidos que las personas conviertan cualquier
nuevo ingreso o remanente del ingreso regular o extraordinario, en un nuevo
compromiso de pago por la compra de algunos bienes, muchas veces ni
siquiera necesarios. Ese ingreso adicional, regular o extraordinario, corremos
el riesgo de convertirlo en pago de nueva deuda al adquirir un nuevo automóvil,
un bote o lancha, realizar algunas mejoras o arreglos a la casa,
adquisición de nuevos muebles o algún otro artículo que representa más lujo o
deseo que necesidad.
El
presente artículo viene a sugerir o proponer al lector, que en vez de comprar
algo de lo mencionado en el párrafo anterior y asumir más deudas,
consideremos una opción diferente: Invertir en nosotros mismos, hasta el
monto que nos permita ese dinero que nos sobra, no más allá.
Es
una absoluta realidad que vivimos en una sociedad que otorga extrema
importancia y atención a la apariencia externa, así como a las figuras o
símbolos sociales asociados con éxito y fortuna. Estas son las imágenes
expuestas en la publicidad que –literalmente – nos ataca a diario, a través de todos
los medios de comunicación, además de la presión social. Ejemplos de ello, son
visibles en casas sobre-dimensionadas, vehículos costosos, vacaciones exóticas,
la belleza física fabricada, perfumes, joyas y ropa lujosas; en otras palabras,
lo que cualquier denominaría: !La buen vida!
Sin
ningún ánimo de criticar a quien tiene recursos para ello, la propuesta de este
artículo es simplemente una opción algo distinta. Aunque debemos estar
conscientes que para muchos -inclusive – para algunos sin suficientes
recursos económicos, la apariencia es muy importante y a ese
individuo posiblemente no le queda ningún remanente mensual para crear fondos
de discreción.
Entonces,
para quien está solvente con sus finanzas, si lograr vivir por debajo de sus
ingresos, ahorrar regularmente y controlar sus deudas, la pregunta sería
¿Qué hacer con ese dinero que regularmente sobra? Las opciones más comunes son,
incrementar el nivel de ahorro, invertir para el largo plazo o gastar ese
dinero adicional.
Dentro
de la propuesta de invertir en nosotros mismos, la idea es fortalecer nuestra
imagen, nuestra conciencia, perspectivas y potencial, estar más
saludables y atractivos en lo personal, profesional y físico, estar mejor
conectados y sensibles con el mundo real, ofrecer una mejor imagen como seres
humanos, sociales y espirituales, pero sobre todo ser felices al estar
satisfechos con nosotros mismos.
En
las ideas que mencionaremos algunas líneas adelante, aparecen algunos elementos
que deben ser parte de un presupuesto regular, armónico y equilibrado, que
considere salud, presencia física, educación y formación, etcétera, pero no
siempre están en nuestro presupuesto regular, por lo cual los sugerimos
como parte de ese fondo discrecional.
Algunas
ideas que podemos poner en práctica, sin necesidad de una gran inversión de
dinero, y sin pretender realizar todo a la vez, pero al priorizarlas
adecuadamente permitirán que encontremos nuevas oportunidades para
nuestro crecimiento personal, familiar, cultural, profesional y social, entre
ellas podemos considerar las siguientes:
1.
Invertir en nuestra salud: realizar chequeos médicos anuales, visitar el odontólogo
o dentista, inscribirnos en un gimnasio, mejorar nuestros hábitos
alimenticios, etcétera.
2.
Invertir en nuestra presencia física: un nuevo corte de cabello, manicura y
pedicura, practicar alguna actividad física o deporte para conservar el peso
adecuado, hacer alguna dieta dirigida por un especialista, actualizar poco a
poco nuestro vestuario, comprar un nuevo y diferente perfume etcétera.
2.
Iniciar estudios de algún nivel superior o estudios técnicos, realizar cursos
de desarrollo personal o profesional, actualizar conocimiento y habilidades en
tecnología, etcétera.
3.
Iniciar o continuar estudios de un nuevo idioma.
4.
Invertir en papelería, por ejemplo, algunas buenas tarjetas de
presentación.
5.
Buscar alternativas y opciones para orientar y expandir la vida espiritual, por
ejemplo, formando parte de alguna actividad religiosa o grupo espiritual, de
algún grupo de retiros, etcétera.
6.
Incorporarnos a grupos profesionales o sociales de “networking” , con programas
o actividades afines a nuestro interés, para conocer otras personas y sus
actividades.
7.
Iniciar la práctica de un hobby: deporte, lectura, caminar, correr, yoga,
pesca, música, etcétera.
8.
Viajar para conocer nuevos lugares, personas, costumbres, hábitos, comidas
y culturas.
9.
Colaborar y formar parte activa de alguna institución de ayuda o asistencia
social o comunitaria que nos permita sensibilizarnos con las necesidades y
problemas de otros.
La
idea en general, sería incorporar a nuestra familia en estas actividades,
porque todo ello nos unirá más a nuestra pareja e hijos, ampliando perspectivas
y horizontes dirigidos a lograr que seamos individuos integralmente felices.
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