viernes, 14 de noviembre de 2014

¿Qué podemos hacer con nuestro dinero cuando alcanzamos cierta solvencia económica? Los Fondos de Discreción

 Artículos de Economía y Finanzas Personales
 *Raymar Rodríguez , Profesor de Finanzas  en Miami- Dade College.  
*Miguel A. Terán, Psicólogo y Coach integral.

La mayoría de los artículos escritos sobre finanzas personales  enfocan su mensaje en eliminar deudas, crear ahorros para el futuro o  para cubrir un evento imprevisto.
Un excelente artículo escrito por Sally Fernández en la revista REDBOOK,  trataba algo diferente, relacionado con invertir algunos de nuestros fondos, en pequeñas cantidades, para mejorar nuestro futuro e incrementar las perspectivas de empleo.  Ese artículo despertó  la motivación para escribir algo dirigido a la importancia de invertir en nosotros mismos, quizá con fines más amplios que la sola búsqueda de empleo. La consideración base es que «Tú  eres tú más importante inversión»
El presente artículo,  fue escrito - principalmente- para aquellas personas que, podríamos considerar, han logrado alcanzar cierta comodidad económica como resultado de su trabajo, empresa, carrera o profesión, pero que aún conservan deseos e  interés  en continuar desarrollándose y superándose. No obstante, es también lectura válida para todos quienes con más o menos recursos económicos estén dispuestos a invertir en sí mismos.
Es aquí donde aparece el concepto de Fondos de Discreción, los cuales son montos de dinero que están disponibles, pero que no requieren gastarse o consumirse, porque son el remanente o sobrante de nuestro ingreso regular o eventual,  después de pagar todos los gastos y compromisos mensuales, inclusive habiendo reservado ahorros, seguros y las alícuotas de pagos trimestrales, semestrales o anuales. Son una reserva especial que vale la pena administrarla con prudencia y sensatez,  utilizándola  en oportunidades también especiales.
El principal enemigo de la creación de los fondos de discreción y de nuestro presupuesto en general, es la costumbre o hábito de realizar diariamente gastos de bajo monto, casi en goteo. El famoso “Efecto o Factor Latte” del autor de bestsellers David Bach, representado en la compra diaria de café tipo Latte,  comida  rápida, agua embotellada,  cigarrillos, revistas y otros; que no siempre se sienten en disfrute ni satisfacción, porque son parte de una rutina, pero que nos dejan sin posibilidad de ese dinero extra para crear estos fondos.
En oposición a la sugerencia de fondos de discreción, es  bastante común, especialmente en los  Estados Unidos que las personas conviertan cualquier nuevo ingreso o remanente del ingreso regular o extraordinario, en un nuevo compromiso de pago por la  compra de algunos bienes, muchas veces ni siquiera necesarios. Ese ingreso adicional, regular o extraordinario, corremos el riesgo de convertirlo en pago de nueva deuda al adquirir un nuevo automóvil, un bote o lancha, realizar algunas mejoras o arreglos a la casa,  adquisición de nuevos muebles o algún otro artículo que representa más lujo o deseo que necesidad.
El presente artículo viene a sugerir o proponer al lector, que en vez de comprar algo de lo mencionado en el párrafo anterior y asumir más deudas,  consideremos una opción diferente: Invertir en nosotros mismos, hasta el monto que nos permita ese dinero que nos sobra,  no más allá.   
Es una absoluta realidad que vivimos en una sociedad que otorga extrema  importancia y atención a la apariencia externa, así como a las figuras o símbolos sociales asociados con éxito y fortuna. Estas son las imágenes expuestas en la publicidad que –literalmente – nos ataca a diario, a través de todos los medios de comunicación, además de la presión social. Ejemplos de ello, son visibles en casas sobre-dimensionadas, vehículos costosos, vacaciones exóticas, la belleza física fabricada, perfumes, joyas y ropa lujosas; en otras palabras, lo que cualquier denominaría: !La buen vida! 
Sin ningún ánimo de criticar a quien tiene recursos para ello, la propuesta de este artículo es simplemente una opción algo distinta. Aunque debemos estar conscientes que para muchos -inclusive –  para algunos sin suficientes recursos económicos,  la apariencia es muy importante y  a ese individuo posiblemente no le queda ningún remanente mensual para crear fondos de discreción.
Entonces, para quien está solvente con sus finanzas, si lograr vivir por debajo de sus ingresos, ahorrar regularmente y controlar sus deudas, la pregunta sería  ¿Qué hacer con ese dinero que regularmente sobra? Las opciones más comunes son, incrementar el nivel de ahorro, invertir para el largo plazo o gastar ese dinero adicional.
Dentro de la propuesta de invertir en nosotros mismos, la idea es fortalecer nuestra imagen, nuestra conciencia, perspectivas y potencial, estar más  saludables y atractivos en lo personal, profesional y físico, estar mejor conectados y sensibles con el mundo real, ofrecer una mejor imagen como seres humanos, sociales y espirituales, pero sobre todo ser felices al estar satisfechos con nosotros mismos.  
En las ideas que mencionaremos algunas líneas adelante, aparecen algunos elementos que deben ser parte de un presupuesto regular, armónico y equilibrado, que considere salud, presencia física, educación y formación, etcétera, pero no siempre están en nuestro presupuesto regular,  por lo cual los sugerimos como parte de ese fondo discrecional.
Algunas ideas que podemos poner en práctica, sin necesidad de una gran inversión de dinero, y sin pretender realizar todo a la vez, pero al priorizarlas adecuadamente  permitirán que encontremos nuevas oportunidades para nuestro crecimiento personal, familiar, cultural, profesional y social, entre ellas podemos considerar  las siguientes:
1. Invertir en nuestra salud: realizar chequeos médicos anuales, visitar el odontólogo o dentista, inscribirnos  en un gimnasio, mejorar nuestros hábitos alimenticios,  etcétera.
2. Invertir en nuestra presencia física: un nuevo corte de cabello, manicura y pedicura, practicar alguna actividad física o deporte para conservar el peso adecuado, hacer alguna dieta dirigida por un especialista, actualizar poco a poco nuestro vestuario, comprar un nuevo y diferente perfume etcétera.
2. Iniciar estudios de algún nivel superior o estudios técnicos, realizar cursos de desarrollo personal o profesional, actualizar conocimiento y habilidades en tecnología, etcétera.
3. Iniciar o continuar estudios de un nuevo idioma.
4. Invertir en papelería, por ejemplo, algunas  buenas tarjetas de presentación.
5. Buscar alternativas y opciones para orientar y expandir la vida espiritual, por ejemplo, formando parte de alguna actividad religiosa o grupo espiritual, de algún grupo de retiros, etcétera. 
6. Incorporarnos a grupos profesionales o sociales de “networking” , con programas o actividades afines a nuestro interés, para conocer otras personas y sus actividades.
7. Iniciar la práctica de un  hobby: deporte, lectura, caminar, correr, yoga, pesca, música, etcétera.
8. Viajar para conocer nuevos lugares, personas, costumbres, hábitos, comidas  y culturas.
9. Colaborar y formar parte activa de alguna institución de ayuda o asistencia social o comunitaria que nos permita sensibilizarnos con las necesidades y problemas de otros.  
La idea en general, sería incorporar a nuestra familia en estas actividades, porque todo ello nos unirá más a nuestra pareja e hijos, ampliando perspectivas y horizontes dirigidos a lograr que seamos individuos integralmente felices.  

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