“Los muertos
reciben más flores que los vivos, porque el remordimiento es mayor que la
gratitud”.
Ana Frank
(1929 -1945). Escritora del famoso Diario de Ana Frank.
REFLEXIÓN: El
diccionario define la palabra remordimiento como esa inquietud o pesar que
resulta y queda después de ejecutada una mala acción. Mientras que la gratitud,
es definida, como ese sentimiento que nos lleva a estimar el beneficio o favor
que se nos ha hecho o querido hacer.
Aquel quien
fallece ya no brinda la opción de arrepentirnos, directamente. Solo nos queda
ese remordimiento aceptado, que es el arrepentimiento, tal cual decía Lucio
Séneca, el filósofo, político, orador y escritor romano. La gratitud y las
muestras de gratitud deben darse en vida; por ello, esas flores, esa postal,
esa nota, esa invitación o visita, esa llamada o ese e-mail debe llegar a
alguien que aún vive, en demostración o señal de gratitud, aprecio o amistad.
El
remordimiento puede ayudarnos a cambiar, pero algunas veces solo se transforma
en culpa, dejándonos dedicados a enjuiciar nuestro pasado, sin tomar
conciencia de nuestras acciones; otras veces, solo sirve para buscar
excusas. El dramaturgo austriaco Franz Grillparzer, planteaba una
solución muy efectiva, cuando dijo: “Hay un remedio para las culpas,
reconocerlas”.
El Dr. Martin
Seligman, el Padre de la Psicología Positiva, nos invita a tomar consciencia
de todo lo bueno que nos sucede y nunca darlo por hecho, además de
siempre estar dispuestos y decididos a tener tiempo para agradecer. Se reconoce
que parte de la infelicidad está relacionada con la falta de agradecimiento,
porque estamos más ocupados rumiando lo que nos falta que agradeciendo todo lo
que tenemos.
El escritor y
filósofo suizo Jean-Jacques Rousseau, planteaba que “Los remordimientos se
adormecen en la prosperidad y se agudizan en los malos tiempos”.
Debemos
aprender a perdonar y, primeramente, a perdonarnos a nosotros mismos. Entendiendo
que para algunos actos de arrepentimiento, ya el tiempo pasó, y la solución es
perdonarnos, para no arrastrar esa pesada carga de culpa que nos hace daño, sin
ofrecernos solución alguna, pero es indispensable tomar conciencia de lo
ocurrido, para enmendar, evitando cometer similares error en el futuro.
Alguien
acertadamente afirmó, que no basta con arrepentirse del mal que se ha causado,
sino del bien que se ha dejado de hacer. En innumerables oportunidades, podemos
ser y hacer la diferencia para bien, pero simplemente no hacemos nada al
respecto.
La gratitud
tiene otro enemigo, el tiempo, por ello Mario Puzo, el famoso escritor de la
novela El Padrino, afirmaba que “El tiempo hace estragos en la gratitud, aún
más que en la belleza”. Se nos olvida agradecer, y el tiempo pasa, hasta que se
nos olvida porqué razón debemos agradecer.
Aprendamos a
agradecer y a demostrar nuestro agradecimiento, para evitar perder nuestra paz
interna y cargar con el sentimiento de culpa, cuando ocurran eventos
imprevistos y en nuestra consciencia quede el sinsabor de no haber cumplido,
haber fallado o no haber agradecido, porque esas pueden ser razones o motivos,
para la presencia de flores, cuando ya no hay disculpa ni agradecimiento
posible.
Tengamos presente
el refrán que nos recuerda: “De bien nacidos es ser agradecidos”.
Miguel A.
Terán
Twitter:
@MiguelATeranO
Nota:
imagen extraída de la web
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