"Debemos reinventarnos todos los días".
Jean-Paul
Sartre (1905 – 1980). Filósofo francés, activista político y crítico literario.
REFLEXIÓN: Uno
de los grandes errores que cometemos es considerar, en algún momento de nuestra
existencia, que hemos llegado a la perfección - a tal nivel - que
nos convencemos de ser la mejor versión y modelo. Nada más erróneo, porque
todos los días tenemos la oportunidad de mejorar y superarnos. La perfección en
sentido humano es una utopía, algo irreal e inalcanzable.
Algunos
individuos llegan a considerarse perfectos, infalibles y consideran que “se las
saben todas”. Más allá de su propio y personal punto de vista no existe nada,
por lo cual no aceptan nada distinto a su pensar y proceder. Esa sensación de
perfección absoluta los convierte en individuos soberbios, cuando detrás de ese
caparazón en la mayoría de oportunidades solo hay ignorancia y temores.
Al considerar
la necesidad de reinventarse, una de las peores mezclas posibles, es una
poción de soberbia, ignorancia y poder, porque allí no hay opción de
reinvención. Por el contrario, debemos comprender que somos seres en proceso
continuo de crecimiento y desarrollo, en busca de merecer el calificativo de
seres humanos. Somos perfeccionables hasta el último de nuestros días.
La posibilidad
y –especialmente- la apertura necesaria para reinventarse tienen uno de sus
principales enemigos en el éxito. La razón es que cuando el éxito, entendido de
cualquier manera, ha sido benevolente y sonriente con nosotros, y creemos haber
conseguido la ruta para transitar hacia el éxito, despreciamos múltiples
oportunidades para reinventarnos.
Esa
reinversión de cada día debe cambiar en el tiempo. Tal vez en etapas más
cercanas a la juventud, nuestros intereses personales nos lleven a
reinventarnos para alcanzar metas académicas, profesionales y económicas. Algún
tiempo más adelante lo hacemos para formar pareja y familia, y así
sucesivamente, durante nuestro transitar por la vida.
Nos
enfrentamos a un problema cuando insistimos en seguir reinventándonos en áreas
o etapas que con los años debimos superar; entonces, allí no vale ni es
justificable ninguna re-invención. Pretender reinventarnos físicamente, hasta
extremos, cuando ya el paso de los años es notorio, claro y evidente, es señal
que requerimos reinventarnos en áreas más humanas, sociales y espirituales.
Reinventarse es evolucionar y avanzar, no girar como el perro que muerde su
propia cola.
Recordemos y
tengamos presente las palabras del naturalista inglés Charles Darwin: “No es la
especie más fuerte la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor
responde al cambio”. En ambientes de cambio, como los que vivimos en estos
tiempos, la capacidad de mutar para cambiar y evolucionar es condición vital.
Ese necesario
cambio que acompaña la reinvención, debe llevarnos a abandonar nuestra zona de
confort y entrar en áreas menos conocidas, que nos generan incertidumbre y
angustia. Uno de los resultados positivos de esa reinvención es la oportunidad
de volver a tener contacto con la humildad, dejar de sentirnos infalibles, y
asumir la decisión de tocar tierra y disponer del ánimo requerido para empezar
de nuevo.
Este
reinventarse debe ser un proceso que nos permita crecer de manera armónica y
equilibrada, donde nuestro cuerpo, mente, corazón y espíritu, creen espacios
para enriquecer nuestra vida afectiva, emocional y espiritual.
Miguel A.
Terán
Twitter:
@MiguelATeranO
Nota: imagen
extraída de la web
Nota del autor
del Blog: Invito a todos mis amigos, seguidores y apreciados lectores a
compartir con familiares, relacionados y contactos, esta reflexión y los demás
artículos publicados en el blog: http://miguelterancoach.blogspot.com. Tengamos presente que, en oportunidades,
unas sencillas palabras pueden hacer y ser la diferencia en nuestra vida o en
la vida de los demás.
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