“La humildad antecede a todas las perfecciones”.
Marcel Aymé (1902-1967) Escritor francés, autor de
obras teatrales, novelas y cuentos.
REFLEXIÓN: Si existe una característica que todos
creemos poseer esa es la humildad, tal vez compartiendo espacios con la razón,
que también todos creemos poseer, a veces ambas en abundancia. Pero la
humildad, nos refiere el escritor, comunicador y músico peruano Micky Bane,
es un don tan efímero que, tan solo al decir que lo posees, se
esfuma. Planteaba el reformador alemán Martin Lutero que la humildad de
los hipócritas es el más grande y el más altanero de los orgullos. En otras
palabras, también existe la falsa humildad, que más temprano que tarde la
reconocerán todos, menos quien la utiliza porque estará convencido que es
humilde.
Debemos entender que la humildad no es pobreza
material, porque no tiene nada que ver con posesiones; por el contrario,
humildad es la riqueza espiritual que nos permite convertirnos en mejores
seres humanos. Se dice que para ser grande primero debemos aprender a ser
pequeños, porque la humildad es la base de toda grandeza.
El brillante educador brasileño Paulo Freire afirmaba
que “No hay dialogo sin humildad”. Dialogar no puede llevarse a cabo desde una
perspectiva arrogante. Por ello, cuando una de las partes no reconoce con
humildad y fe, la existencia y la contribución del otro, será imposible el
diálogo.
En oportunidades, necesitamos ayuda o asistencia,
pero condicionamos la posibilidad de considerarla y aceptarla, solo si la
propuesta está alineada con nuestra perspectiva, no desde la perspectiva o
punto de vista de quien pretende brindarnos esa ayuda o asistencia. Si del otro
lado escucho algo que no está en línea con mi punto de vista, entonces,
menosprecio o desprecio el apoyo recibido. En innumerables ocasiones se
solicita o pide algún consejo, inclusive profesional, pretendiendo solo
escuchar lo que queremos escuchar.
Actuar de esa manera nos hace presa fácil de los
legendarios “Cantos de Sirena”, hoy día transformados de esos mitológicos seres
a vendedores de todo tipo, quienes con su astucia nos cantan y
seducen para engañarnos y llevarnos a donde desean. Saber que no se
sabe, eso es humildad. Pensar que uno sabe lo que no sabe, eso es enfermedad,
expresó muchos siglos atrás el filósofo chino Lao-tsé. La soberbia acaba con la
humildad y ambas con nuestra condición de seres humanos.
La reconocida novelista inglesa Agatha Christie
consideraba que “Cuando no hay humildad, las personas se degradan”. Ocurre con
frecuencia que el dinero y el poder transforman a las personas, convirtiéndolas
en individuos soberbios y cada vez más alejados de la humildad y de la realidad.
El escritor estadounidense Ernest Hemingway planteaba que “El secreto de la
sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad”. Por su parte, el Rey
Salomón, descrito en la Biblia como el hombre más sabio, dejo el siguiente
mensaje imperecedero: “Donde hay soberbia, allí habrá ignorancia; mas donde hay
humildad, habrá sabiduría”.
“Hay que buscar la verdad y no la razón de las
cosas. Y la verdad se busca con humildad”, nos decía el filósofo y escritor
español Miguel De Unamuno. Una fórmula muy sencilla y simple para ser humilde
la planteó Don Bosco cuando dijo: “No nos creamos necesarios”.
Miguel A. Terán
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Nota del autor del Blog: Invito a todos mis
amigos, seguidores y apreciados lectores a compartir, con familiares,
relacionados y contactos, esta reflexión y los demás artículos publicados en
este blog: http://miguelterancoach.blogspot.com. Tengamos presente que, en oportunidades,
unas sencillas palabras pueden hacer y ser la diferencia en nuestra vida o en
la vida de los demás.
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