Hemos
permitido que las amenazas e incertidumbre del futuro nos atormenten y
atemoricen, con múltiples e innumerables peligros, riesgos y desgracia
futura, que generan -en cada uno de nosotros- una creciente ansiedad y
angustia. Se nos siembran miedos y siempre existirá el producto o los servicios que
nos ofrecerán seguridad para "protegernos" de esos miedos; pero, -aquí está el pero- requeriremos recursos económicos para adquirirlos, cuya búsqueda nos generará más ansiedad y angustia.
Ante tales y
crecientes niveles de "amenaza e incertidumbre" parece que nuestros recursos
siempre serán escasos, lo cual permite que surja y avance el miedo, que nos
propone acumular lo máximo posible como una alternativa para estar "protegidos", ante todas las "tragedias" que se avecinan. Este es el rol del miedo, sembrar pánico. Entonces, siempre estará presente la necesidad de acumular y tener “un poco más”,
por si acaso.
Al estar
enfocados en el futuro, llenándonos de cosas "por si acaso", para evitar que esas amenazas se hagan realidad,
convertimos al presente en un proceso cargado de desasosiego, actividades y esfuerzos
dirigidos a crear futuro, pero sin disfrutar lo que hacemos, sin darle
importancia al presente más allá de su rol como herramienta o espacio de tránsito hacia el
futuro. Dedicamos el presente a «hacer para tener» en un futuro, al cual no
sabemos si finalmente llegaremos, porque -por más que lo planifiquemos- siempre será incierto.
El afán de
vida nos ha atrapado 24/7, ya no parece haber descanso. Ambos padres trabajan y
nuestras casas transitan a alta velocidad. La paciencia y la espera ya no están
de moda, porque las urgencias y la impaciencia han tomado el mando y la dirección de nuestras vidas. Esas
urgencias e impaciencia nos llevan a crear atajos para todo, a buscar «soluciones de microondas», que no garantizan un éxito real, tal vez solo un "éxito" como se concibe socialmente. Porque la realidad es que una vida con sentido no puede llevarse
circulando por atajos y justificándonos a nosotros mismos las razones por las
cuales los tomamos.
Ha
desaparecido el tiempo de lectura como hobby o entretenimiento, junto con el
tiempo de descanso y reflexión, porque hay que estar siempre ocupado, haciendo
algo que produzca resultados concretos y de inmediato. Así se nos escapa lo
único que tenemos garantizado, el presente.
Los problemas
que no enfrentamos ni resolvemos se acumulan, y es normal que por falta de
tiempo y, principalmente, por la inadecuada definición de
prioridades, éstos problemas hacen metástasis y se convierten en críticos, atormentando a muchos individuos llevándoles a buscar escape en el alcohol, las drogas y hasta en el suicidio.
Estamos más
preocupados por finalizar el recorrido y por llegar, que por disfrutar el
camino. Cada día nuestros hijos pierden más sus espacios de infancia y adolescencia, para
asumir muy tempranamente responsabilidades de adulto. Los niños son presionados
para que finalicen sus estudios con la mayor velocidad y prontitud posible; sin
entender, que estudios y madurez deben marchar juntos, para formar
profesionales armónicos y balanceados, pero sobre todo para formar verdaderos y equilibrados seres humanos y sociales. Vale recordar que no estamos criando solo hijos, sino que también estamos creando a las mujeres, hombres y ciudadanos del mañana.
Esa pérdida de
espacios, para crecer, cambiar, transformarnos y madurar, acelera procesos que debilitan
el desarrollo de las habilidades humanas de interacción y comunicación,
requeridas para una sana vida social adulta. Las relaciones de pareja, pilar vital
para la vida familiar, se resquebrajan en ambientes sociales tóxicos y de
escasa, limitada o deficiente interacción, creando problemas y dando malos ejemplos para la adecuada
formación y crecimiento de los hijos.
La sobre
estimulación de niños y jóvenes, en un mundo suturado de productos y servicios,
tampoco deja espacios para que ellos lleguen a saborear y disfrutar,
convirtiéndoles en individuos insaciables ante los estímulos, dejando abiertas
muchas incertidumbres y dudas acerca de su verdadero éxito, bienestar y plenitud como adultos.
Se hace necesario
–y cada vez más prioritario- que consideremos un cambio en nuestra actitud ante
la vida, aprendiendo a desacelerar o detenernos, cuando corresponda, para poder
disfrutar lo que hacemos y lo que logramos. Se requiere encontrar un equilibrio
entre nuestros sueños, objetivos, metas, obligaciones y demás actividades, para
alcanzar la calidad de vida que deseamos y merecemos. Corriendo por la vida nunca tendremos paz.
Miguel A. Terán
Blog: http://miguelterancoach.blogspot.com
Web: http://www.lidervoice.com
Facebook: https://www.facebook.com/miguelterancoach
Web: http://www.lidervoice.com
Facebook: https://www.facebook.com/miguelterancoach
Twitter:
@MiguelATeranO
Nota: Foto
ilustrativa extraída de la Web.
Nota del autor
del Blog: Invito a todos mis apreciados lectores a compartir, con familiares,
relacionados y amigos, reales y virtuales, esta reflexión y los demás artículos publicados en este blog: miguelterancoach.blogspot.com. Tengamos presente que, en oportunidades,
unas sencillas palabras pueden hacer y ser la diferencia, para re-enfocarnos, transformarnos y
hacer los cambios que requiere nuestra vida, para darle sentido a nuestro existir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario