“Hay tres cosas en la vida que no se pueden perder: la
esperanza, la paciencia y la honestidad”.
Autor Anónimo.
REFLEXIÓN: En realidad son muchas otras las que no
debemos perder, pero estas tres representan una combinación muy importante. Si
asumimos que no existe esperanza, entonces, garantizamos que no habrá
esperanza, afirma el lingüista, filósofo y activista estadounidense Noam
Chomsky. La esperanza la conservaremos cuando creemos posible alcanzar o lograr
lo que necesitamos o deseamos.
No obstante, la mejor esperanza es la “esperanza activa”,
aquella que nos lleva a hacer algo para lograr convertir en realidad lo
que esperamos. Por el contrario, una esperanza pasiva simplemente nos estanca
en espera de que algo ocurra. Además, podemos y debemos ser fuente de
esperanza, no solo para nosotros mismos, sino también para los demás.
La esperanza debe ser alimentada con felicidad y
acompañarse de paciencia. El escritor y crítico británico John Ruskin decía que
“La misma esperanza deja de ser felicidad cuando va acompañada de la
impaciencia”. Una esperanza impaciente y llena de angustias, zozobras y
temores, solo nos hundirá en el desespero, porque no es esperanza.
Un proverbio persa expresa que “La paciencia es un árbol
de raíz amarga pero de frutos muy dulces”. Son innumerables las expresiones
coloquiales, refranes y proverbios que hacen referencia a la importancia de
tener paciencia, de saber esperar el momento. De hecho muchas cosas no
prosperan, como esperamos, porque no les ha llegado su momento. Ese esperado
momento requiere procesos previos de reflexión, desarrollo, madurez y cambio
para que se haga realidad nuestra esperanza.
Se dice que hay una gran diferencia entre renunciar y
saber que ya hemos tenido suficiente. Ese saber detenerse a tiempo, es
una característica de la paciencia y una clara señal de sabiduría. El filósofo
alemán Immanuel Kant planteaba que “La
paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte”.
La impaciencia puede hacernos erráticos y aún más débiles.
San Francisco de Sales nos invitaba a tener paciencia con
todas las cosas, pero sobre todo con nosotros mismos. Por su parte la
honestidad nos hace vivir en paz, porque “Quien es honesto no teme a la luz ni
la oscuridad”, decía el clérigo y escritor británico Thomas Fuller.
Cuando somos honestos nuestros pensamientos, sentimientos, palabras y acciones
caminan en un mismo sentido. Nuestra honestidad nos permite considerar, antes
de cada acción, la forma en que ésta afectará a los demás y al entorno. En
resumen, como expresó Sócrates: “Una conciencia tranquila es la mejor almohada
para dormir”.
Cuando perdemos la esperanza, nos atormenta la
impaciencia y podemos dejar de ser honestos en la búsqueda de lo que deseamos.
Por el contrario, cada día debemos renovar la esperanza, conservar la paciencia
que ésta requiere y ratificar nuestra honestidad en la búsqueda de lo que
necesitamos o deseamos. Aunque San Agustín decía
que cuando llegue la realidad, no habrá ya esperanza, porque la
esperanza existe mientras no conocemos la realidad. Negar la realidad no tiene
ningún sentido. Lo lógico es que cuando ésta se hace presente, nuestras
esperanzas y esfuerzos deben sincerarse, enfocándose hacia
otros rumbos.
Miguel A. Terán
Twitter:
@MiguelATeranO
Nota: Foto
ilustrativa extraída de la Web.
Nota del autor
del Blog: Invito a todos mis amigos, seguidores y apreciados lectores a
compartir, con familiares, relacionados y contactos, esta reflexión y los demás
artículos publicados en este blog: miguelterancoach.blogspot.com. Tengamos presente que, en oportunidades,
unas sencillas palabras pueden hacer y ser la diferencia en nuestra vida o en
la vida de los demás.
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