domingo, 5 de octubre de 2014

Pensamiento y Reflexión del Día Lunes 06 de Octubre de 2014

“Hay tres cosas en la vida que no se pueden perder: la esperanza, la paciencia y la honestidad”.
Autor Anónimo.

REFLEXIÓN: En realidad son muchas otras las que no debemos perder, pero estas tres representan una combinación muy importante. Si asumimos que no existe esperanza, entonces, garantizamos que no habrá esperanza, afirma el  lingüista, filósofo y activista estadounidense Noam Chomsky. La esperanza la conservaremos cuando creemos posible alcanzar o lograr lo que necesitamos o deseamos.

No obstante, la mejor esperanza es la “esperanza activa”, aquella que nos lleva a hacer  algo para lograr convertir en realidad lo que esperamos. Por el contrario, una esperanza pasiva simplemente nos estanca en espera de que algo ocurra. Además, podemos y debemos ser fuente de esperanza, no solo para nosotros mismos, sino también para los demás.

La esperanza debe ser alimentada con felicidad y  acompañarse de paciencia. El escritor y crítico británico John Ruskin decía que “La misma esperanza deja de ser felicidad cuando va acompañada de la impaciencia”. Una esperanza impaciente y llena de angustias, zozobras y temores, solo nos hundirá en el desespero, porque no es esperanza.

Un proverbio persa expresa que “La paciencia es un árbol de raíz amarga pero de frutos muy dulces”. Son innumerables las expresiones coloquiales, refranes y proverbios que hacen referencia a la importancia de tener paciencia, de saber esperar el momento. De hecho muchas cosas no prosperan, como esperamos, porque no les ha llegado su momento. Ese esperado momento requiere procesos previos de reflexión, desarrollo, madurez y cambio para que se haga realidad nuestra esperanza.

Se dice que hay una gran diferencia entre renunciar y saber que ya hemos tenido  suficiente. Ese saber detenerse a tiempo, es una característica de la paciencia y una clara señal de sabiduría. El filósofo alemán Immanuel Kant planteaba que “La paciencia es la fortaleza del débil y la impaciencia, la debilidad del fuerte”. La impaciencia puede hacernos erráticos y aún más débiles.

San Francisco de Sales nos invitaba a tener paciencia con todas las cosas, pero sobre todo con nosotros mismos. Por su parte la honestidad nos hace vivir en paz, porque “Quien es honesto no teme a la luz ni la oscuridad”, decía el clérigo y escritor británico Thomas Fuller.  Cuando somos honestos nuestros pensamientos, sentimientos, palabras y acciones caminan en un mismo sentido. Nuestra honestidad nos permite considerar, antes de cada acción, la forma en que ésta afectará a los demás y al entorno. En resumen, como expresó Sócrates: “Una conciencia tranquila es la mejor almohada para dormir”.

Cuando perdemos la esperanza, nos atormenta la impaciencia y podemos dejar de ser honestos en la búsqueda de lo que deseamos. Por el contrario, cada día debemos renovar la esperanza, conservar la paciencia que ésta requiere y ratificar nuestra honestidad en la búsqueda de lo que necesitamos o deseamos. Aunque San Agustín decía que cuando llegue la realidad, no habrá ya esperanza, porque la esperanza existe mientras no conocemos la realidad. Negar la realidad no tiene ningún sentido. Lo lógico es que cuando ésta se hace presente, nuestras esperanzas y esfuerzos deben sincerarse, enfocándose hacia otros rumbos.

Miguel A. Terán

Twitter: @MiguelATeranO

Nota: Foto ilustrativa extraída de la Web.


Nota del autor del Blog: Invito a todos mis amigos, seguidores y apreciados lectores a compartir, con familiares, relacionados y contactos, esta reflexión y los demás artículos publicados en este blog: miguelterancoach.blogspot.com. Tengamos presente que, en oportunidades, unas sencillas palabras pueden hacer y ser la diferencia en nuestra vida o en la vida de los demás. 

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