“Una familia
feliz no es sino un paraíso anticipado”.
Sir John Bowring (1792-1872). Economista político inglés.
REFLEXIÓN: Un grupo familiar donde reine la armonía, paz
y respeto, es un hogar; lo contrario, es una simple casa. Las diferencias en la
definición de un hogar y de una casa no tienen relación con recursos
económicos, estatus, academia ni con el nivel de vida. A un hogar lo definen
los sanos valores que guían a sus integrantes y el amor que en ese lugar se
comparte. Son clara realidad las palabras del político, científico e inventor
estadounidense Benjamín Franklin, quien afirmó que “La paz y la armonía constituyen
la mayor riqueza de la familia”.
Por el contrario, es también una triste realidad que en
nuestras “modernas” sociedades el núcleo familiar ha venido desintegrándose y
descomponiéndose con mayor rapidez y frecuencia, que nunca antes, y la consecuencia
es que cada vez hay más casas y menos hogares, dejando un pronóstico
preocupante para el futuro. El Papa Juan Pablo II decía que «La familia es base
de la sociedad y el lugar donde las personas aprenden por vez primera los
valores que les guían durante toda su vida».
Respuestas y soluciones las hay, pero se hace necesario
que primero nos revisemos nosotros como guías, líderes o miembros de nuestras
familias, para reconocer –con honestidad - si estamos contribuyendo a formar
familia y nuestros hogares son de verdad hogares. Un sabio proverbio
chino nos dice: «Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres vueltas
por tu propia casa».
Los filósofos Confucio y Aristóteles, en diferente tiempo
y lugares, coincidieron en afirmar que para que exista la armonía en una
sociedad, ésta debe existir primero en la familia. Las familias son la
raíz de la sociedad, por ello en cualquier sociedad donde la familia se
desintegra puede esperarse caos y desorden.
El arquitecto e ingeniero suizo Le Corbusier, considerado
uno de los arquitectos más influyentes en el pasado siglo XX, afirmaba que
“Nunca debemos descuidar a la familia por cuidar los negocios”. Las familias
han venido perdiendo tiempos y espacios, ante la tecnología, el consumismo, el
trabajo en exceso, la actividad social, y otras más, debilitándose así el pilar
fundamental de la sociedad.
El reto de
cada uno de nosotros es comprometernos en el objetivo de formar hogares,
dedicando el tiempo y esfuerzo requerido para lograr que nuestras familias
vivan en valores, porque ese será nuestro verdadero y auténtico aporte a la
sociedad y al futuro. Para ello, es importante tener presente que
nuestro ejemplo será mejor referencia y guía que nuestras palabras, en la
construcción de las familias que requiere la sociedad.
Miguel A. Terán
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: Foto ilustrativa extraída de la Web.
Nota del autor del Blog: Invito a todos mis apreciados
lectores a compartir estas reflexiones y otros artículos publicados en mi blog: miguelterancoach.blogspot.com. Tengamos
presente que unas sencillas palabras pueden hacer y ser la diferencia en la
vida de alguien.
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