“Perdona a
otros, no porque merecen perdón, sino porque tú mereces paz”.
Autor Anónimo
REFLEXIÓN: Es una realidad que perdonar no es fácil y
la razón parece ser pretender lograrlo desde una perspectiva de víctima, aún
con la herida abierta, propia de quien se siente afectado por la
traición, maltrato u ofensa de otro.
Mientras no
lleguemos a perdonar, continuaremos sufriendo lo ocurrido. En otras
palabras, la principal víctima del no perdón somos nosotros. Perdonar no debe significar ignorar una realidad o
hecho, tampoco es aceptar ni olvidar. Perdonar es principal y
primordialmente liberarnos de sentimientos negativos. Posiblemente, no podemos
hacer daño al culpable -y no es la idea- pero si podemos hacernos mucho bien a
nosotros mismos perdonando.
No es sano
intentar tomar venganza de quien nos ha traicionado, maltratado u ofendido,
porque “Vengándose, uno se iguala a su enemigo; perdonándolo, se muestra
superior a él”, nos decía el célebre filósofo, político, abogado y escritor
inglés, Sir Francis Bacon. El famoso dramaturgo inglés Oscar Wilde, en su
particular y sarcástico lenguaje, recomendaba “Perdona siempre a tu enemigo. No
hay nada que le enfurezca más”.
Todos podemos
equivocarnos, por tal razón, antes de juzgar al otro por su traición, maltrato
u ofensa, es primordial revisarnos o cuestionarnos a nosotros mismos para
tratar de entender cuál fue nuestro rol y cómo influimos en lo ocurrido. Ello
no quita ni exonera culpas, pero si puede permitirnos observar lo ocurrido
desde otra perspectiva. Tengamos presente que en el proceso de aprender,
desarrollarnos y crecer podemos ofender y llegar a hacer daño a otros.
Cuando no
hemos logrado sacar ese dolor, porque continuamos sin perdonar, este
sentimiento mantiene vivo en nuestra mente y corazón al otro y a la
ofensa. La falta de perdón nos roba la paz, secándonos por dentro. Por tal
razón, el Sacerdote Evaristo Sada, afirma que “El perdón es la llave de la
libertad y la paz interior”. El prelado argentino Monseñor José María Arancedo,
refiere que el mismo “Padre
Nuestro” pone en nuestros labios esta exigente invocación a Dios: "perdona
nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden".
Podemos llegar
a perdonar a alguien, tal vez conscientes de nuestra contribución al problema,
llegando a capitular o a pactar acuerdos; pero si consideramos, que
es imposible recuperar la confianza perdida, no vale la pena continuar la
relación en los términos o condiciones iniciales.
Decía William
Shakespeare que "El perdón cae como lluvia suave desde el cielo a la
tierra. Es dos veces bendito; bendice al que lo da y al que lo recibe”.
Miguel A. Terán
Twitter:
@MiguelATeranO
Nota: Foto
ilustrativa extraída de la Web.
Nota del autor
del Blog: Invito a todos mis amigos, seguidores y apreciados lectores a
compartir, con familiares, relacionados y contactos, esta reflexión y los demás
artículos publicados en este blog: miguelterancoach.blogspot.com. Tengamos presente que, en oportunidades,
unas sencillas palabras pueden hacer y ser la diferencia en nuestra vida o en
la vida de los demás.
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