¿Qué mensaje
nos dejan?
En
Tierra Santa existen dos mares, el Mar de Galilea, del cual se toma gran parte
del agua que abastece a Israel. Las zonas urbanas y rurales situadas en sus
márgenes tienen un verde que realza el paisaje, son fértiles, de naturaleza
exuberante. Buena parte de los peces consumidos en la región, desde los tiempos
bíblicos, provienen de este lago. Los visitantes locales – y turistas – nunca
dejan de maravillarse de su belleza subacuática, en su coloridísima abundancia
de flora y fauna. El Mar de Galilea es vida por todos lados.
El otro es el
Mar Muerto. Diez veces más salado que los océanos de la Tierra, no
permite la vida de peces ni de otros seres acuáticos. La tierra en sus
alrededores es seca, pobre, fea. Aquí no hay trazas de vida, ni murmullos de
hojas, ni canto de pájaros, ni risas de niños. Los viajeros escogen otra ruta,
solamente por urgencia lo cruzan, el aire es espeso sobre sus aguas y ningún
hombre ni bestias, ni aves pueden consumirla. Por todos lados, el Mar Muerto
está muerto de verdad.
Lo interesante
es que ambos mares se alimentan del mismo río, el Jordán. Después del mar de
Galilea, el Jordán continua, y desemboca en el Mar Muerto. Inmediatamente
después de caer en esas aguas muertas, los peces y las plantas acuáticas
mueren, son instantáneamente momificados y, lentamente, consumidos por la
salinidad corrosiva. El fuerte sol provoca la evaporación de una gran parte de
agua. El mismo río que le da vida algunos kilómetros atrás muere en el Mar
Muerto. El mismo Jordán hace que los dos existan, pero el Mar de Galilea es
generoso, multiplica la vida, mientras que el Mar Muerto es la visión de la
infertilidad.
¿Qué hace esta gran diferencia entre mares vecinos?
No es el río
Jordán. El lleva la misma agua a los dos. No es el suelo sobre el que están, ni
el campo que los rodea. La diferencia parece ser que el Mar de Galilea recibe
las aguas del río pero no lo retiene, las deja fluir. Por cada gota que a él
llega, otra sale. El otro, el Mar Muerto retiene cada gota de agua que llega,
allí queda, estancada e inútil. No comparte su agua, se la queda toda y tal vez
por ello está muerto.
Es una
interesante reflexión, que nos brinda la naturaleza, para hacer una
analogía con nuestras vidas y nuestras posesiones de cualquier tipo. Lo que
llega a nosotros en lo material, intelectual, conocimiento, amor, y más,
podemos hacer que fluya hacia otros o estancarlo en nosotros; y entonces,
habremos escogido ser como alguno de estos mares.
Nota: Esta
información sobre el Mar de Galilea y el Mar Muerto fue tomada de diferentes
fuentes en la red.
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