jueves, 23 de octubre de 2014

La Decisión de Emigrar - La Fuga de Talento o La Pérdida de Talento‏

La tan mencionada fuga de talento,  o de cerebros como también se reconoce,  es un caso muy común en todos los países latino-americanos y, en general, en los llamados países en desarrollo, muchos de los cuales nunca salen de esa triste categoría. Casi que turnándose de tiempo en tiempo, estos países tienen pérdidas importantes de recursos humanos calificados, básicamente por razones políticas, económicas y sociales. También ocurre en países del primer mundo, pero con otra connotación. 

Sin duda que ello, representa una preocupación para cualquier economía y sociedad que observe impotente la salida –sin retorno- de sus profesionales, lo cual representa un proceso de descapitalización en su más valioso recurso. Además, recuperar esta pérdida no puede resolverse, de ninguna manera, de la noche a la mañana.

Pero es importante clarificar que no es lo mismo salir que huir. En algunos momentos del pasado remoto o cercano, muchas personas académicamente calificadas salieron de sus países de origen en busca de oportunidades económicas, profesionales o académicas. Muchos, inclusive, lo hicieron para estudiar –temporalmente- y en el camino encontraban oportunidades para quedarse de manera permanente. No era común que alguien bien calificado se quedará como sub-empleado, en algún otro lugar, porque en su respectivo país de origen sus calificaciones académicas y profesionales le permitían desarrollarse y vivir cómodamente.

En la medida que la economía y la sociedad –de algún país en particular- comienzan a resquebrajarse, desapareciendo oportunidades de trabajo y desarrollo, incrementándose la inseguridad y sufriendo el impacto de la inflación, podemos considerar que la gente –de ese lugar- no se va, sino que simplemente huye.

Por supuesto, que siempre hubo y hay diferencia al momento de salir del país de origen, de acuerdo a la manera o forma en que se sale o se “huye”; porque no es lo mismo salir de la mano de una empresa multinacional, como empleado expatriado, que salir por cuenta propia, como empresario o en busca de empleo o cualquier actividad remunerada, o simplemente huir en busca de “algo mejor”. Apenas un muy pequeño número de profesionales sale de su país de origen, confortable y cómodo, con una oferta formal de trabajo.  

Esa fuga de gente profesional o de talento, en la cual algún país había invertido cuantiosos recursos económicos durante años, la vemos partir hacia otras latitudes, llevando consigo todos esos conocimiento y experiencia, sin que se pueda hacer mucho al respecto cuando ya es un hecho.

Sin embargo,  lo más triste y paradójico es que significativa parte de esa experiencia y conocimiento, por diversas y variadas razones, no tiene cabida en los países donde emigran dentro de su campo profesional. Por ello, muchos quedan obligados a tomar otros rumbos laborales para poder sobrevivir, algunos pasan a ocupar puestos de menor jerarquía profesional o técnica, se incorporan al área de ventas e incluso muchos podríamos considerarlos como sub-empleados, por estar realizando trabajos muy por debajo de sus calificaciones.

Muchos otros se reinventan y profesionalizan en otras áreas, pero el hecho cierto es que el conocimiento base inicial u original, que para algunos es su capital más valioso se pierde ante la necesidad urgente de producir ingresos para vivir y, en muchos casos, para sobrevivir.

Ello debe obligarnos a  repensar y a utilizar de manera diferente el concepto de fuga de cerebros, en el equivocado sentido que otros países –especialmente los llamados países desarrollados - están ávidos de profesionales y que aquellos quienes emigran son recibidos con especial atención. Nada más falso para miles de profesionales que emigran sin poder conseguir una oportunidad real y genuina en el exterior, que les permita continuar su profesión y no ver caducar por obsolescencia sus conocimientos. Son infinitos los casos e historias con similar problema que todos conocemos o que –inclusive- nosotros mismos hemos protagonizado.

La conclusión es que ese capital humano que emigra  representa una importante pérdida para su país de origen y, en muchos casos,  ningún valor reconocido en el país de destino. En otras palabras, no podemos negar que existe fuga de conocimiento y talento, pero debemos reconocer honestamente que la palabra: pérdida de conocimiento, refleja mejor la realidad de lo que ocurre, porque el talento se reinventa.  

Plantearse a tiempo y honestamente la idea o necesidad de emigrar, como un hecho real o cuando menos potencial, permitirá a quien así lo haga, planificar de la mejor manera los aspectos económicos, educativos o académicos, culturales, legales, de lenguaje, familiares, etcétera, involucrados, necesarios y obligatorios en un proceso migratorio amigable. Es mucho lo que se puede avanzar mientras se permanezca en el país de origen, en beneficio de un futuro proyecto migratorio, mientras no neguemos que la posibilidad de emigrar puede hacerse realidad, en cualquier momento y debemos prepararnos para ello.

Miguel A. Terán

Twitter: @MiguelATeranO

Nota: Foto ilustrativa extraída de la Web.


Nota del autor del Blog: Invito a todos mis amigos, seguidores y apreciados lectores a compartir, con familiares, relacionados y contactos, esta reflexión y los demás artículos publicados en este blog: miguelterancoach.blogspot.com. Tengamos presente que, en oportunidades, unas sencillas palabras o líneas pueden hacer y ser la diferencia en nuestra vida o en la vida de los demás.

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