“Quien ama el
dinero, de dinero no se sacia. Quien ama las riquezas nunca tiene suficiente”.
Rey Salomón
(1011 AC – 928 AC). Sabio y último monarca del Reino Unido de Israel.
REFLEXIÓN: El
dinero no es malo y esto debemos enfatizarlo. Pero el dinero tampoco es bueno,
porque es simplemente neutro. No tiene polaridad, ni positiva ni negativa.
Quienes hacemos del dinero algo positivo o negativo, bueno o malo, sucio
o limpio, somos nosotros mismos, dependiendo de lo que estemos
dispuestos a hacer para conseguirlo y conservarlo, así como de la manera
en que -una vez conseguido- lo utilizamos.

El dinero no
es ni debe ser un fin en sí mismo, es solo un medio, como tantos otros medios
requeridos o utilizados para lograr los verdaderos fines. Es un hecho que quien
llega a convertir al dinero en un fin, será atrapado por la avaricia, uno de
los Siete Pecados Capitales. El avaro no solo desea poseer o disfrutar, sino
atesorar sin límite. El problema con atesorar es que nunca será suficiente,
porque el avaro siempre está pensando en el futuro, y ante la incertidumbre de
ese futuro, la opción de atesorar es lo único que le proporciona
“tranquilidad”.
Cuenta una
historia –casi fábula - que un pescador encontró una lámpara, de la cual al
frotarla salió un genio, quien le ofreció al pescador tres deseos. El pescador
pensó detenidamente su primer deseo y pidió “Sabiduría”, para escoger los otros
dos deseos. Una vez el genio lo hizo sabio, le pregunto por su segundo deseo, y
el pescador respondió “No necesito los otros dos”.
Lo contrario a
atesorar es distribuir, utilizar, emplear y compartir, sin llegar a dilapidar,
derrochar o despilfarrar, que tampoco serían alternativas válidas. En este
orden de ideas, para evitar la acumulación o atesoramiento, el filósofo y
estadista británico Sir Francis Bacon, afirmaba que el dinero es como el
estiércol o abono, no es bueno a no ser que se esparza o extienda.
El famoso
escritor francés, Alejandro Dumas, decía: “No estimes el dinero en más ni en
menos de lo que vale, porque es un buen siervo y un mal amo”. El dinero es uno
de los vicios más fuertes que afectan al ser humano, superando a las drogas. El
deseo de dinero, junto al deseo de poder, parece no tener límite. El filósofo
griego Epicuro de Samos decía: “¿Quieres ser rico? Pues no te afanes en
aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia”.
Por su parte,
el filósofo chino Confucio consideraba que algún dinero puede evitarnos
preocupaciones; pero mucho dinero, las atrae. A quienes les atrapa la obsesión
del dinero o de lo material, estarán siempre más preocupados por lo que le
falta o por cuidar lo que tienen que por disfrutarlo. Comenzamos siendo dueños
del dinero, hasta que le damos tanto poder e importancia en nuestra vida, que
se convierte en nuestro amo. A partir de ese momento dejamos de vivir para
nosotros y comenzamos a vivir para él.
Miguel A.
Terán
Twitter:
@MiguelATeranO
Nota: Foto
ilustrativa extraída de la Web.
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