jueves, 4 de septiembre de 2014

Pensamiento y Reflexión del Día Viernes 05 de Septiembre de 2014

“Sentir gratitud y no expresarla es como envolver un regalo y no entregarlo”.
William Arthur Ward (1921 -1994). Escritor estadounidense.

REFLEXIÓN: La gratitud es apreciar y valorar lo que recibimos o recibiremos, sin calificarlo, juzgarlo ni cuantificarlo. Es el hecho, el gesto  o la acción en sí misma, no el contenido o valor de lo recibido. En el momento que  pretendemos calificar o valorar lo recibido nos arriesgamos a no agradecer. En la gratitud la “obligación” no existe.

Agradecer no es sentirnos en deuda, al igual  que si pretendiéramos alguna compensación o retribución por ayudar,  porque estaríamos en el negocio de intercambio de favores, que no es ni ayuda ni justifica agradecimiento. Muchas personas ayudan esperando le retribuyan esa  ayuda de alguna manera, ello no conlleva genuino agradecimiento, porque hay intención, premeditación e interés.

La pureza y sinceridad en ayudar y agradecer es distorsionada, desvirtuada o tergiversada por la expectativa, que nos lleva a construir una idea o imagen -no siempre cierta- acerca de personas, circunstancias, eventos y cosas con la esperanza de realizar o conseguir algo, que deseamos se haga realidad, incluso, hasta a la fuerza. El problema se sucede cuando no  aceptamos las cosas como son sino como pretendemos o deseamos que éstas sean.

Al hacernos expectativas exageradas o poco realistas, acerca de lo que recibiremos en retribución por parte de la persona que ayudamos, siempre quedaremos insatisfechos y descontentos, y quizá hasta con un sentimiento de haber sido aprovechados o utilizados. Desde el otro ángulo, cuando quien recibió la ayuda o apoyo lo compara con lo que pudo haber recibido, al evaluar y cuantificar en exceso las posibilidades de quien le ayudo, puede desvanecerse o desaparecer el agradecimiento. En ambos casos, las expectativas hacen un daño terrible al agradecimiento.

A pesar de su importancia, el agradecimiento es poco duradero, efímero y volátil porque desaparece muy rápido. El escritor Mario Puzo,  autor de la famosa obra El Padrino, afirmaba que el tiempo hace estragos en la gratitud, aún más que en la belleza; por ello, debemos agradecer antes de que nos olvidemos.

Una palabra de estímulo o un consejo cargado de afecto, compromiso y genuino  interés pueden – en momentos de nuestra vida - tener más valor que un cheque. Es necesario disponer de tiempo para agradecer; aunque generalmente basta con unas breves palabras y hasta un simple “Gracias”, para percibir y sentir el efecto del agradecimiento.

Lo que tenemos hoy día, para bien o para mal, es resultado de lo que hemos hecho o dejado de hacer en el pasado, pero es innegable la participación de otras personas  en nuestra dicha o desdicha, aunque las hayamos escogido nosotros.  Decía el poeta y filósofo alemán Goethe: “Si yo pudiera enumerar cuánto debo a mis antecesores y contemporáneos, no me quedaría gran cosa en propiedad”. Es necesario comprender que aunque las cosas y relaciones hayan cambiado en el tiempo, debemos reconocer la importancia del apoyo recibido de algunas personas, que quizá ya no están en “la película” de nuestra vida, pero que jugaron un rol protagónico en algún momento.

Cuántos pasos dimos de la mano de alguien, que fue clave o vital, en las decisiones que tomamos, porque nos apoyó con recursos, nos brindó un espacio para vivir, nos ayudó a conseguir trabajo, nos orientó, motivó, apoyó  y –tal vez- mucho más; incluso,   simplemente escucharnos. La presencia de alguien o la absoluta soledad, son claves para continuar o suspender proyectos en nuestras vidas, y lo triste es que muchas veces olvidamos a nuestros compañeros en ese trayecto. De hecho muchos sueños y proyectos fallecen por falta de compañía.

Debemos estar permanentemente agradecidos, porque somos el resultado de todo lo que hemos recibido. Y debemos demostrar ese agradecimiento, sin convertirlo en un intercambio o economía de favores, solidarizándonos, correspondiendo o retribuyendo a la otra persona. Con seguridad, si ponemos a un lado nuestro ego  y algunas circunstancias que ocurrieron, agradeceríamos y se lo haríamos saber a esas personas,  por haber estado allí, y ese sentimiento  debe ser  imperecedero y eterno en nuestra mente y corazón.

Miguel A. Terán

Twitter: @MiguelATeranO


Nota: Foto ilustrativa extraída de la Web.

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