miércoles, 3 de septiembre de 2014

Pensamiento y Reflexión del Día Jueves 04 de Septiembre de 2014

“Un mal hábito no se puede lanzar por la ventana; es necesario bajarlo por la escalera un escalón a la vez”.
Mark Twain (1835 -1910). Escritor, orador y humorista estadounidense.

REFLEXION: Para desechar o eliminar un mal hábito debemos hacerlo poco a poco, pero con pasos firmes, sin vuelta atrás.   Sin prisa, pero sin pausa. Pretender  eliminarlos de la noche a la mañana es garantía de fracaso; básicamente, porque después de algunos intentos fallidos el hábito se reafirma aún más.

Lo primero que debemos definir es qué hábitos deseamos desechar y qué hábitos deseamos adquirir. Y a partir de allí, a trabajar para desinstalar unos e instalar otros. Sin ánimos de hacer de esta reflexión una terapia, entender cuáles nos dañan y hacen daño a otros, y cuáles –en su ausencia- nos hacen daño y hacen daño a otros, es vital para tomar decisiones firmes, con compromiso y sostenibles en el tiempo.

Luego, debemos dejar de practicar el hábito que deseamos eliminar, poco a poco, sustituyéndole por otro hábito más sano. Paciencia y convicción para mantener la disciplina son básicas, hasta que empecemos a ver el beneficio de cambiar. El escritor y filósofo estadounidense Elbert Hubbard, famoso por su reconocido ensayo “Un mensaje a García”, nos recomendaba cultivar solo aquellos hábitos que quisiéramos que dominaran nuestra vida.

Los hábitos son comportamientos que hemos repetido con regularidad –por mucho tiempo- hasta el punto que los ejecutamos de manera casi automática, sin darnos cuenta. No nacemos con ellos, pero los moldeamos como parte de nuestra cultura familiar  o social. Muchos de nuestros hábitos, tal vez jamás los cuestionamos, permitiendo que éstos formen parte de nuestro estilo de vida y conducta.

Recordemos que un cambio se hace posible cuando el dolor de cambiar es menor que el dolor de permanecer donde estamos. Algunos hábitos tienen más las características de un apego o vicio hacia cosas, personas, circunstancias, estilos de vida, patrones de consumo, etcétera. El gran filósofo chino Confucio decía: “Los vicios vienen como pasajeros, nos visitan como huéspedes y se quedan como amos”.

El también filósofo Aristóteles nos recordaba que: “Adquirir desde jóvenes tales o cuales hábitos no tiene poca importancia: tiene una importancia absoluta”. La razón es que esos hábitos nos seguirán como sombras por el resto de nuestras vidas, para bien o para mal, dependiendo del tipo de hábito.

La idea es sustituir los hábitos que nos dañan por otros que nos beneficien, porque éstos juegan un rol muy importante en nuestra felicidad. Aunque los seres humanos tenemos mente y espíritu, se dice que somos animales de costumbre, debido a que nos  habituamos a todo o casi todo, inclusive a ser felices o infelices, nuestra actitud, lenguaje y acciones, reflejan alguno de estos dos extremos.

La posibilidad y decisión de cambiar hábitos nos pertenece; entonces,  conservemos los que  ayudan y eliminemos los que hacen daño. Pero tengamos siempre presente el proverbio que dice: “Lo que no es útil ni bueno para la colmena, no es útil ni bueno para la abeja”. En otras palabras, nuestros hábitos deben ser buenos para todos, para nosotros y para quienes nos rodean.

Miguel A. Terán

Twitter: @MiguelATeranO


Nota: Foto ilustrativa extraída de la Web.

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