lunes, 1 de septiembre de 2014

Pensamiento y Reflexión del Día Martes 02 de Septiembre de 2014 + Una historia de Sensibilidad e Indiferencia‏

“La indiferencia nunca es una respuesta.”
Elie Wiesel (n. 1928). Escritor húngaro sobreviviente de campos de concentración. Premio Nobel de la Paz en 1986

REFLEXIÓN: Podríamos considerar la indiferencia como una posición neutra con respecto a un evento, condición, situación o persona, pero en realidad no lo es, por la sencilla razón que no existen actitudes ni conductas neutras, todo tiene efecto y es causa. Un ejemplo de ello, fue expresado por el clérico y pacifista sudafricano Desmond Tutu, Premio Nobel de la Paz 1984, cuando dijo: “Si eres neutral en situaciones de injusticia has elegido el lado del opresor”.
Es común escuchar que alguien decide no “decidir”, lo cual no tiene sentido, porque la decisión de no decidir es en sí misma una decisión. Un caso tristemente común, es  cuando alguien se abstiene de votar en una elección, de cualquier tipo; entonces,  es válido considerar que su voto fue para quien ganó, porque tal vez su voto y el otros individuos que decidieron no votar, hubieran hecho una diferencia en los resultados.
Pudiéramos tener dudas si la indiferencia es causa o efecto, pero es posible considerar que la indiferencia es resultado de la falta de sensibilidad hacia ese evento, condición, situación o persona, que mencionamos líneas atrás. Refería el escritor y poeta colombiano Jorge González Moore que la indiferencia endurece el corazón y es capaz de eliminar cualquier rastro de afecto.
Lo es cierto es que la falta de sensibilidad y la indiferencia nos convierten en personas frías, superficiales, escasas de empatía, calculadoras y egoístas. Cuando nos hemos dejado consumir en nosotros mismos, olvidando que amar es apoyar y ayudar, pero en serio y de verdad, hasta que duela hacerlo, como refería la Madre Teresa de Calcuta.
Las necesidades y particulares circunstancias de quienes nos rodean deben ser importantes para nosotros, porque en algún momento las cosas y situaciones pueden cambiar. Cuando estamos bien, especialmente en lo económico, nos consideramos inmunes o blindados, pero es válido tener presente lo expresado por el Papa Francisco, quien nos sugiere que cuando vayamos subiendo saludemos a todos, porque éstos serán los mismos que encontraremos cuando vayamos bajando.
La sensibilidad es genuino interés, preocupación y deseo de apoyo y colaboración hacia los demás, hacia ese otro que nos necesita. Sin darnos cuenta vamos perdiendo esa sensibilidad, al otorgar poca o ninguna importancia al sufrimiento y dolor de otros, y allí se nos va nuestra humanidad. Entonces, cuidado con la indiferencia, porque ésta nos hace insensibles ante el sufrimiento o los problemas de los demás.
Recordemos que en otro momento de nuestras vidas hemos necesitado afecto, cariño, comprensión y apoyo, y seguramente fue de valor para nosotros una simple palabra de aliento o estímulo, unos minutos que alguien nos dedicó a escuchar o leer lo que le dijimos o escribimos, el apoyo y solidaridad recibidos.  Pero desgraciadamente, como dice el canta-autor Rubén Blades en una de sus famosas canciones: “Tan pronto nos sale el clavo se olvida todo el sufrimiento”.
En oportunidades dejamos solos a nuestros familiares y amigos, pero qué podríamos ofrecerles, si en la práctica somos insensibles hasta con nosotros mismos. No tenemos tiempo ni para escucharnos a nosotros mismos, por lo cual sería mucho esperar que escuchemos a otros. Parafraseando al escritor y bioquímico de origen ruso Isaac Asimov, podríamos considerar que una persona insensible es una persona peligrosa.
Ser sensible es una actitud, no es una simple y esporádica conducta, que nos lleva a  extraer de la cartera una moneda o un billete para dárselo a alguien que pide limosna. Ser sensible es más que eso, es entender el sufrimiento y las limitaciones de esa persona para haber llegado a ello. Ser sensible es un reflejo de nuestro interior, de nuestra espiritualidad. La sensibilidad es nuestra capacidad de pensar en los demás, porque éstos algún día podrán pensar en nosotros.
Miguel A. Terán
Twitter: @MiguelATeranO

Nota: Foto ilustrativa extraída de la Web.

Una historia de Sensibilidad e Indiferencia
Autor: Eric James
Recibí una llamada telefónica de un muy buen amigo. Me alegró mucho su llamada. Lo primero que me preguntó fue: ¿Cómo estás? Y sin saber por qué, le contesté: "Muy solo".
"-¿Quieres que hablemos?", me dijo. Le respondí que sí y en seguida me preguntó: "¿Quieres que vaya a tu casa?". Y le respondí que sí. Colgó el teléfono y en menos de quince minutos él ya estaba tocando a mi puerta.
Yo hablé durante horas de todo, de mi trabajo, de mi familia, de mi novia, de mis deudas; y él, atento siempre, me escuchó. Se nos hizo de día, yo estaba mentalmente agotado, pero me había hecho mucho bien su compañía y sobre todo que me escuchara, que me apoyara y me hiciera ver mis errores.
Me sentía muy a gusto y cuando él notó que yo ya me encontraba mejor, me dijo: "Bueno, me voy, tengo que ir a trabajar". Yo me sorprendí y le dije: "¿Por qué no me habías dicho que tenías que ir a trabajar? Mira la hora que es, no has dormido nada, te quité tu tiempo toda la noche".
Él sonrió y me dijo: "No hay problema, para eso estamos los amigos". Yo me sentía cada vez más feliz y orgulloso de tener un amigo así. Le acompañé a la puerta de mi casa... y cuando él iba hacia su auto le pregunté: "Y a todo esto, ¿por qué llamaste anoche tan tarde?". Él se volvió y me dijo en voz baja: "Es que te quería dar una noticia...". Y le pregunté: "¿Cuál es?" Y me dijo: "Fui al médico ayer y me dijo que estoy muy enfermo. Tengo cáncer".  Yo me quedé mudo...; él me sonrió y me comentó: "Ya hablaremos de eso. Que tengas un buen día".
Se dio la vuelta y se fue. Pasó un buen rato hasta que asimilé la situación y me pregunté una y otra vez por qué cuando él me preguntó cómo estaba me olvidé de él y solo hablé de mí. ¿Cómo tuvo fuerza para sonreírme, darme ánimos, decirme todo lo que me dijo, estando él en esa situación? Esto es increíble.
Desde entonces mi vida ha cambiado. Suelo ser menos dramático con mis problemas. Ahora aprovecho más el tiempo con la gente que quiero. Les deseo que tengan un buen día, y les recuerdo que: "El que no vive para servir, no sirve para vivir”.

La vida es como una escalera, si miras hacia arriba siempre serás el último de la fila, pero si miras hacia abajo verás que hay mucha gente que quisiera estar en tu lugar. Detente a escuchar y a ayudar a tus amigos te necesitan.

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