“Lo
que importa verdaderamente en la vida no son los objetivos que nos establecemos,
sino los caminos que seguimos para lograrlos”.
Percy
B. Shelley (1792 – 1822). Escritor y poeta inglés.
REFLEXIÓN:
Debemos ser en extremo cuidadosos con tipo de individuo en que nos convertimos
mientras logramos alcanzar lo que deseamos, porque sin darnos cuenta vamos cambiando y transformándonos,
para bien o para mal, en un ser diferente a quien éramos.
En
el transitar hacia el logro de esos objetivos, con seguridad, encontramos oportunidades
y dificultades que nos llevan a modificar nuestra forma de pensar y actuar,
incluso modificando nuestro lenguaje, transformándolo en un lenguaje de abundancia y
oportunidades o de carencia y escases. Ese lenguaje nos acompañará por siempre,
constituyendo parte de la eterna felicidad o infelicidad, que será nuestra
compañera. Podremos vivir agradecidos por lo que tenemos o sufridos por lo que
nos falta.
El
autor y orador motivacional estadounidense Jim Rohn, nos decía que “La pregunta
más importante en las diferentes etapas de nuestra vida, no es ¿Qué estoy
consiguiendo?, sino ¿En qué me estoy convirtiendo?”. Debemos esforzarnos por convertirnos
en alguien que nos gustaría llegar a ser.
Desgraciadamente,
con el correr del tiempo, muchos individuos se convierten en alguien o en “algo”
extraño para quienes, en algún momento, creyeron conocerles. El popular
escritor y orador estadounidense Samuel Langhorne Clemens, conocido por el
seudónimo de Mark Twain decía que “El que lucha con monstruos debe tener
cuidado de no convertirse en un monstruo”.
Esos
individuos pierden por el camino el rumbo. Por ello, es importante, que antes
de iniciar cualquier etapa de nuestras vidas, primeramente, nos preguntemos lo
que deseamos llegar a ser una vez concluida esa etapa. Es vital evaluar si lo
que estamos haciendo nos llevará a donde queremos llegar y nos ayudará a
convertirnos en la persona que queremos ser; evitando transformarnos, con el
paso del tiempo, en un ser desconocido para los demás, e incluso, para nosotros mismos.
Sí
solo nos preocupamos por lo que estamos consiguiendo, en lo concreto y
material, podemos convertirnos en esclavos de
la eterna búsqueda de algo más, y
pasaremos la vida como el perro mordiéndonos la cola.
Uno
de los mejores boxeadores de todos los tiempos, Mohammed Ali “Cassius Clay” decía: “En eso que estás pensando te estas
convirtiendo”. Poco a poco nos vamos transformando en lo que hacemos con
regularidad, sea eso bueno o malo. Por ejemplo, si nos habituamos a mentir llegará el momento que
lo haremos inconscientemente, casi de modo automático y de manera continua,
hasta llegar a mentirnos y engañarnos a nosotros mismos.
Soñamos
con ser un príncipe y sin darnos cuenta por el camino nos convertimos en un
sapo; como una dulce caperucita se convierte en un lobo. Lo peor es cuando
continuamos creyendo que somos príncipes o caperucitas, y hemos cambiado tanto,
que quienes nos rodean ya nos reconocen y catalogan como sapos o lobos.
El
científico, filósofo y escritor francés Blaise Pascal, se preguntaba ¿De qué
nos sirve ganar el mundo si perdemos nuestra alma? En el intento de la búsqueda
permanente de algo más para coleccionar, tal cual dijo San Agustín, se nos desordena el alma llevando en su culpa
la pena. Por lo contrario, el reto es conservar limpios y puros nuestra mente, corazón
y espíritu, mientras alcanzamos los mejores sueños.
Lograr
el equilibrio entre lo que sentimos, pensamos, decimos y hacemos, es vital para
nuestra armonía interna, que es la base del respeto para con nosotros mismos y
para los demás. No se trata de renunciar a nuestros sueños, sino evitar que éstos
se conviertan en pesadillas. Esforcémonos porque nuestros logros de cada día
nos permitan convertirnos en mejores seres humanos y más felices personas.
Miguel
A. Terán
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Nota:
Foto ilustrativa extraída de la Web.
Nota
del autor del Blog: Vivir en un mundo mejor solo podemos lograrlo compartiendo
–con los demás- nuestra riqueza, sea esta material, cultural o espiritual. En
el caso de compartir lecturas, nunca
sabemos cuándo unas sencillas palabras pueden hacer y ser la diferencia
en la vida de alguien, al motivar cambios que le lleven a un nuevo destino. Por
ello, la invitación es a compartir esta reflexión en:
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