SENSIBLE O FLEXIBLE
Una importante diferencia
Miguel A. Terán
En muchos ámbitos,
contextos o situaciones de nuestra vida confundimos flexibilidad con
sensibilidad, cuando en realidad son conceptos distintos. Podemos afirmar que
sensibilidad incluye flexibilidad, pero flexibilidad es apenas una parte del
ser sensible.
A diferencia de un individuo
rígido, el individuo flexible es
susceptible a cambios según las circunstancias o necesidades, pudiendo evaluar o escuchar ideas u opiniones
diferentes a la suyas propias; y cuando le son convenientes o convincentes, y
puede superar sus creencias y paradigmas, hace esfuerzos genuinos por cambiar o
modificar su posición original o inicial.
La flexibilidad es
resultado de entender pero no necesariamente de comprender, tal cual lo dice la
expresión: «te entiendo, pero no te comprendo», porque posiblemente aceptamos una
situación, pero al no entenderla o aceptarla nos cuesta solidarizarnos con la
misma. En otras palabras fuimos flexibles, pero no sensibles.
Por el contrario, un
individuo sensible se conecta de manera profunda con las ideas, opiniones,
eventos, sucesos o circunstancias, y por supuesto con las personas y los
cambios. Sus decisiones tienen una razonable mezcla de emociones y sentimientos
que le guían al momento de evaluar e interpretar las circunstancias, hechos o
eventos.
Son seres sensibles a lo
que ocurre a su alrededor, lo cual les permite equilibradas conclusiones desde distintas perspectivas. Cuando somos sensibles nos interesamos y
preocupamos de verdad por los demás o por lo que ocurre, llegando a realizar sacrificios
y esfuerzos para colaborar en todo lo que nos sea posible.
En algunos contextos ser sensible
es mal interpretado, al considerarse signo
de debilidad; pero de ninguna manera puede ser señal de debilidad para un ser humano preocuparse genuinamente
por otros, escucharles, apoyarles, colaborarles, y más. Muchas personas evitan
sensibilizarse para no involucrarse, pero con esa actitud se les escapa el
compromiso de los otros.
En el mundo
organizacional, al igual que en el personal, nos será imposible crear una
auténtica relación de amistad, colaboración o trabajo, sin ser sensibles. El
compromiso de la gente que nos rodea no se obtiene solo con flexibilidad, se
requiere dar muestras genuinas de sensibilidad para alcanzarlo.
Un mundo diferente no
puede construirse con individuos indiferentes, tal cual lo expresan algunos
escritos que ruedan en las redes. La indiferencia atenta contra la sensibilidad,
porque un individuo indiferente no puede ser sensible; por ello, la
indiferencia es uno de los peores enemigos de la sensibilidad. La sensibilidad nos exige creer, confiar, tener una comunicación abierta y profundo
respeto por el otro. Por el contrario, al individuo desconfiado no le será
posible ser sensible, porque siempre juzgará mal o lleno de dudas, cualquier evento
o circunstancia que le ocurre a otra persona.
Una característica no solo
requerida, sino indispensable, en las
personas que supervisen personal es que éstas sean sensibles. Una de las
diferencias clave entre un líder y un empresario, gerente o supervisor es el
nivel de sensibilidad del líder. Sensibilidad hacia las circunstancias, expectativas,
necesidades, deseos y sueños del otro. Un
líder está alerta, interesado y preocupado por lo que ocurre en su entorno.
La persona sensible es
empática, se coloca de verdad en el lugar de la otra persona “en los zapatos
del otro”, para entender desde la perspectiva del otro sus planteamientos e
inquietudes. Cuando permanecemos en nuestros propios zapatos solo veremos
nuestro propio punto de vista.
El mundo sería más fácil
de vivir si tuviéramos un interés genuino por las personas y su bienestar,
porque al hacer de ello una actitud y conducta reciprocas, esas personas
estarían también genuinamente interesadas en nuestra felicidad y bienestar.
Agosto, 2013.
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