El Pensamiento del Día (Miércoles 07 de Agosto de 2013):
“Cuando Dios quiere enloquecer a alguien, satisface todos sus deseos”.
Paulo Coelho (n. 1947). Novelista y dramaturgo brasileño.
REFLEXIÓN: Sería difícil complacer todos nuestros deseos, porque una vez que éstos se desbocan no tienen límite. Solo para Dios esa posibilidad pudiera ser factible y para nosotros el precio sería enloquecedor. La petición de deseos crece a mayor velocidad que la posibilidad de disfrutarlos; por ello, terminamos acumulando para algún día. La historia del Rey Midas, personaje de la mitología griega, ejemplifica magníficamente a alguien que deseaba más y más, llegando a pedir a su Dios le permitiera que todo lo que tocara se convirtiera en oro. Al final Midas quedó arruinado al entregar a su Dios toda su riqueza previa, para que éste revirtiera su loca petición.
Sin darnos cuenta entramos en una cabalgata de deseos, que se convierte en una triste forma de transitar por la vida. El disfrute de lo adquirido pasa a un segundo plano, porque nos convertimos en esclavos de nuevos deseos y la preocupación por conservar lo que tenemos no nos dejará paz ni respiro.
Llegamos a convencernos que tanto tenemos tanto valemos. Sin darnos cuenta vamos perdiendo todo contacto con la realidad y nos hacemos de “nuestra propia realidad”. Escuchamos solo nuestro propio diálogo o el de quienes nos dicen lo que queremos escuchar. Envueltos en esa locura a que nos lleva el «maratón de los deseos satisfechos», queremos cada vez más éxito, poder, dinero, prestigio o fama; pero perdemos afecto, amor, admiración y respeto, terminando rodeados de aduladores, oportunistas, falsas amistades, atemorizados o ignorantes seguidores.
Enloquecemos cuando «Lo que poseemos, nos posee», y esa sabia expresión del reconocido filósofo español Fernando Savater, se ha convertido en el epitafio de muchas vidas a través de la historia.
Miguel A. Terán
¡Feliz Día!
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