Artículo Publicado en Los Tiempos Newspaper, Miami, Florida USA Abril- Mayo 2025
La palabra comparar refiere esa actividad o proceso de análisis de una cosa, persona, suceso, circunstancia, momento, etcétera, para establecer semejanzas o diferencias con otra. No obstante, comparar es una palabra de valor relativo, ya que por sí sola no es decisiva, debido a que requiere relacionarse con escoger o elegir, para tomar alguna opción entre las alternativas disponibles, y esa escogencia o elección es la razón real de comparar. En otras palabras, no podemos comparar contra nada, tenemos que comparar contra algo. Nuestras decisiones están basadas en comparaciones.
La razón básica de comparar es para escoger una
persona, un producto o servicio, un punto de vista, una opinión, y todo lo que
podamos comparar nos da argumentos para escoger. Sin embargo, el proceso de
comparar para escoger es complejo, ya que requiere que tomemos una visión o
perspectiva amplia y completa de lo que estamos comparando.
Escoger alguna alternativa significa eliminar
otras, pero la calidad de la eliminación dependerá de la calidad del análisis y
evaluación de los aspectos o elementos que estamos comparando. Muchas escogencias,
elecciones y eliminaciones se soportan en creencias y paradigmas, que
representan sesgos que alteran, impiden o distorsionan la posibilidad de realizar
un proceso de comparación objetivo.
Es válido aclarar que la variedad de opciones para escoger es lo que nos ofrece alternativas. Sin embargo, no podemos engañarnos sintiendo que tenemos la libertad y muchas oportunidades de escoger entre “alternativas u opciones prefabricadas”. Por ejemplo, poder escoger entre treinta tipos de cigarrillos, en vez que, entre dos tipos, no significa que la real alternativa sea entre dejar o continuar con un vicio; sino, simplemente, escoger entre muchas alternativas la opción a la cual le permitiremos que nos enferme, y posiblemente nos lleve a tumba.
Las comparaciones siempre son incompletas,
porque es imposible verificar todos los detalles y variables, para hacerlo de
manera justa y equilibrada. Aunque, sin duda, esos sesgos en las creencias
y paradigmas nos impiden reconocer muchos aspectos o elementos de importancia, vitales
para realizar una adecuada escogencia. De hecho, muchas veces, simplemente
cambiamos de persona, de objeto o de circunstancia, pero continuamos realizando
similares escogencias. En otras palabras, podemos cambiar un monstruo por otro
monstruo, porque simplemente comparamos y escogemos entre monstruos.
Es importante aclarar que para comparar con
buen criterio debemos tomar una ubicación, un punto de vista, de referencia o
perspectiva, desde el cual observamos, evaluamos y comparamos. Entonces, vale
repetir, que las comparaciones siempre serán incompletas, sesgadas y hasta
desvirtuadas, porque dependen de muchos aspectos y con seguridad solo conocemos
y consideraremos unos pocos.
Para comparar equilibrada y sanamente debemos
ver y escuchar, con amplitud y variedad. No podemos ampliar nuestro punto de
vista ni perspectiva escuchando lo mismo, leyendo lo mismo y viendo lo mismo. Un error común cometido por muchas personas es
hacerse acompañar o rodearse de aquellos individuos quienes les dicen solo lo
que desean escuchar. Esté equivocado hábito terminará aislándoles de la
realidad y confirmándoles solo su particular versión de esa realidad. Cada persona y sociedad tienen su propia y
particular historia, a través de la cual se han moldeado patrones de actitudes
y conductas.
Hay que reconocer que “Un martillo será
considerado como muy bueno al martillar, pero será pésimamente evaluado si
pretendiera utilizarlo como destornillador”. La educación escoge sobre
“patrones estandarizados” previamente por el sistema, sin considerar
individualidades en potenciales ni intereses, simplemente todos metidos en la
misma canasta. Adicionalmente, muchas escogencias se hacen en automático, por
hábitos, solo con la referencia de que así lo hemos hecho anteriormente o
siempre. Algunas escogencias se heredan sin cuestionar.
Hasta al comparar manzanas con manzanas y peras
con peras, cuando estamos de compras, lo hacemos solo desde la impresión
visual; pero luego, en casa podremos verificar la realidad, expresada en su
sabor, textura y darnos cuenta -con frustración- que tal vez se deterioran o
pudren muy rápido. Entonces, la comparación inicial fue incorrecta, porque
había muchos otros aspectos no verificables en el momento de la escogencia. No
obstante, escoger la próxima vez desde la experiencia reflexionada y analizada,
nos permitirá hacerlo mejor.
La comparación, en muchos casos, nos lleva a la
tóxica crítica. Acostumbramos a criticar conductas y hechos, pero somos tan
simples, que no criticamos las ideas que subyacen a esas conductas o hechos. Vemos
lo superficial de algunas decisiones y acciones, y pasivamente las aceptamos,
sin comprender su impacto y consecuencias a mediano y largo plazo. Hay mucha
comparación que podríamos denominar “cosmética”, por su nivel de
superficialidad. Por ello, actuamos más como criticones que como críticos, ya
que una posición crítica requeriría amplitud y profundidad en la evaluación de
las variables consideradas.
Comparar y escoger no debe siempre representar
“vender el alma a lo escogido”, ya que lo escogido debe cumplir las
expectativas que nos generó para que podamos ser consecuentes con la escogencia
y repetirla. La opción de considerar otras alternativas, cuando las expectativas
no se cumplen, debe ser siempre un derecho de todos, ya que “errar es de
humanos” y “corregir es de sabios”.
Nuestros modelos de comparación deben ser
amplios y estar continuamente en ajuste y cambio, ya que todo está en continuo
cambio y no podemos comparar y escoger con obsolescencia de criterio ni de
modelos. Nuestro éxito en la vida dependerá de las buenas y sabias comparaciones,
escogencias y elecciones que hagamos de las alternativas y oportunidades que
nos rodean.
Este
artículo fue escrito por el autor sin uso ni apoyo de Inteligencia Artificial
(IA)
Excelente reflexión, tenemos que evitar las comparaciones tóxicas . Hay mucho ruido con respecto al Papa Francisco y la comparación con Juan Pablo II, para mí ambos fueron unos seres humanos muy especiales, con una humanidad envidiable
ResponderEliminarMiguel gracias por el artículo. Me encantó y me hizo reflexionar sobre la forma en cómo tomó decisiones. Gracias!!!
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