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Es un hecho, que,
sin reconocerlo, percibimos solo lo que queremos o podemos percibir, no lo que
en realidad existe. La escritora estadounidense Anaïs Nin expresaba que “No
vemos jamás las cosas tal cual son, las vemos tal cual somos”. La forma en que
el mundo es percibido tiene diferentes perspectivas y puntos de vista, pero sin
duda, que la que más nos afecta y afecta a otros es la manera en la que cada
uno de nosotros percibimos, acercándonos a la realidad o distorsionándola y
alejándonos de ésta.
Uno de los
grandes placeres humanos parece ser escuchar solo lo que nos interesa o nos
agrada. Y es ese mismo placer, convertido en hábito una de las más dañinas
prácticas que podemos tener los seres humanos. El filósofo y escritor italiano
Umberto Eco reconocía que «No todas las verdades son para todos los oídos», en
línea con el proverbio Zen que afirma "Cuando el alumno está listo aparece
el maestro".
La verdad es
que la enseñanza -o el maestro- siempre han estado allí, pero solo lo comprendemos
o vemos cuando nosotros estamos listos. Percibimos selectivamente, priorizando los
temas y eventos que están en línea con nuestra manera de pensar y creer, lo
cual nos lleva a ver y escuchar con la distorsión propia de nuestras creencias
y paradigmas.
El Orador y
autor estadounidense Stephen Covey decía que “Los paradigmas son poderosos
porque crean los cristales o los lentes a través de los cuales vemos al mundo”.
Muchas creencias y paradigmas nos limitan, impidiendo aperturas en nuestra
forma de ver lo que nos rodea.
Esa misma
percepción selectiva nos lleva a leer solo titulares de periódicos, de noticias
y artículos. Es fácil observar que muchos titulares de noticias no se
corresponden con lo expuesto en el texto que les da soporte. En innumerables
oportunidades el titular no tiene nada que ver con el contenido, pero al solo
leer el titular esa es la información de que disponemos y la que nos queda como
válida.
Lo mismo
aplica para diferentes lecturas, hasta aquellas expuestas en internet, y es una
práctica común que cualquier lectura de más de dos párrafos la dejemos para “un
después” o “para más tarde”, un después o más tarde que no llegará.
Para las
personas, en general, muchos problemas son invisibles mientras no les afecten
directamente, porque no comprenden que solo será cuestión de tiempo que le
afecten. Es común que innumerables problemas familiares, laborales, sociales,
económicos y otros, inclusive hasta personales, vayan surgiendo y creciendo sin
que tengamos capacidad -ni interés- para verlos. Y, toman validez las palabras del filósofo
contemporáneo español Fernando Savater, cuando dijo “Solo nuestra ignorancia de
cómo están o estaban las cosas en el momento A justifica que nos sorprendamos
de lo que pasa u ocurre luego en el momento B”.
Prestar
atención a pequeños pero constantes desvíos es condición vital para corregir a
tiempo, evitando que lo malo se vuelva parte del paisaje y lo anormal lo
aceptemos como normal, sin ningún cuestionamiento previo, para encontrarnos
–más adelante- con problemas difíciles de manejar, controlar y resolver, debido
a las dimensiones que éstos han adquirido.
Arden las
barbas de nuestro vecino, pero como no vemos, no se nos ocurre poner las
nuestras en remojo, que es lo que recomienda el sabio dicho español “Cuando
veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo”. No nos
preguntamos para cuestionarnos: “Si todos estamos haciendo algo incorrecto,
quién estará haciendo lo correcto”. A quien se le ocurre pensar ¿Quién estará
cuidando a los hijos de la señora que cuida nuestros hijos? El filósofo francés
y miembro del Comité de Ética de Francia, André Comte-Sponville, invitan a
reflexionar, expresando: “¿Quieres saber si tal o cual acción es buena o
condenable? Pregúntate ¿Qué ocurriría si todos se comportaran como tú?”.
En estos
tiempos virtuales y de inteligencia artificial los sistemas van seleccionando y
creándonos un perfil de acuerdo con nuestras búsquedas, para definir lo que veremos
en anuncios publicitarios, artículos y en noticias, y llegará un momento en que
solo nos ofrecen lo mismo, por lo cual perdemos contacto con lo distinto,
perdemos contacto con la realidad. En otras palabras, tendremos una visión
limitada del todo y solo veremos algunas partes. Quienes manejan la información
están conscientes de la importancia de dirigirla en la dirección por ellos
deseada.
Cuando no
vemos algo, se hace difícil comprender lo que ocurre; sin embargo, agravamos la
situación al llenarnos de especulaciones, interpretaciones e inferencias. Para ver
más allá debemos conocer más detalles, hechos, situaciones o condiciones.
Parece parte de la naturaleza humana, evaluar y sacar conclusiones de
manera apresurada, con poca, incompleta o sesgada información.
Un error
común cometido por muchas personas es hacerse acompañar o rodearse de aquellos
individuos o medios quienes les dicen solo lo que desean escuchar. Este
equivocado hábito terminará aislándoles de la realidad y confirmándoles solo su
particular versión de esa realidad.
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