miércoles, 24 de enero de 2024

El problema es que vemos, escuchamos e interpretamos con muchas limitaciones. Miguel A. Terán


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 Este es un tema complejo de tratar y más complejo de explicar en apenas algunos breves párrafos, dirigidos a una lectura de reflexión. El primer requisito para la provechosa lectura de este artículo es que el lector ponga -literalmente- a un lado sus creencias y paradigmas al respecto, para que pueda leer estas líneas con la mente abierta y “escuchar” lo que ellas dicen.

Es un hecho, que, sin reconocerlo, percibimos solo lo que queremos o podemos percibir, no lo que en realidad existe. La escritora estadounidense Anaïs Nin expresaba que “No vemos jamás las cosas tal cual son, las vemos tal cual somos”. La forma en que el mundo es percibido tiene diferentes perspectivas y puntos de vista, pero sin duda, que la que más nos afecta y afecta a otros es la manera en la que cada uno de nosotros percibimos, acercándonos a la realidad o distorsionándola y alejándonos de ésta.

Uno de los grandes placeres humanos parece ser escuchar solo lo que nos interesa o nos agrada. Y es ese mismo placer, convertido en hábito una de las más dañinas prácticas que podemos tener los seres humanos. El filósofo y escritor italiano Umberto Eco reconocía que «No todas las verdades son para todos los oídos», en línea con el proverbio Zen que afirma "Cuando el alumno está listo aparece el maestro". 

La verdad es que la enseñanza -o el maestro- siempre han estado allí, pero solo lo comprendemos o vemos cuando nosotros estamos listos. Percibimos selectivamente, priorizando los temas y eventos que están en línea con nuestra manera de pensar y creer, lo cual nos lleva a ver y escuchar con la distorsión propia de nuestras creencias y paradigmas.

El Orador y autor estadounidense Stephen Covey decía que “Los paradigmas son poderosos porque crean los cristales o los lentes a través de los cuales vemos al mundo”. Muchas creencias y paradigmas nos limitan, impidiendo aperturas en nuestra forma de ver lo que nos rodea. 

Esa misma percepción selectiva nos lleva a leer solo titulares de periódicos, de noticias y artículos. Es fácil observar que muchos titulares de noticias no se corresponden con lo expuesto en el texto que les da soporte. En innumerables oportunidades el titular no tiene nada que ver con el contenido, pero al solo leer el titular esa es la información de que disponemos y la que nos queda como válida.

Lo mismo aplica para diferentes lecturas, hasta aquellas expuestas en internet, y es una práctica común que cualquier lectura de más de dos párrafos la dejemos para “un después” o “para más tarde”, un después o más tarde que no llegará.

Para las personas, en general, muchos problemas son invisibles mientras no les afecten directamente, porque no comprenden que solo será cuestión de tiempo que le afecten. Es común que innumerables problemas familiares, laborales, sociales, económicos y otros, inclusive hasta personales, vayan surgiendo y creciendo sin que tengamos capacidad -ni interés- para verlos.  Y, toman validez las palabras del filósofo contemporáneo español Fernando Savater, cuando dijo “Solo nuestra ignorancia de cómo están o estaban las cosas en el momento A justifica que nos sorprendamos de lo que pasa u ocurre luego en el momento B”.

Prestar atención a pequeños pero constantes desvíos es condición vital para corregir a tiempo, evitando que lo malo se vuelva parte del paisaje y lo anormal lo aceptemos como normal, sin ningún cuestionamiento previo, para encontrarnos –más adelante- con problemas difíciles de manejar, controlar y resolver, debido a las dimensiones que éstos han adquirido. 

Arden las barbas de nuestro vecino, pero como no vemos, no se nos ocurre poner las nuestras en remojo, que es lo que recomienda el sabio dicho español “Cuando veas las barbas de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo”. No nos preguntamos para cuestionarnos: “Si todos estamos haciendo algo incorrecto, quién estará haciendo lo correcto”. A quien se le ocurre pensar ¿Quién estará cuidando a los hijos de la señora que cuida nuestros hijos? El filósofo francés y miembro del Comité de Ética de Francia, André Comte-Sponville, invitan a reflexionar, expresando: “¿Quieres saber si tal o cual acción es buena o condenable? Pregúntate ¿Qué ocurriría si todos se comportaran como tú?”.

En estos tiempos virtuales y de inteligencia artificial los sistemas van seleccionando y creándonos un perfil de acuerdo con nuestras búsquedas, para definir lo que veremos en anuncios publicitarios, artículos y en noticias, y llegará un momento en que solo nos ofrecen lo mismo, por lo cual perdemos contacto con lo distinto, perdemos contacto con la realidad. En otras palabras, tendremos una visión limitada del todo y solo veremos algunas partes. Quienes manejan la información están conscientes de la importancia de dirigirla en la dirección por ellos deseada.

Cuando no vemos algo, se hace difícil comprender lo que ocurre; sin embargo, agravamos la situación al llenarnos de especulaciones, interpretaciones e inferencias. Para ver más allá debemos conocer más detalles, hechos, situaciones o condiciones. Parece parte de la naturaleza humana, evaluar y sacar conclusiones de manera apresurada, con poca, incompleta o sesgada información.

Un error común cometido por muchas personas es hacerse acompañar o rodearse de aquellos individuos o medios quienes les dicen solo lo que desean escuchar.  Este equivocado hábito terminará aislándoles de la realidad y confirmándoles solo su particular versión de esa realidad. 

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