miércoles, 25 de enero de 2023

Comuniquémonos libremente, sin ideología ni fanatismo. Miguel A. Terán


Artículo publicado en Los Tiempos Newspaper - Miami, Florida USA - Enero 2023

Es vital que tengamos la libertad de expresarnos, con respeto, sin que nuestras ideas, opiniones y argumentos sean criticados únicamente desde perspectivas ideológicas o fanáticas. Todos debemos tener nuestra propia voz para poder expresar nuestros puntos de vista, sin ser simples ecos de otros individuos.


No obstante, lo que ha venido ocurriendo es que estamos perdiendo -cada vez- a mayor velocidad la posibilidad de expresar libremente esos puntos de vista; y ello, corta o limita nuestra opinión sobre los diversos temas sociales, económicos, educativos, de salud, laborales, de justicia, culturales, científicos, religiosos y cualquiera otro, que nos impactan positiva o negativamente a todos y a las comunidades a las cuales pertenecemos.

Apenas nos atrevemos a expresar nuestro sentir u opinión, somos juzgados, criticados y descalificados junto a nuestras ideas, opiniones y argumentos desde una perspectiva o punto de vista puramente ideológico y -en muchos casos- hasta cargado de fanatismo.

Vivir inmersos en la ideología lleva a cualquier planteamiento o perspectiva al área de las creencias y de lo emocional, por racional o justificados que algunos consideren estos planteamientos o perspectivas, su defensa a ultranza los hace precipitarse en el fanatismo. 

Es una absoluta realidad, que muchos individuos han venido perdiendo el punto de vista propio, mientras se convierten en ecos de alguien más. El sano punto medio o de equilibrio se ha perdido para llevar las discusiones solo a los extremos.

Es por ello, que hoy día aplaudir o criticar la decisión, conducta o acción de alguna persona, corriente o institución, llevará a cualquiera de nuestros argumentos a una automática e inmediata descalificación, sin consideración ni respeto por nuestras reales y genuinas razones para habernos expresado -de alguna particular manera- al respecto. A nadie parece importar mis argumentos para aplaudir o criticar, porque solo importa a quién o qué aplaudo o crítico. 


En cualquier lugar del mundo y ahora -aún más en las redes sociales-, iniciar discusiones sobre los diferentes temas relacionados -de alguna manera- con economía, política, gobierno, religión, género, razas, etcétera, se ha distorsionado y desvirtuado de tal manera que toda discusión es llevada al campo ideológico.

La horrible frase “Estás conmigo o estás contra mí”, es cada vez más vigente, en un mundo que hace desaparecer esos -antes mencionados- espacios o puntos medios o de equilibrio, para irse a los extremos. Hoy día mencionar algunas palabras, es arriesgarnos a que nos tilden de algo. El fanatismo nos roba palabras, que parece no podemos utilizar libremente. Ideas dirigidas a conseguir adeptos y fanáticos a muchas oscuras causas, desvirtúan hechos y reales problemas.

Estamos atrapados en nuestros respectivos partidos políticos, grupos religiosos, grupos sociales de diferente índole y tendencia, en los cuales cualquier discrepancia o separación con respecto a las líneas del grupo, partido o del líder de turno, es considerada un acto de disidencia e irrespeto. Algunos grupos son literalmente prisiones.

Incluso, ocurre que cuando algún individuo decide discrepar o separarse de las líneas ortodoxas del grupo al cual pertenece, este individuo es censurado y descalificado públicamente, en una actitud casi fundamentalista. Sin intentar comprender razones ni argumentos, porque muchos conciben como una herejía discrepar o disentir de las líneas dogmáticas de esa casi “secta” política, religiosa o de cualquier tipo.

Como ciudadano y persona considero que todos debemos tener la absoluta libertad para criticar las ideas, argumentos, decisiones y acciones, incluso en algunos casos a personas, pero haciéndolo desde un punto de vista amplio, informado, balanceado y, sobre todo, respetuoso. Creo en las palabras las palabras del Clérigo Sudafricano y Premio Nobel de la Paz (1984), Desmond Tutu, quien refería que su padre le decía: “No levantes la voz, mejora tu argumento”.

Es vital considerar las razones de todo argumento, porque esto es parte vital para hacer realidad los procesos de cambio y transformación que exigen los nuevos tiempos, sin que ello signifique descalificar a quien expresa su aprobación o rechazo a las decisiones o acciones de los líderes, grupos o instituciones, sin que sus argumentos sean criticados solo porque no siguen o se desvían de una línea impuesta.

En una auténtica sociedad democrática deberíamos poder discutir, disentir, aprobar, rechazar, aplaudir o criticar decisiones y acciones de los líderes, grupos o instituciones, sin que nuestra posición sea despedazada sin ningún tipo de equilibrios ni respeto. 

Muchos individuos traen dentro de sí mismos odios viscerales importados de otros horizontes y de otros momentos en el tiempo, algunos vividos pero otros muchos heredados, que son extrapolados a los nuevos lugares y momentos, repitiendo y reviviendo continuamente en sus mentes la historia que vivieron o simplemente les contaron, convirtiéndose en fanáticos defensores de esas creencias y odios viscerales, ya quizá -algunos de éstos- sin sentido.  

En resumen, quiero -como quizá muchos otros- tener la libertad de expresarme sin que mis percepciones, opiniones, argumentos y puntos de vista, sobre algún tema en particular se desvirtúen, distorsionen o diluyan en una interminable, tóxica, irrespetuosa, ideológica y fanática discusión, en la cual -entre tanto irrespeto y critica- se pierden las razones y los argumentos originales de la discusión, los cuales pudieron haber sido útiles para lograr necesarias e importantes mejoras y cambios.

www.miguelterancoach.blogspot.com   / www.lidervoice.com

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