lunes, 29 de junio de 2020

¿Cómo puedo alcanzar el éxito? Miguel A. Terán



En varias oportunidades he escrito sobre el éxito y continuará siendo tema de reflexión, disertación, razonamiento y discusión en mis escritos, porque estoy convencido de su impacto, para bien o para mal, en nuestra vida. 

Quienes han leído mis anteriores reflexiones sobre el tema podrán reconocer que soy reiterativo y hasta repetitivo con mis opiniones y concepto acerca del éxito, resultado de mis experiencias profesionales, personales y ajenas, que han ido moldeando y redefiniendo con los años mi actual concepto de éxito.

Hay quienes consideran que el éxito representa un concepto, definición o percepción muy personal, y eso podría ser cierto; sin embargo, es una realidad que el sistema social en su totalidad, desde nuestros hogares y escuelas nos “alfabetiza”, imponiendo su concepto de éxito. Luego de esa “alfabetización”, que parece más un  adoctrinamiento, existen pocas opciones y probabilidades de cuestionarnos ese concepto de éxito, con el que hemos crecido y está casi tatuado en nuestro ADN cultural.

Pero, a pesar de ello,  el concepto de éxito puede mutar y transformarse con el correr del tiempo debido a la exposición a nuevos lugares, culturas, personas, circunstancias, experiencias, educación y aprendizajes. Tengamos presente que nuestro crecimiento y desarrollo como seres humanos y sociales exige reflexión y cuestionamiento sobre nuestras creencias y paradigmas, como requisito para abrirnos a la búsqueda de nuevas oportunidades y caminos.

Muchos de “nuestros sueños” son pre-envasados por el sistema social a través de sus herramientas culturales. Podemos llegar a pensar y convencernos que son nuestros sueños, pero no siempre lo son. A veces, con el transcurrir del tiempo y el recorrer caminos, reconocemos que en algún momento desvirtuamos nuestros propios sueños y nos alineamos a un sueño colectivo, que nos quitó nuestra voz individual y nos convirtió en parte de un eco. 

Es realidad que todos nacemos con muchos talentos, pero al ser parte de un sistema, éste se encarga de anular una buena parte de los mismos en busca de estandarizar y hacer  más manejable y predecible al sistema. Ello ocurre en casi todo sistema social, no importa la tendencia cultural ni política. El resultado es que podemos vivir una vida circular, sin alcanzar todo nuestro potencial de desarrollo ni llegar a ser lo que pudimos haber sido.

Una de las distorsiones o trampas del éxito es que siempre parece estar ubicado en el futuro; nunca está completo en el presente. Siempre falta “algo” para alcanzarlo; “algo” que es escurridizo. Cuando reconocemos que el éxito existió o fue realidad en el pasado, es que está ausente en el presente y parece tener pocas oportunidades de volver en el futuro, y es a partir de allí que nuestra conversación se llena de “yo tuve o yo fui”.

Las medidas tradicionales del éxito basadas en dinero, posesiones, poder, prestigio, relaciones, estatus, reconocimiento y trofeos de todo tipo, hasta la patológica consideración de “personas trofeo”, terminan engañándonos al convencer a nuestro ego que ese es el camino correcto, aunque no siempre lo es. El consumo de drogas y los suicidios de personas de “éxito”, ponen en duda nuestras referencias de éxito.  "La cocaína es la manera que tiene Dios de decirte que estás ganando demasiado dinero", expresó el fallecido actor y comediante estadounidense Robin Williams.

Quienes buscan continuamente el éxito y pretenden llevar una vida de logros, no se dan cuenta ni mucho menos reconocen  que caen en una terrible circularidad que les lleva a la insaciable búsqueda de más logros, que unidos a una permanente y continua insatisfacción -al no valorar ni disfrutar lo que ya tienen- pueden convertir sus vidas en algo miserable.  El pensador estadounidense Ralph Waldo Emerson, genialmente expresó que “El éxito consiste en obtener lo que se desea. La felicidad, en disfrutar lo que se obtiene”.

Cómo saber cuándo alcanzamos el éxito sino lo hemos definido previamente, cómo saber que ya es el momento de detener su búsqueda. Un aspecto clave para alcanzar el éxito y poderlo disfrutarlo es definirlo antes de iniciar esa búsqueda, para evitar que se convierta en una búsqueda sin fin, infinita o en una utopía.

Es fácil convertir el éxito en una utopía, en algo inalcanzable. A la pregunta ¿Qué es una utopía?, el cineasta, director y actor argentino Fernando Birri, expresó lo siguiente: "La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré”. Para muchos eso es el éxito, algo por alcanzar.

Parece realidad que podemos desvirtuar el éxito hasta convertirlo en una utopía; y ello ocurre, al habituarnos a considerar que siempre nos falta algo para ser exitosos, aunque los demás piensen y estén convencidos que ya lo somos. Todo depende del significado que cada persona otorgue al éxito, así como los límites que haya previamente definido para considerar haberlo conseguido.

En innumerables oportunidades, ocurre que no solo nos dedicamos a buscarlo, sino a cuidar, proteger y atesorar lo que hemos conseguido, convirtiéndonos en prisioneros de nuestros logros. Parece paradójico, pero ocurre que a mayor éxito mayores temores y miedos.

Una de las trampas del éxito es la avaricia, ese afán desmedido de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas. Al respecto el monje francés San Bernardo de Claraval se preguntaba, “¿Qué es la avaricia?”, para responderse: “Un continuo vivir en la pobreza por temor a ser pobre”. La búsqueda ilimitada e insaciable del éxito, en algún momento hará de éste y de nuestra vida un gran fracaso.

Para concluir esta reflexión, es recomendable no medir el éxito solo por sus resultados en el corto plazo, ni por sus resultados cuantitativos, porque sus auténticos resultados los recogeremos en el tiempo y son mayormente cualitativos. Las cosechas parciales de “éxito” en las primeras etapas de nuestra vida, debemos tomarlas con mucha cautela o precaución, porque el verdadero resultado de nuestro “éxito” nos llegará siempre –y sin escapatoria- en los últimos tiempos de nuestra vida.

El éxito no debe ser un fin en sí mismo, sino simplemente «un medio para» alcanzar otros fines, que nos permitan llevar una vida armónica, balanceada y equilibrada en todos los aspectos. El éxito nunca, pero nunca, podrá ser un promedio aritmético o media aritmética, resultado de sumar todos los valores (pareja, familia, trabajo, salud, espiritualidad, amor, finanzas, etcétera) y dividirlo entre el número total de sumandos.

Si realizáramos esta suma, sobre una base objetivo del 100% de satisfacción,  para obtener un promedio, ¿Qué representaría el siguiente resultado?: 10%(pareja) + 15%(hijos) + 10%(Familia)+ 40%(salud) + 0.00 % (Espiritualidad) + 170%(Trabajo) + 350%(finanzas) = Promedio: 85.00 %, la pregunta que debemos hacer es ¿Sera este porcentaje final de éxito o fracaso?

Finalmente, recordemos que un éxito que nos quite o robe nuestra paz interior,  no puede ser considerado éxito. Entonces, cuando estemos en paz con nosotros mismos, con los demás y con nuestro entorno, podremos afirmar que habremos alcanzado el éxito. 


Miguel A. Terán
Web Page: www.lidervoice.com
Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).


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