domingo, 24 de enero de 2016

Debemos tomar conciencia que somos modelo o ejemplo de conducta para otros. Miguel A. Terán

Debemos tomar conciencia que somos modelo o ejemplo de conducta para otros.
Miguel A. Terán

No es lo mismo predicar o llenar nuestro ambiente de palabras y sermones que dar ejemplo. “Las palabras son enanos, los ejemplos son gigantes”, nos recuerda un proverbio suizo. Es necesario comprender que las personas, especialmente las más jóvenes y de menor nivel educativo,  brindan más atención a lo que hacemos que a lo que decimos. El hecho cierto es que muchas veces hablamos por un lado y caminamos por otro lado.

En el idioma inglés existe una expresión “Walk the Talk”, que hace referencia a actuar por donde hablamos, en otras palabras a ser una persona intachable o integra.  Una vieja frase, que algunos atribuyen a Paulo Coelho, refiere que “El mundo cambia con tu ejemplo, no con tu opinión”.

Son muchas las oportunidades para ser ejemplo o modelo de conducta, una de las más importantes es ante nuestra función de padres. Recordemos aquella aclaratoria del  padre que dice a su hijo: “Ten cuidado donde caminas”, y el hijo responde: “Ten cuidado tú. Recuerda que yo sigo tus pasos”. El científico Albert Einstein reconocía que “Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera”.

Pero más allá de nuestras lecciones de conducta como padres, también somos ejemplo para nuestros supervisados en el trabajo. “Ejemplo es liderazgo”, expresó quien fue Premio Nobel de la Paz (1952), el médico, filósofo y teólogo alemán Albert Schweitzer. En otras palabras lideramos a través del ejemplo.

Pero también está responsabilidad la tenemos quienes estamos involucrados con el mundo de la docencia, educación o formación, sea esta académica, técnica o deportiva. Las personas a quienes formamos estarán aprendiendo no solo de lo que les decimos, sino de lo que hacemos, inclusive más allá de la actividad que realizamos con ellos.  

Quien tiene la responsabilidad de formar debe ser cuidadoso para no enseñar o aprobar acciones –de cualquier tipo- que vayan contra la moral y buenas costumbres, haciendo daño a personas, sociedad o ambiente. Tengamos presente que cuando educamos no existe el término “neutro”, porque todo lo que hacemos, decimos y hasta callamos “educa o mal educa”.

No sabremos hasta dónde llegará el efecto o influencia de lo que enseñamos, sea éste bueno o malo. Un “mal consejo” o una desafortunada muestra de “astucia o viveza”, por inocua o poco dañina que parezca, será difícil predecir hasta dónde influenciará en la vida de nuestro hijo, alumno, supervisado o seguidor. “Mediocre el alumno que no sobrepasa a su maestro”, fue una frase famosa del genio italiano Leonardo Da Vinci, que deja abierta la posibilidad de que el alumno nos supere en lo bueno o en lo malo.

Aunque muchos no tengan conciencia de ello, artistas y deportistas, quienes por sus talentos y habilidades consiguen innumerables fanáticos y seguidores, logran poder e influencia en personas, grupos y vidas, de allí su responsabilidad para ser buenos ejemplos y modelos para las actuales generaciones, responsabilidad que muchos nunca llegan a comprender.

“Nada tan peligroso como un buen consejo acompañado de un mal ejemplo”, expresaba siglos atrás, Madame de Maintenon, esposa de Luis XIV de Francia. Mientras el filósofo griego Séneca afirmaba “Largo es el camino de la enseñanza por medio de teorías; breve y eficaz por medio de ejemplos”.

Ante la ausencia  o decadencia de los modelos tradicionales, padres, maestros y supervisores, las nuevas generaciones de niños, jóvenes y adultos se ven en la necesidad de buscar nuevos modelos de conducta a seguir. La sociedad  de consumo ha venido flexibilizando estándares y creando algunos nuevos modelos, quizá más pseudo o falsos modelos; lo que ha permitido que individuos poco ejemplares en su vida personal, pasen a ser punto de referencia y ejemplo a seguir, lo cual plantea un grave problema de formación y valores para las presentes y futuras generaciones.

Será realidad la presencia de nuestra huella en las sociedades del mañana, para bien o para mal, quedando imborrable en nuestros hijos y en todo aquel que podamos influenciar. Es importante tener presente y jamás olvidar que no estamos criando niños o jóvenes, porque en realidad estamos creando y formando los adultos del mañana.

25 de Enero de 2016.

Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.

Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.


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