miércoles, 9 de diciembre de 2015

Nos intoxicamos no solo con alimentos, sino con información y noticias - Miguel A. Terán

Nos intoxicamos no solo con alimentos, sino con información y noticias.
Miguel A. Terán


El diccionario define a la palabra intoxicar con dos sinónimos: tóxico y envenenar. Significa también el acto de infundir o causar  en el ánimo de alguien algo moralmente nocivo.  Y finalmente, la define como “Dar un exceso de información manipulada con el fin de crear un estado de opinión propicio a ciertos fines”. 

Tal cual nuestro cuerpo es nutrido o mal nutrido con todos los alimentos que digerimos; también nuestra mente, corazón y espíritu es nutrida o mal nutrida por todo lo que recibimos a través de nuestros sentidos.
 

Parte importante de la paz y tranquilidad que nos dejamos robar hoy día,  está relacionada con el exceso de información, especialmente de información tóxica enfocada en lo negativo. Reconocía el periodista, historiador y escritor polaco Ryszard Kapuściński que “Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”. Es un hecho que el sesgo hacia la información negativa es manejado para atraer y subir la atención de ciertas audiencias, porque parece que las buenas noticias no son noticias. 

El exceso de información y noticias nos indigesta, disminuyendo nuestra capacidad de análisis y reflexión de la misma, por lo cual no podemos evitar que nos intoxique y lejos de ser una voz nos convertimos en un simple eco. Poco podemos hacer con gran parte de la información que recibimos a diario, más allá de estresarnos y llenarnos de incertidumbre y angustia. Mucha de la información basura es de bajo costo de producción para los medios,  razón por la cual es muy rentable. 

El filósofo económico, hombre de negocios y escritor suizo Rolf Dobelli nos reta a considerar “Entre las 10.000 noticias que haya leído o escuchado en los últimos doce meses, cite una que le haya ayudado a tomar una decisión más acertada con relación a su vida privada o profesional”. Sin duda que pasaremos un rato tratando de encontrarla y es muy probable que no, pero muchas de ellas nos intoxicaron, alarmándonos y cargándonos de miedo, estrés o pesimismo. 

Detrás de todo mensaje no hay inocencia, siempre existe alguna intención, quizá diferente a la que creemos. El exceso de información y noticias nos tiene en permanente alerta, como quien espera un depredador o algo malo. Además, esas malas noticias nos desensibilizan, llevándonos hacia el pesimismo y logrando convertirnos en pájaros de mal agüero. 

A diario somos atacados con información y noticias desde todos los ángulos, radio, televisión, periódicos, internet, revistas y redes sociales. No solo referidas a nuestro entorno cercano ni país, sino desde cualquier parte del mundo. Estamos angustiados por temas que no nos afectan directamente y sobre los cuales poco podemos influir. 

Cada vez más personas toman conciencia acerca de la importancia de cuidar su alimentación, como condición indispensable para conservar su salud, cambiando para ello su dieta diaria y disminuyendo el consumo de grasas y carbohidratos; sin embargo, muchas menos personas comprenden que deben hacer dieta con la información y noticias que reciben a diario, evitándola, ya que tiene similar efecto al organismo que las grasas, azúcares y carbohidratos.   

Casi sin darnos cuenta podemos hacernos adictos a las noticias y andar como loros repitiendo y sufriendo los cataclismos naturales, políticos y sociales, reales, por venir o inventados. Debemos evitar consumir mucha de la información disponible, brindando atención solo a los temas que consideremos nos afectan directamente. Distanciarnos de las noticias en general y de las malas en particular es un sano consejo para no perder la paz y vivir felices. 

10 de Diciembre de 2015.

Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.

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Nota: imagen extraída de la web

Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.

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