lunes, 26 de octubre de 2015

Y finalmente, terminamos siendo víctimas de nuestras propias mentiras. Miguel A. Terán

Y finalmente, terminamos siendo víctimas de nuestras propias mentiras.
Miguel A. Terán

Tristemente, hemos aceptado vivir rodeados de mentiras, propias y ajenas. Pero sin duda que las más
peligrosas son esas de las cuales nos convencemos a nosotros mismos.  Las mentiras tienen muchas razones, entre ellas obtener algún beneficio, provecho, ventaja, ocultar algo, protegernos, descalificar, culpar, chismear, manipular, descalificar y otras más.
Podemos cerrar nuestros ojos a lo que no queremos ver, pero ello no desaparece lo que está ocurriendo, la realidad sigue allí. Pero a partir de ese allí podemos crear otra realidad basada en la mentira. 
Quizá la mentira no pueda sostenerse eternamente para algunos, pero para otros llegará a ser parte de su verdad, luego de transitar continuamente en su compañía. Decía el escritor y filósofo rumano Emil Cioran que “La mentira es una forma de talento”; y sin duda, que hay gente tan talentosa mintiendo que son verdaderos artistas. 
Pero sin excusa, podemos afirmar que los culpables y víctimas de muchas mentiras somos nosotros mismos, quienes las aceptamos y nos convencemos sin verificar, convirtiéndonos en canales de distribución. En casi toda tragedia humana, a través de los tiempos,  la mentira ha jugado un rol protagónico, traiciones, celos, engaños, y toda esa patología de novela se alimenta de la mentira. 
En la envidia, uno de los pecados capitales, la mentira del envidiado y la mentira de quien envidia, juegan al engaño mutuo. El poeta italiano del siglo XVIII Pietro Metastasio, decía "Si todas las personas llevaran escritas en la frente sus angustias, muchos que nos causan envidia nos darían lástima". Esas angustias se esconden y solo vemos lo aparente, porque cada vez importa más parecer que realmente ser. “Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”, refería el famoso historiador, filósofo político y escritor italiano Nicolás Maquiavelo. 
Hoy día en la era de las redes sociales, la mentira es parte vital de ese nuevo entorno virtual, en el cual nadie llora ni sufre, todos disfrutan y pasean, visitan restaurantes y paremos de contar. Luego, en la vida real, nos sorprenden intempestivos eventos o situaciones. Es verdad que “Se reza con los mismos labios que se usan para mentir”, tal cual afirmó el filósofo y psicólogo argentino José Ingenieros. 
Se puede mentir hasta en la cifras, sino que lo digan las estadísticas, un buen ejemplo lo expresó el científico y matemático chileno Nicanor Parra diciendo “Hay dos panes. Usted se come dos. Yo ninguno. Consumo promedio: un pan por persona”. La ignorancia del engañado es la principal vía para que transiten las mentiras. 
El escritor, orador y político romano Cicerón decía que “La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio”, por lo cual podemos ser cómplices de la mentira solo con nuestro silencio. Y finalmente, vale la pena tener presente el proverbio judío que dice “Con una mentira suele irse muy lejos, pero sin esperanzas de volver”. 
La mentira se ha convertido en un antifaz social exigido para ser parte de un mundo de disfraces. La verdad ira apareciendo poco a poco, pero al cargar tanto tiempo el antifaz, nos arriesgamos a que éste se convierta en parte de nosotros y, quizá consciente de ello,  el escritor francés  François de La Rochefoucauld refería que “Estamos tan acostumbrados a disfrazarnos para los demás, que al final nos disfrazamos para nosotros mismos”, y a partir de allí seremos -para siempre- esclavos de nuestra propia mentira.

27 de Octubre de 2015.

Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.

Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.


1 comentario:

  1. Excelente artículo y fiel reflejo de nuestra realidad actual. Gracias como siempre por compartir.

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