martes, 27 de octubre de 2015

Evitemos obsesionarnos con nuestros sueños porque podemos convertirlos en pesadillas. Miguel A. Terán

Evitemos obsesionarnos con nuestros sueños porque podemos convertirlos en pesadillas.
Miguel A. Terán

Afirmaba el famoso escritor inglés William Shakespeare “Quien no se alimenta de sus sueños envejece pronto”, lo cual –sin lugar a duda- es una gran verdad, porque sin sueños la vida pierde sentido. Pero también es cierto que existe una gran diferencia entre nutrir nuestra vida con sueños o indigestarnos al obsesionarnos con éstos. 
Cuando nuestros sueños se convierten en una idea, deseo o meta fija, que gira permanente y obsesivamente en nuestra mente y cuya consecución ocupa todo nuestro tiempo y esfuerzo, ya estaríamos haciendo referencia más a una perturbación que a un sueño y, con alta probabilidad, concluiremos convirtiéndolo en una pesadilla.
Ejemplos muchos. Una persona obsesionada con el peso corporal, puede llegar a sufrir trastornos psicológicos hasta evolucionar en enfermedades  tales como la anorexia y la bulimia. Contradictoriamente, un sentimiento tan sublime como el amor, es una de las víctimas más frecuentes de actitudes posesivas, crueles, excesivo control, y toda una serie de patologías relacionadas con la obsesión.  
Antes de iniciar la búsqueda de un sueño es necesario preguntarnos, primeramente, lo que deseamos llegar a ser una vez alcanzado ese sueño. De ninguna manera se trata de renunciar a nuestros sueños, sino evitar que éstos se conviertan en pesadillas.
Durante la realización de los sueños, sin darnos cuenta, vamos cambiando y transformándonos en otro individuo, para bien o para mal. Por ello, es vital evaluar si lo que estamos haciendo nos llevará a donde queremos llegar y contribuirá a convertirnos en la persona que queremos ser; evitando transformarnos, con el paso del tiempo, en un individuo desconocido para los demás y para nosotros mismos.
"Nos prometieron que los sueños podrían volverse realidad. Pero se les olvidó mencionar que las pesadillas también son sueños", decía el escritor irlandés Oscar Wilde. Muchas cosas y personas llegan a nuestras vidas como sueños y algún tiempo después se retiran convertidos en pesadillas. Alguien afirmó que “Las peores pesadillas se viven con los ojos abiertos”. 
Muchas personas, más que por su propia obsesión, son víctimas de las obsesiones de otros, hacia ellos. Es común, con mayor frecuencia en nuestros días, encontrar padres obsesionados con lograr que sus hijos sobresalgan en lo académico, profesional o deportivo, de cualquier manera y casi a cualquier precio. Olvidando que ellos son seres humanos y llevándolos en su obsesión a que –literalmente- “salten” etapas de vida,  vitales para su desarrollo armónico y equilibrado como adultos.  
Sí solo nos preocupamos y enfocamos en alcanzar ese sueño, podemos convertirnos en esclavos de su eterna búsqueda. Un sueño sano es aquel que nos permite llevar un balance y equilibrio en los demás aspectos de nuestra vida. Una vida es más feliz en promedios, que vivida en extremos. 
Todo tiene su límite y su momento, por ello, pretender llevar los sueños hasta extremos  solo logrará distorsionar el normal desarrollo y evolución de los mismos. Cuando nuestros sueños son armónicos y equilibrados, las pesadillas serán -simplemente- parte del camino que debemos superar. 
Tengamos siempre presente cuál fue el objetivo de nuestro sueño cuando iniciamos su búsqueda, para reconocer a tiempo en qué momento perdimos el rumbo y vamos camino a una pesadilla.  

28 de Octubre de 2015.

Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.

Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española.


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