martes, 22 de septiembre de 2015

¿Por qué seguimos sin perdonar? Miguel A. Terán

¿Por qué seguimos sin perdonar?
Miguel A. Terán

Es importante tener presente que las decisiones y acciones que tomamos en nuestra vida están relacionadas con nuestras creencias, perspectivas, paradigmas y puntos de vista, pero también se corresponden con el momento y lugar en que las tomamos. 
En otras palabras, debemos considerar particulares eventos o circunstancias del momento y del lugar como promotores o estímulos para esas decisiones y acciones. Sería válido hacer el ejercicio de pensar si desde nuestra actual perspectiva de vida, en similares condiciones decidiríamos igual. Con seguridad algunas cuantas decisiones del pasado no las hubiéramos tomado, basados en nuestra actual experiencia y madurez. Hoy día similar mezcla de pensamiento y circunstancias provocaría otro o ningún efecto. 
Por ello ocurre, que con el transcurrir del tiempo llegamos a arrepentirnos de muchas decisiones, pero algunas veces no queda otra opción que cargar con ellas, o mejor dicho con sus consecuencias.  Luce paradójico, que muchas decisiones importantes en nuestra vida las tomamos a temprana edad, pero sus resultados o consecuencias –positivas o negativas- nos acompañan por muchos años y algunas veces por siempre, para bien o para mal. 
Ahora bien, ratificando, es un hecho que buena parte de nuestras decisiones y acciones las tomamos basados en nuestra forma de entender procesos o circunstancias, en un momento en particular. Entonces, pasados los años, debemos cuestionarnos las razones por la cuales seguimos rumiando, torturándonos  o azotándonos con esos recuerdos, llenos de pasado, circunstancias y creencias de aquel momento.  Por qué no comprender que en aquel momento se conjugaron muchos factores para que ocurriera lo que ocurrió, porque no cerrar el capítulo y aceptar que eso ya pasó, por qué no avanzar a otra etapa de vida.   
De ninguna manera se trata de considerar, que hechos fuera de la ley sean olvidados de la misma manera que otros temas propios de la simple interacción humana y social. A la ley le corresponde juzgar y decidir por aquellos hechos de considerable dimensión.   
La parte dolorosa y dañina de estos eventos del pasado es cuando dejan profunda huella y nos quedamos atrapados en la situación, convirtiéndonos en eternas y sufridas víctimas de algo que ya pasó.  Al no aceptar que debemos olvidar, el resentimiento y la amargura, pasan a ser nuestros compañeros de vida, con todas las consecuencias que esa actitud conlleva.  Se dice que perdonamos solo cuando recordamos sin dolor. 
Todo tiene sus circunstancias y momentos, y sin pretender disculpar a nadie, parece  razonablemente lógico preguntarnos cuánto fue nuestra contribución a la decisión o acción de la otra persona, o a qué ocurriera lo que ocurrió, en qué fallamos. Estas preguntas nos permitirán  reflexionar y  aprender de la experiencia, para evitar repetir eventos similares en el futuro. Además, tal vez, ya es hora de cerrar ese capítulo y dejar espacio para más sanas y nutritivas emociones. 
El saludable equilibrio de vida no será posible mientras arrastremos resentimientos y amarguras, que debieron haber quedado sepultadas en el pasado, pero que continúan vigentes. Tengamos siempre presente las palabras del sabio Buda, quien dijo “El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional”. “No dejes que se muera el sol sin que hayan muerto tus rencores”, recomendaba el pensador hindú Mahatma Gandhi. Pero sobre todo, aprendamos a perdonarnos a nosotros mismos, como condición indispensable para perdonar a otros, aceptando que todos somos seres humanos.

23 de Septiembre 2015.

Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.

Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española

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