lunes, 10 de agosto de 2015

Un deseo muy común en el ser humano: “Por favor, dime solo lo que deseo escuchar”. Miguel A. Terán

Un deseo muy común en el ser humano: “Por favor, dime solo lo que deseo escuchar”.
Miguel A. Terán

Uno de los grandes placeres humanos parece ser oír solo lo que queremos escuchar. Y es ese mismo placer, convertido en hábito una de las más dañinas prácticas que podemos tener los seres humanos. Muchas de las innecesarias luchas y batallas que enfrentamos a diario tienen allí sus orígenes. “Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga”, expresaba Denis Diderot, filósofo y escritor francés. 
Podemos oír muchas cosas pero escuchar solo algunas, las que seguramente nos interesen; con ello cerramos la puerta a nuevas perspectivas y puntos de vista, al cambio y la transformación hacia el objetivo de convertirnos en mejores seres humanos, que construirán mejores sociedades. Decía el filósofo griego Epicteto de Frigia “Así como hay un arte de bien hablar, existe un arte de bien escuchar”. 
Es realidad que existen verdaderos especialistas en decir lo que los demás quieren escuchar, esos expertos en emitir “Cantos de Sirena”, expresión tomada de una historia mitológica, que se utiliza para señalar discursos o argumentaciones elaborados con palabras agradables y –por demás- convincentes, pero que esconden alguna seducción, trampa o engaño. Muchos individuos, a quienes les gusta que les digan solo lo que desean escuchar,  son fácilmente seducidos y víctimas de esos cantos de sirena. 
Un autor anónimo recomienda: “No te confíes de los halagos, porque también al caballo lo acarician para poder montarlo”. Leamos, escuchemos y analicemos, aprovechando las diferentes fuentes de información disponibles, considerando opiniones a favor o en contra, antes de tomar decisiones para disminuir la ignorancia que nos convierte en presa fácil de depredadores.   
El escritor y Premio Nobel de Literatura, el francés André Gide, consideraba que “Todas las cosas son ya dichas; pero como nadie escucha, hay que volver a empezar siempre”. Es fácil perder amistades y relaciones de todo tipo cuando expresamos lo que podrían ser algunas “verdades”, tal vez conocidas por muchos pero calladas por todos.   
Es común la tendencia a brindar atención solo a aquella información que ratifica o está alineada con nuestra forma de pensar o concebir algo, a la vez que evitamos oir aquella que contradice nuestras creencias o puntos de vista.  También es práctica común dedicar esfuerzos en la búsqueda de evidencias, para afirmar la  validez de nuestras creencias, buscando en la información disponible  todo rasgo de confirmación. 
De esa manera –poco a poco- terminamos convenciéndonos, hasta volvemos radicales e intransigentes,  pudiendo llegar al fanatismo. El Primer Ministro Británico, Sir Winston Churchill, planteaba años atrás, dos interesantes frases, la primera de ellas que “Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema”; y la segunda, afirmando que  “Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar”. 
Ocurre que ante la inseguridad o desconfianza  en los argumentos de que disponen, para dar soporte a sus puntos de vista, algunas personas o grupos toman actitudes dogmáticas y radicales,  negando cualquier idea  distinta a las suyas. 
“La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha”, decía el pensador político francés Barón de Montesquieu. Entonces, seamos cuidadosos para no solo brindar atención a lo que queremos escuchar, sino ser lo suficientemente tolerantes para considerar y aceptar otras verdades, sin llegar a ofendernos ni frustrarnos, porque ello nos beneficiará al ampliar nuestras perspectivas.  Las discrepancias deben permitir encontrar nuevas y mejores alternativas y caminos, para bienestar de todos.  

Agosto 11, 2015.

Miguel A. Terán
Psicología, filosofía y coaching.

Twitter: @MiguelATeranO
Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia + RAE (Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española).


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