"La pregunta no es qué mundo le vamos a dejar
a nuestros hijos, sino qué hijos le vamos a dejar a nuestro mundo".
Leopoldo Abadía (n. 1933). Profesor y escritor
español.
REFLEXIÓN: El mundo de hoy, en lo bueno y en lo
malo, es resultado de lo que hemos hecho o dejado de hacer en el
pasado. Nuestro mundo del mañana será el resultado de lo que estamos haciendo o
dejando de hacer hoy. Sin lugar a duda, recogemos lo que sembramos. Es
importante tener presente que en la formación de nuestros hijos lo que hacemos
o dejamos de hacer les educa o mal educa, no hay decisión o acción de nuestra
parte que podamos considerar neutra.
Para uno pocos, no todos los que deberíamos, lo
usual ha sido la tendencia a preocuparse por el tipo de mundo que hemos venido
construyendo o destruyendo, dependiendo de la perspectiva; lugar que–más
temprano que tarde- heredarán nuestros hijos. Parece que no hemos sido lo
suficientemente cuidadosos, no solo, en lo ambiental, sino en lo
social, moral ético y paremos de contar.
Sin embargo, pocas veces nos cuestionamos qué tan
bien hemos –y estamos- educando y formado a nuestros hijos para ese mundo que
les tocará vivir, en el cual cada uno de ellos tendrá un rol importante en su
evolución. No siempre entramos en consideraciones y reflexiones, acerca
de lo que ellos aportarán a ese mundo del futuro, ni sí serán parte de la
solución o del problema.
Sin duda, que en ese afán por hacer las cosas
fáciles para ellos, podemos fallar al no dejar suficientes mensajes de armonía,
balance y equilibrio, como elementos vitales para la convivencia humana, que
será el gran reto. El objetivo es hacerles entender que vivimos en un sistema
–que no somos seres aislados- y que todo lo que hagamos o dejemos de hacer
afecta al sistema en su totalidad, y se devuelve como resultado. El autor y
crítico austriaco Karl Kraus, afirmaba “Cuando los padres han construido todo,
a los hijos solo les queda el derrumbarlo”.
Por su parte el químico y microbiólogo francés Louis Pasteur, decía “No le evitéis
a vuestros hijos las dificultades de la vida, enseñadles más bien a
superarlas”. Debemos ser cuidadosos en su formación, evitando habituarles a
logros sin esfuerzo y éxitos sin mérito. El poeta y dramaturgo inglés
John Gay planteaba “Sin lugar a dudas, es importante desarrollar la mente de
los hijos. No obstante el regalo más valioso que se les puede dar, es
desarrollarles la conciencia”, de lo que son y hacen, y de cómo recogerán de
esa cosecha.
Una frase atribuida a Bill Gates
recomienda “Dejar a los
hijos lo suficiente para hacer algo, pero no lo bastante para hacer nada”.
Uno de los retos de los padres y la sociedad es
dosificar las experiencias de los niños, entendiendo que todo tiene su lugar y
tiempo, evitando aceptar la indecente propuesta de algunos sectores de la
sociedad, que nos invitan a exponer a nuestros hijos a vivencias y experiencias
para las cuales ellos aún no están preparados. La inocencia de un niño es uno
de los tesoros más hermosos que existen en el mundo. Preservarla no es cosa que
encerrarlos en una burbuja de cristal o hacerles prohibiciones, por el
contrario, se trata de enseñarles a vivir y entender al mundo, paso
a paso, para que no pierdan sus sonrisas.
Una adecuada mezcla entre lógica y amor
constituyen una efectiva fórmula, para hacer de nuestros hijos los hombres y
mujeres que requerirá el mundo de mañana. Tengamos siempre presente las
palabras de San Juan Bosco “La predica más eficaz es el buen ejemplo”, por
tanto, ellos aprenderán más de lo que nos ven hacer, que de lo que pretendemos
predicar solo con palabras.
Miguel A. Terán
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Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de
Wikipedia.
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