“Una sociedad libre y democrática tiene que ser
una sociedad de lectores y la lectura es fundamental para la formación del
ciudadano libre y democrático”.
Mario Vargas Llosa (n. 1936). Escritor y político
peruano. El Premio Nobel de Literatura (2010), Premio de Literatura de la
Lengua Castellana Miguel De Cervantes (1994), Premio Príncipe de Asturias de
las Letras (1986)
REFLEXIÓN: Históricamente, la ignorancia ha sido
una de las mayores causas de problemas humanos y sociales. Es una realidad que
la lectura, bien escogida, permite expandir horizontes y perspectivas de vida.
La lectura da acceso y enriquece nuestro lenguaje y conocimiento.
Nuestro mundo llega hasta donde podemos entenderlo
y explicarlo con nuestro lenguaje, de allí la importancia de un lenguaje rico
en contenidos, información y conocimientos variados, para hacernos individuos
reflexivos y conscientes. Decía la religiosa mexicana Juana Inés de la
Cruz “No estudio por saber más, sino por ignorar menos”.
Alimentarse bien y realizar alguna actividad
físico- deportiva son vitales para tener un cuerpo sano; no obstante, para
conservarlo se requiere una mente sana, resultado de una vida nutrida y
equilibrada en lo intelectual, emocional y espiritual. Una frase latina del
poeta Juvenal decía «Cuerpo sano en mente sana». El escritor y político
inglés Joseph Addison afirmaba que “La lectura es a la mente lo que el
ejercicio al cuerpo".
El hábito de la lectura, permite entender nuevas y
diferentes perspectivas y puntos de vista, al dar sustento teórico a nuestras
experiencias. Para quienes no creen en la importancia de comprender la
teoría antes de la práctica, el psicólogo alemán Kurt Lewin afirmó que
«No hay nada más práctico que una buena teoría». Mientras el filósofo griego
Sócrates consideraba que: «Solo hay un bien: el conocimiento; y solo hay un
mal: la ignorancia». Leer es alimento no solo para la mente, sino para el
corazón y el espíritu.
La religiosa, mística y escritora española Santa
Teresa de Jesús, decía “Lee y conducirás, no leas y serás
conducido". Es un hecho –a través de los tiempos- que la lectura junto al
conocimiento que ésta puede proveer ha sido tradicionalmente atrapada por unos
como herramienta para dominar a otros. Se reconoce que conocimiento es poder, y
es ello es una realidad.
Cuando algún grupo de una corriente política, que
podemos considerar extrema, toma las riendas de alguna nación o pueblo,
el primer objetivo es “poner mano” a la educación. La razón es simple, la
educación es la mejor herramienta para adoctrinar y dominar en el mediano y
largo plazo. Sin embargo, lo cierto es que todo sistema social adoctrina, y los
sistemas más democráticos también lo hacen. Es un hecho que los sistemas deben
reproducirse para sobrevivir, consolidarse y crecer, y la lectura de
temas escogidos por un particular sistema, son requeridos para que la
fórmula de dominio funcione.
Pero también la ignorancia hace malas jugadas, a
quien la siembra, por ello muchos sistemas sociales al mantener a su pueblo
ignorante, lo están dejando expuesto a que otros grupos, sus opositores, puedan
también convencer con mejores palabras o engañosas ofertas a un pueblo
ignorante, volteando la jugada. El libertador Simón Bolívar, en una de sus
brillantes expresiones refería que "Un Pueblo ignorante es un instrumento
ciego de su propia destrucción".
Hemos olvidado el hábito de la lectura como una
opción para desarrollarnos, superarnos y crecer. Esa falta de hábito y de no
reconocer los enormes beneficios de la lectura, nos lleva a juzgar cualquier
escrito, por corto que sea, como largo y aburrido. En los tiempos
actuales y por venir, el conocimiento crece cada segundo y una escasa relación
con la lectura y la reflexión de lo leído, no nos permitirá resolver nuevos
problemas ni progresar.
Lo paradójico es que nuestra sociedad estimula la
urgencia, rapidez y la superficialidad, acostumbrándonos a una lectura poco
profunda, de titulares. Entonces, por esa falta de teorías y conceptos,
pretendemos resolver temas con la sola experiencia, haciendo lo mismo todo el
tiempo y esperando resultados distintos. Estamos rodeados de datos, información
y conocimiento, pero podemos permanecer en la ignorancia.
Una excusa válida estará siempre a disposición
para no leer en el momento que se nos presenta la oportunidad, junto a la
promesa de hacerlo más adelante, cuando tengamos tiempo.
“Cuando rezamos hablamos con Dios, pero cuando
leemos es Dios quien habla con nosotros”, nos decía San Agustín. Mientras, el
mismo Vargas Llosa, afirmaba que aprender a leer era lo más importante que le
había pasado en la vida. Leer en definitiva contribuye a hacernos libres,
abriéndonos caminos y perspectivas.
Pero leer también es un riesgo, porque hoy día
estamos rodeados de lectura de todo tipo, mucha de la cual podríamos
considerarla “chatarra” o “basura”. Leer de todo es no leer nada, pero si
es una forma de enloquecer. Por lo contrario, leer poco también es un riesgo,
al respecto el escritor y filósofo español Miguel de Unamuno planteaba que “Cuanto
menos se lee, más daño hace lo que se lee”, porque al leer poco podemos
quedarnos con un punto de vista sesgado o una perspectiva miope sobre un tema.
En conclusión, es necesario saber escoger y
dosificar nuestras lecturas, para no arriesgamos a contaminar nuestra
mente, corazón y espíritu, afectando nuestro cuerpo y todo lo que nos rodea.
Tengamos presente el proverbio árabe “Libros, caminos y días nos dan sabiduría”.
Miguel A. Terán
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Nota: imagen extraída de la web
Referencias: Tomadas de Wikipedia.
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